En Baracoa, Cuba, una rusa hizo historia

El atractivo hotel de tres plantas ha sido espectador de una historia que ya se ha hecho leyenda. En lo mejor de la literatura cubana lo reflejó el ilustre escritor  Alejo Carpentier en su obra  “Consagración de la Primavera”.  Y por las añejas calles de la villa ha sobrevivido por tradición oral de los baracoenses.


Este artículo es de hace 16 años

En Baracoa, primera villa instaurada por los colonizadores españoles en Cuba, existe una instalación hotelera cuyo nombre guarda particular significado. Hotel "La Rusa" es como todos allí le conocen;  pero este no fue el nombre con que le bautizaran sus primeros propietarios, cuando llegaron de Europa, tras un extenso peregrinaje causado por el triunfo de la Revolución de Octubre.

El atractivo hotel de tres plantas ha sido espectador de una historia que ya se ha hecho leyenda. En lo mejor de la literatura cubana lo reflejó el ilustre escritor  Alejo Carpentier en su obra  “Consagración de la Primavera”.  Y por las añejas calles de la villa ha sobrevivido por tradición oral de los baracoenses.

Se trata de una hermosa europea, nombrada Magdalena Menasses Rovenskaya,  quien emigró a Cuba debido a la condición militar zarista de su padre.  Poseía grandes aptitudes como cantante y una vasta cultura general, y era esposa de un diplomático. Decidieron por Cuba tras aventurarse por varios puntos del viejo continente. Y finalmente llegaron a Baracoa para encomendarse a los negocios en aquel momento concedidos a ellos por un pariente que había morado siempre en la villa.
Sus virtudes artísticas y su labor como tal, propiciaron a Magdalena instituir un universo ilusorio desde este concurrido hotel que fue su hogar por circunstancia como lo fue de todos los jóvenes que se revelaban en contra del régimen del presidente Fulgencio Batista.

Fue de este modo como Magdalena intercambió emociones con personalidades  descollantes de la última gesta independentista cubana. Allí conoció a Fidel, a Celia, a Antonio Núñez Jiménez, entre otros. Su hospedaje siempre fue considerablemente frecuentado por escritores y artistas que inquirían un territorio para la distracción del alma pródiga que acompaña a los artistas.

Ese espíritu fue el que prendió en  Alejo Carpentier al escribir su versión de esta estampa baracoense en la ya ilustre Consagración de la Primavera. Sólo que la protagonista de esta obra había huido de la Revolución de Octubre  y se había establecido en lo más apartado de Cuba, para no recordar más aquellos dramáticos momentos, cuando de repente es sobrecogida por otra conmoción social en esta isla que del mismo modo terminó en Revolución.

Sin embargo, Magdalena llegó a Cuba para no abandonarla más, así realizó recorridos por toda la isla hasta su fallecimiento. Cuba sintió su lealtad sin límites, en la ayuda a los más desprovistos y el apego de esta culta mujer a la causa triunfante del 1 de enero de 1959.

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