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El cañonazo de las nueve

La génesis de esta tradición se remonta a una reglamentación del siglo XVI que regía las actividades militares en los cuarteles, en la que se ordenaba disparar un cañonazo a las 4:30 de la mañana y otro de retreta a las 8 de la noche. Esporádicamente se sentía el que indicaba la entrada del correo marítimo. Dichos disparos se hacían desde un buque anclado en la entrada de la bahía.


Este artículo es de hace 16 años

Cuando un habanero entrado en años quiere expresar que mantiene plena vitalidad y buen estado de salud, suele decir: “Estoy como el cañonazo de las nueve”. Así, apelando a una tradición de más de 200 años, no deja lugar a dudas de que él (o ella) no falla.

En efecto, todas las noches, exactamente a las nueve, un veterano cañón dispara una salva desde la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, lugar desde donde se domina el paisaje total de la Ciudad de La Habana.

Lo que ha devenido en el tradicional cañonazo de las nueve, se inició en el siglo XVIII cuando desde esa propia Fortaleza disparaban una salva a las 6 de la mañana para anunciar la apertura de las puertas de la ciudad, que se cerraban a las 9 de la noche. En aquel entonces la pequeña capital de la Isla estaba rodeada por una muralla que definía sus límites; de aquella obra quedan algunos tramos en lo que hoy es La Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad.

El cañonazo de las nueve reúne todas las noches a cientos de turistas nacionales y extranjeros para presenciar el disparo de salva. El espectáculo tiene como escenario la Batería de Ceremonia de la impresionante Fortaleza y es ejecutado por jóvenes del Servicio Militar vestidos con uniformes similares a los utilizados por el cuerpo de oficiales y soldados durante el reinado de Carlos III, quien mandó a construir el lugar, convertido entonces en la mayor fortificación militar de España en América.

La génesis de esta tradición se remonta a una reglamentación del siglo XVI que regía las actividades militares en los cuarteles, en la que se ordenaba disparar un cañonazo a las 4:30 de la mañana y otro de retreta a las 8 de la noche. Esporádicamente se sentía el que indicaba la entrada del correo marítimo. Dichos disparos se hacían desde un buque anclado en la entrada de la bahía.

El complejo sistema defensivo que alcanza la ciudad posteriormente, asume el disparo para anunciar a los vecinos el momento de cerrar o abrir las puertas de la muralla o la colocación de la cadena que cerraba la entrada del puerto. Desde épocas coloniales, la vida social de los habaneros se organizaba a partir del cañonazo.

Es curioso que durante 1942-l945, en plena guerra mundial, el gobierno de entonces prohibió el disparo del cañonazo, entre otros argumentos porque los submarinos alemanes podían captar la ubicación de la bahía. El reclamo popular obligó a que una vez terminada la contienda bélica se restituyera la tradición.

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