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El Dr. Manuel García Suárez (1915-2001) fue el primer radiólogo pediatra en Cuba

Natural de Matanzas el Dr. Manuel García es considerado el padre de la radiología pediátrica en Cuba.


Este artículo es de hace 8 años

El Dr. Manuel García Suárez nació en la ciudad de Matanzas, Cuba.

Estudió medicina y se hizo especialista en radiología, es considerado el fundador en su provincia de la especialidad de Radiología Pediátrica.

Hizo los estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, en 1934 matriculó en la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana donde fue alumno del eminente pediatra Ángel Arturo Aballí.

Al graduarse como médico en 1942 comenzó a trabajar como médico honorario en el Hospital de Homicultura de Matanzas. Después, fue médico general en San Nicolás de Bari, provincia Habana, en 1943. Posteriormente desempeñó la plaza de médico del Dispensario de la ciudad de Matanzas, perteneciente al Patronato para la profilaxis de la Sífilis, Lepra y enfermedades cutáneas.

En noviembre de 1945 fue nombrado Médico Radiólogo de la clínica privada “Centro Médico” de Matanzas, que después pasó al Mutualismo Integrado y actualmente es el Hospital Pediátrico Universitario “Eliseo Noel Caamaño”.

Es uno de los fundadores y más notorios especialistas en el mundo de los rayos X, padre además de la radiología pediátrica. Marcó, con su pensamiento y acción, todos los lugares por donde pasó. Su visión del mundo, su doctrina y vocación pedagógica lo llevaron a servir y a luchar por el bienestar del hombre y sus bienes más queridos, los niños.

Con conocimientos enciclopédicos de radiología y enfermedades de niños y adolescentes y su maestría en el arte de la medicina, fue el encargado de crear un departamento de Radiología Pediátrica, totalmente independiente.

Su trabajo hizo reconocer ese departamento, incluso, más allá de la provincia. Sembró de esa manera la pasión por la radiología pediátrica en Cuba. Demostró curiosidad, tenacidad y vocación ante el estudio científico y una marcada inquietud por la literatura y las artes.

Su labor intelectual está avalada por la participación en numerosos cursos, talleres, seminarios, jornadas científicas y congresos, tanto nacionales como internacionales, y por gran cantidad de publicaciones entre las que se destaca su “Radiología Convencional en Pediatría”.

Tampoco le faltó el tiempo para dedicarse a temas históricos y por su sobresaliente trabajo como historiador la sociedad de Historia de la Medicina en Matanzas lo declaró su Presidente de Honor, mientras que el Museo y el Archivo Provincial lo reconocen como colaborador.

Fue fundador de la docencia médica superior en la provincia y de la Universidad de Matanzas en el área de las Ciencias Médicas. Todos los radiólogos formados en la provincia matancera desde los años 70 y un número mayor de pediatras fueron sus alumnos. Inspirando fe y cariño a la tarea de formación, mostrando un juicio amplio, una acción cordial y exhibiendo con sencillez una mente para ver de lejos, pronto adquirió la categoría, a nuestro modo de ver, la más importante, por el afecto que en sí misma encierra, de “El Profe”.

Sus alumnos y amigos lo caracterizan en presente. Fuerte y tierno a un mismo tiempo; sus críticas nunca ocasionaron dolor, sus consejos siempre fueron buscados y los secretos, incluso los más íntimos, se revelaron con facilidad ante tal personalidad.

El Rector de la Universidad de Matanzas le confirió la Medalla “XX Aniversario” en reconocimiento a su labor en el desarrollo de la Educación Superior (mayo 9, 1992); el Ministerio de Educación de la República de Cuba le otorgó la medalla por la “Educación Cubana” (noviembre 3, 1992); la Facultad de Ciencias Médicas de Matanzas le otorgó la distinción “Mario E. Dihígo Llanos”, por su destacada contribución al desarrollo de la extensión universitaria en esta institución (abril 4, 1996); luego, en noviembre de 1997, el Ministerio de Educación Superior le concedió la condición docente especial de Profesor Consultante.

Trabajador incansable, mostró siempre el ejemplo personal como la principal forma de enseñar. Fue ante todo y más que todo: un Maestro, y por mucho tiempo sus discipulos disfrutaron de su su sensatez y afecto.

La sociedad matancera le otorgó las condiciones de: “Hijo Destacado” (1982), la Medalla por el Tricentenario de la Ciudad (octubre 1996, precisamente en los actos por el tricentenario de Matanzas) e Hijo Ilustre (primera ocasión entregada post mórtem, febrero 2005, en el marco del “Imágenes entre Puentes” de ese año).

Se preparaba para otro día de trabajo en el hospital cuando le llega la muerte a los 86 años. Sus últimos años los vivió salvando obstáculos con buen ánimo y más voluntad, luchando día a día contra las limitaciones que el tiempo y las enfermedades le imponían: lo habían operado de cáncer de colon; luego en vejiga y próstata, diagnosticados por él mismo; además de diabetes y cardiopatía isquémica (la que en definitiva le priva de la vida) pero aún así se mantuvo trabajando hasta el último día de vida.

El profesor García Suárez es un paradigma, que la comunidad científica e histórica de Matanzas tiene el deber de imitar.

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