Un país no solo se distingue por la fisonomía de sus ciudades y sus lugares emblemáticos, sino también por sus oficios y la apariencia de quienes los desempeñan. Un país como Cuba, con una singular estructura social y con unas condiciones de precariedad económica extendida a muchas esferas, ha tenido que desarrollar oficios y cubrir necesidades que una economía floreciente no hubiera creado.
La casi inexistencia de infraestructuras serias, estables y eficientes ha traído como consecuencia una galería de oficios y personajes, que de manera legal –cuentapropistas- o al margen de cualquier vinculación contractual se encargan de prestar determinados servicios, solventar problemas, idear creativas soluciones para ‘buscarse la vida’. La inventiva y adaptabilidad del cubano juegan también un papel importante en la creación de las nuevas o desempeño en las más antiguas tareas.
A continuación compartimos algunas de las fotos de esas particulares o conocidas formas que muchos cubanos han ideado para ganarse el pan.
Amarillos:
Surgieron en los años de más crisis económica para aliviar un poco los problemas de transporte. Se erigieron como figuras con potestad y legitimidad para detener vehículos con chapas no particulares para que transportasen, de manera gratuita, a ciudadanos que marchasen en la misma ruta.
Boteros:
Choferes de taxi de los almendrones o coches antiguos. Lo singular de este tipo de transportes es que, a diferencia de como suele ocurrir en otros países, estos taxis suelen tener recorridos fijos y preestablecidos por el conductor, que los realizan varias veces durante el día. Suelen completarse con desconocidos que van en la misma dirección y bajándose y sumándose pasajeros durante el trayecto.
Rellenadores de fosforeras:
En un país como Cuba, donde la vida útil de los objetos se alarga lo más posible, donde con remiendos, ingenio y paciencia se consigue arreglar o reutilizar casi cualquier cosa, no es de extrañar que haya nacido un oficio como el de rellenadores de fosforeras que tan útil ha venido a ser aunque, todo hay que decirlo, dotan a las zonas aleñadas a donde se ubican de un olor a gas singular y desagrable.
Conductores de bicitaxis:
Suelen hacer pequeñas rutas para hacer más llevaderas las altas temperaturas y humedad de la Isla.
Cuidadores de baño público:
Se encargan tanto de mantenerlo limpio como de velar por su buen uso. Proporcionan el papel higiénico o el jabón que la institución donde trabajan no aporta y cobran por ello.
Fumigadores:
Aterrizan en las casas particulares sin más aviso previo que el de ruido que proviene de sus aparatos y el olor que emana de sus ‘mochilas’. Se encargan de mantener controlada la proliferación de mosquitos aedes aegypti.
Mensajeros:
Lo mismo ‘sacan los mandados de la bodega’ a aquellas personas que no pueden por horarios de trabajo, por limitaciones físicas o porque pueden pagarlo y prefieren librarse de las colas y pérdidas de tiempo, que se encargan de llevar las nuevas balitas de gas a los domicilios.
Merolicos:
Aunque este término puede referirse a cualquier persona que vende algo, se emplea más los que tienen negocios de venta ambulante de diversos enseres –hogar, ropa…- como los que lo hacen en sus domicilios.
Parqueadores estatales:
La ausencia de espacios destinados al parqueo –gratis o cobrados- y los problemas de delincuencia y robo trajeron como consecuencia este tipo de oficio que regula un poco el parqueo en las calles y da cierta tranquilidad a los propietarios o choferes. Estas personas cobran de lo que ‘buenamente’ cada quien le da al marchar. Aunque no hay tarifas establecidas el conocimiento del contexto y la zona orienta a cada chofer de la cantidad que es aceptable dar al recoger el vehículo.
(re)Vendedores de periódicos:
Madrugadores por excelencia. Compran grandes cantidades de periódicos y luego las revenden a los que quieren estar informados sin sacrificar unos más minutos de sueño.
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