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Cuando un amigo se va... sobre todo si se llama Pastor Vega

Nacido en La Habana en 1940, y fallecido en esa misma ciudad, un 2 de junio de 2006, Pastor Vega dejó perdurable huella en el cine y la cultura de Cuba.


Este artículo es de hace 7 años

Afable, conversador, sociable, con la casa o la oficina siempre llena de gente, Pastor Vega era de los pocos cineastas que podía sostener amistad con los críticos, y hablar largamente sobre su cine y el de otros. Poco antes de morir, me contó de un proyecto añorado: un musical cubano, con canciones guajiras, pero completamente cantado, a la manera de Los paraguas de Cherburgo.

Con una larga carrera teatral antes de llegar al ICAIC, en Teatro Estudio, Pastor Vega llegó al cine como actor en Cuba 58, pero muy pronto se percató que sus intereses estaban en la dirección y desde 1961 comienza a dirigir documentales y cortos como La canción del turista (1967) y el extraordinario ¡Viva la República! (1972). De la guerra americana ya es un mediometraje de ficción realizado en 1969 y también debe mencionarse la muy peculiar En la noche, de 1964, un cortometraje de ficción que colinda con el cine no narrativo por la escasa ilación de los acontecimientos.

Todavía realiza otros tres documentales de tema “internacional” antes de su primer largometraje de ficción, Retrato de Teresa (1979) de fuerte influencia documental respecto a dos temas candentes en la sociedad cubana: la igualdad de oportunidades para la mujer, y la incorporación plena a las labores de la producción. Significó una profunda investigación en la realidad tanto del director como del guionista Ambrosio Fornet, y de los actores, Daisy Granados y Adolfo Llauradó, quienes trabajaron con impresionante dominio técnicas de improvisación ligadas al método de Stanislavsky y al neorrealismo. El filme alcanzó un impresionante éxito de público, y levantó una discusión jamás provocada en Cuba por una película.

Mucho menos éxito de prensa y público tuvo la subestimada Habanera (1984) que se concentraba en un ambiente más intelectual y sofisticado, entre personajes capaces de articular perfectamente sus respuestas a los problemas, y de explicar y sopesar las reacciones. Presentaba una trama de adulterio en torno a una siquiatra, con un ritmo expositivo mucho más lento, y un final que no clausuraba ninguno de los conflictos esbozados con tal de hacer pensar al espectador.

Influido por la realización de numerosas coproducciones latinoamericanas con Cuba, Pastor emprende la realización de Amor en campo minado (1986), basado en la obra teatral del dramaturgo brasileño Alfredo Dias Gomes, con foto de Livio Delgado, música de Chico Buarque de Holanda y actuaciones de Daisy Granados y Adolfo Llauradó. Se ambientaba en el Brasil de 1964, cuando un intelectual, ante la inminencia de su detención por los militares, se refugia y vive angustiosos momentos de definición política y existencial.

Con un elenco de jóvenes actores encabezado por Susana Tejera y Omar Moynello, En el aire (1988) “incorpora a la cinematografía cubana el tema de la radio y, por extensión, el ejercicio del periodismo en nuestro país”, escribió Mercedes Santos Moray en la revista Cine Cubano No. 126.

Y la problematización de nuestra contemporaneidad continuó con Vidas paralelas (concluida en 1992 y estrenada limitadamente varios años después). Con guión de Zoe Valdés, quien en aquellos momentos escribía poesía y trabajaba en la redacción de la revista Cine Cubano, la película muestra a los cubanos de adentro, y a los emigrantes, habitando las aceras paralelas de un bulevar, lo cual suponía un juego experimental, con el espacio escénico, muy raro en Cuba. Además, el filme proporcionaba la conveniente intención de subrayar, en unos y en otros, la pertenencia inveterada a un mismo entorno, a la manera de ser y de sentir que emparenta e iguala a todos los cubanos, cualquiera sea su destino y residencia.

De nuevo con Daisy Granados a la cabeza del reparto, en una actuación particularmente impactante, Las profecías de Amanda (1999) cuenta la historia de una mujer humilde que posee desde niña el don de profetizar el destino ajeno. La infancia, adolescencia y madurez de Amanda provocará temor, rechazo y el morboso interés de mucha gente. Se trataba de un testimonio (sobre un personaje real) que navega entre lo trágico y lo cómico, reportaje investigativo y dramatizado sobre una persona excepcional, comedia de costumbres con ingrediente musical.

Desde 1978 hasta 1987, Pastor fue director de relaciones internacionales del ICAIC y del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, desde su primera edición, en 1979. Además, fue director de la Cinemateca de Cuba, Vicepresidente del ICAIC y presidente de la Federación del Cineclubes de Cuba. En más de cincuenta países se han exhibido sus películas, particularmente Retrato de Teresa, emblemática producción de la segunda década de vida del ICAIC.

Cuando un amigo se va (sobre todo si se llama Pastor Vega) queda un espacio vacío que solo se puede tratar de llenar, a duras penas, con el recuerdo de tantas obras sin las cuales es imposible explicar el cine cubano.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.