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El oro blanco de Cuba

En la isla, ese preciado líquido (casi tan preciado como el agua) protagoniza un amplio sector del mercado negro, padece de súbitas desapariciones, es tema priorizado y a veces manipulado en la agenda de los medios oficiales y se premia como la preocupación número uno de las familias con niños mayores de 7 años.


Este artículo es de hace 8 años

Aquel viejo refrán que cita “de nada sirve llorar sobre la leche derramada”, refiriéndose a dejar pasar aquellos problemas que no tienen solución, adquiere en Cuba una dimensión totalmente diferente.

En la isla, ese preciado líquido (casi tan preciado como el agua) protagoniza un amplio sector del mercado negro, padece de súbitas desapariciones, es tema priorizado y a veces manipulado en la agenda de los medios oficiales y se premia como la preocupación número uno de las familias con niños mayores de 7 años.

Junto a la carne de res, los mariscos, y (otro producto que se va sumando) la papa, el oro blanco de los cubanos alcanza precios descomunales en las tiendas de divisas y aún más en el mundillo que se mueve “por la izquierda”, término nada que ver con lo socialista.

En los mercados, pertenecientes todos a la cadena estatal TRD (Tiendas de Recuperación de Divisas) se venden actualmente dos marcas de leche cuanto mucho: Coppelia, bolsa leche en polvo empaquetada en Bayamo, y La Pradera, leche entera evaporada de la corporación cubana La Estancia.

La primera tiene un precio que fluctúa entre los 5.75 o 6.00 CUC por kilo, según lo multada que se encuentre en cada tienda (aproximadamente el 25% del salario medio de los trabajadores cubanos). Mientras que La Pradera cuesta 2.40 CUC el litro, que se traduce en cuatro vasos. Esas son las escasas opciones para llegar a la leche por la vía legal.

Por otra parte, el Estado ofrece la leche en polvo como producto subsidiado bajo la clasificación de canasta familiar y dieta, la cual se destina a los niños (hasta los 7 años de edad) y a personas enfermas o con discapacidades. El precio de esta bolsa es despreciable en relación a su reventa en el mercado negro: de 90 pesos cubanos a 5.00 CUC.

Muchas de las familias beneficiadas con este mecanismo adquieren la leche en las bodegas y prefieren venderla para socavar otros gastos necesarios del hogar. Entonces, podemos encontrar en “la calle” la leche subsidiada en venta, según la necesidad de cada revendedor.

Esta leche de dieta también es suministrada por el Estado a los círculos infantiles, donde en ocasiones los cocineros o encargados de preparar los alimentos aguan un poco la destinada a los niños para que sobren bolsas que luego pueden vender a conocidos.

A partir de la actualización de los costos de importación, en abril del año pasado el Ministerio de Finanzas y Precios (MFP) divulgó la rebaja de precios de la leche en polvo en las TRD que, a juzgar por los titulares, podrían parecer considerables respecto al valor anterior, 6.60 CUC el kilo.

Después de años comercializando dicho producto, las autoridades del sector solo llegaron a bajar su precio en unos pocos centavos y alegaron que se debía a la dinámica de los precios en el mercado internacional, la cual se había encarecido.

Como de costumbre, renglones de primera necesidad para el pueblo quedan muchas veces al margen de políticas eficientes y estrategias pensadas para la sustitución de importaciones.

Queda pendiente entonces la interrogante de por qué no se ha fomentado en Cuba la producción de leche con resultados visibles para la población en aras de lograr una mayor independencia en ese sector (el cual siempre tendrá un mercado al cual dirigirse).

Acaso no hay vacas en el país, o no se puede invertir un mínimo presupuesto en la infraestructura que amerita ese eslabón de la agricultura.

De igual forma, por qué mejor no bajar el precio de otros productos con semejante demanda pero de menor urgencia como las bebidas alcohólicas.

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