
Se dice que la carrera de un maestro torcedor comienza con no menos de dos años de aprendiz. Los que superan esa categoría, deberán trabajar como mínimo seis años más para dominar el oficio. A partir de ahí, los criterios de ascenso son muy rigurosos y pueden tardarse 20 años en alcanzar la categoría de maestro torcedor.
Para elaborar los habanos, el torcedor utiliza un tablero, una cuchilla (llamada chaveta), una guillotina, un pote de goma vegetal, una prensa y moldes.
Las manos del torcedor preparan el capote, cuya misión es sujetar la tripa. Para este fin se emplean las hojas de la parte media de la planta del tabaco, más flexibles y resistentes. La tripa se moldea en forma cilíndrica, plisando las hojas como si fuese un abanico para crear pasos de aire horizontales.
La tripa, el corazón del cigarro, contiene tres tipos diferentes de tabaco: ligero, seco y volado. El primero procede de la parte alta de la planta, es la hoja que aporta la fortaleza al sabor del habano; el segundo se obtiene del centro de la planta y es el que aporta el aroma; el tercero son las hojas de la parte baja de la planta y aportan la combustibilidad al cigarro.
La mezcla de dichos tabacos, que se denomina "ligada", constituye la "receta" de los maestros tabaqueros.
La unión de la tripa y el capote es un paso fundamental, ya es ahí donde se logra la consistencia y forma del puro. El capote tiene la finalidad de mantener unida la tripa, es decir, sujetar firmemente las hojas internas.
Luego el torcedor cierra el capote sobre la tripa, calculando la longitud que debe tener el habano. El capote con la tripa forma el tirulo, que es un puro todavía desprovisto de capa. Estos tirulos se colocan en filas de unas diez unidades sobre moldes de madera del tamaño del producto final que se desea.
A continuación viene el moldeado, que tiene como objetivo que el cigarro quede prensado antes de comenzar a colocar la capa. Los expertos dicen que esta es la operación más delicada del proceso. Los puros se colocan en unos moldes de madera, donde permanece un corto periodo de tiempo para lograr un buen aspecto final.
La siguiente fase es el prensado, cuando los moldes se introducen en una prensa, que aplica la presión necesaria para que los puros adquieran forma. Durante los 45 minutos del prensado, los tabacos giran con regularidad para crear el contorno cilíndrico deseado. La prensa es todo un símbolo de los torcedores, incluso la forma de poner las cajas, el grado y tiempo de presión pertenecen a los secretos de cada uno de los maestros.
Para entonces, ha llegado la hora de la preparación de la hoja de la capa, que son elegidas con especial cuidado porque deben tener un color, una textura y un brillo inmejorable; es otra una parte fundamental del proceso al ser la imagen que al final tendrá el cigarro.
La capa debe ser alisada antes de pasar a la fase siguiente, el corte, en el cual el torcedor la corta con la chaveta, con la que prepara el "vestido" final del cigarro. El tipo de corte es decisivo para lograr un buen acabado y va en función de la vitola que se vaya a torcer. Se utiliza solo el centro de la hoja, para que no aparezcan las venas del exterior.
Una vez preparada la hoja de la capa, el torcedor tiene que colocarla perfectamente, de forma que quede lo más sujeta y estirada posible. La punta de la hoja debe quedar en el pie mientras la base en la cabeza; así, el tabaco es más suave.
Ya en la elaboración de la perilla del puro, se termina la operación de enrollado de la capa utilizando la chaveta y cortando la hoja a medida.
Lo que sobra de la hoja de la capa no es utilizado para la elaboración de otros cigarros, a pesar de ser de muy buena calidad.
Al final se corta el habano con una sencilla guillotina con la que se consigue la longitud adecuada de cada vitola. Después, en un cepo de madera se comprueba que el puro se ajusta a las medidas exactas de su vitola.
¿Qué opinas?
COMENTARArchivado en: