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Antonio Menéndez Peláez el primer piloto Cubano en sobrevolar el atlántico

El joven piloto cubano-español Antonio Menéndez Peláez fue el primer hombre en sobrevolar –en solitario- el Océano Atlántico, desde la provincia de Camagüey hasta Sevilla

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Este artículo es de hace 8 años

Hace 80 años Cuba y España protagonizaron una de las hazañas más grandes en la historia de la aeronáutica mundial. El joven piloto cubano-español Antonio Menéndez Peláez fue el primer hombre en sobrevolar –en solitario- el Océano Atlántico, desde la provincia de Camagüey hasta Sevilla, vuelo que aterrizó el 14 de febrero de 1936.

La gesta se realizó en un avión monomotor Lockheed "Sirius" de cabina abierta que Menéndez, nacido en España y naturalizado cubano, había comprado el año anterior. La nave contaba con un motor Pratt & Whitney WASP de 550 HP y lucía la bandera cubana en el timón de cola. Fue bautizado por la Marina cubana con el nombre de "4 de setiembre" para conmemorar la fecha del derrocamiento de Gerardo Machado como presidente de la república en 1933.

El vuelo se llevó a cabo como respuesta a uno que desempeñaron los españoles Mariano Barberán y Joaquín Collar, quienes volaron en junio de 1933, desde Sevilla a Camagüey y consolidaron la ruta del Atlántico central, la más larga realizada hasta entonces. El viaje Barberán-Collar continuó hacia México luego de realizar una pausa en Cuba. Lamentablemente, la nave nunca llegó a su destino.

Después de haber despegado el 12 de enero de 1936 en un aeropuerto civil de Camagüey, el “4 de Septiembre” aterrizó en el aeródromo sevillano de Tablada en febrero, luego de hacer frente a diferentes averías, ventiscas sobre el Atlántico y tormentas de arena en el Sahara, así como a los daños causados por nueve tomas en pistas que no reunían las condiciones necesarias.

Antonio Menéndez sostuvo una trayectoria complicada con nueve etapas y 12.000 kilómetros, fueron 33 días de viaje y, en total, 77 horas y 40 minutos de vuelo. El salto atlántico en sí (3.200 kilómetros en 17 horas y 25 minutos, contando algunos desvíos por el mal tiempo) lo realizó entre la ciudad brasileña de Natal y la Banjul, en Gambia.

Como no llevaba radio a bordo, Menéndez se vio obligado a confiar en su pericia como navegante y tomó de referencia los barcos en ruta que avistaba desde su aparato. Consiguió aterrizar en Bathhurst, Senegal, después de haber recorrido 3 160 kilómetros sobre el océano.

Al llegar a España, Antonio fue condecorado por el Gobierno de la República y recibido por el propio presidente, Niceto Alcalá Zamora, para luego reencontrarse con sus raíces en la casa de sus abuelos ubicada en Santa Eulalia de Riberas (Soto del Barco).

Asimismo, las fuerzas armadas españolas lo condecoraron con la Cruz del Mérito Militar y la Cruz del Mérito Naval.

Menéndez, que regresó a Cuba desde Santander a bordo del buque de la Marina española “Cristóbal Colón”, fue recibido con vítores por una multitud en el Centro Asturiano de La Habana. Fue ascendido a primer teniente y condecorado con la orden “Carlos Manuel de Céspedes”, la más alta que otorgaba el país en aquella época en la isla.

El joven piloto había salido de Asturias con su padre en 1916 y se estableció en la provincia cubana de Cienfuegos, donde comenzó a vincularse a la incipiente aeronáutica de principios de siglo, en lo que se dice fue la “etapa romántica de la aviación mundial”.

Emigró a los Estados Unidos para estudiar aviación comercial en la Lincoln School de Chicago y fundó, de vuelta en la isla, un servicio de taxi aéreo en Cienfuegos, hasta que en 1933 ingresó como piloto en la Marina de Guerra cubana.

La historia de Antonio, como la de muchos reconocidos pioneros de la aeronáutica, encontró su fin menos de dos años después de completar su hazaña, el 29 de diciembre de 1937, con sólo los 39 años de edad, cuando los tres aviones de la «Escuadrilla panamericana», que mandaba el teniente Menéndez Peláez, se precipitaron a tierra en el aeropuerto colombiano de Cali.

En Cuba existen dos placas en honor a la proeza del aviador asturiano, una en el aeropuerto de Camagüey y otra en Cumanayagua, la ciudad de la provincia de Cienfuegos donde el piloto residió con su esposa y que tiene además una calle a su nombre.

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