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Enrique Arredondo

Su interés principal en la vida era hacer reír al público. Y de qué manera.


Este artículo es de hace 13 años

El actor cubano Enrique Arredondo dejó tras su paso por la tierra una estela de admiración ganada por su notable presentación en las tablas, el cine, la Radio y la Televisión nacionales.

Se ganó el cariño de varias generaciones de cubanos, porque era un individuo gracioso, poseedor de una versatilidad que le emparentaba al pueblo como si fuera parte de la familia.

Arredondo era un habanero nato. Nació en la capital cubana el 2 de abril de 1906. Y quizás, porque era de una familia de condición económica muy modesta, y vivió en un barrio de esa característica, donde las malas situaciones financieras y políticas se resistían a base, en buena medida, de tirarlo todo a broma; supo encontrar el meollo del choteo propio del capitalino, que sin ser grosero, pasa del doble sentido al chiste sin vueltas, aderezado por la simpatía personal del hablante.

Hombre de teatro bufo tuvo que, sin embargo, andar antes un buen trecho como mensajero, vendedor de naranjas, fundidor y planchador en una fábrica de zapatos antes de pararse ante un público que siempre le respondió con el aplauso de la carcajada.

Porque Arredondo sabía hacer reír, no sonreír, como dicen ahora algunos artistas sin gracia ni talento al llamado humor introspectivo o intelectualizado y se refugian en el común: Trabajamos para que sonrían…

Su padre, contó el actor en sus memorias La vida de un comediante, tenía delirios de trovador y escribió, sin crédito, muchas piezas después musicalizadas por Rosendo Ruiz, uno de los grandes de la música nacional.

En 1921, el futuro “negrito” del trío del gallego y la mulata, asistió a las representaciones del Teatro de la Comedia. Cuando vio en escena a Arquímedes Pous, el “negrito” por excelencia del teatro vernáculo en la época se dijo que ese arte era el suyo. El gran actor se convirtió en el maestro espiritual de Arredondo.

Hizo una especie de recorrido por los principales coliseos habaneros. Su primera presentación la resume en sus memorias: Alguien sonó una trompetilla que debe haberse oído en Mesopotámica.

Pelotero innato, muchas veces, cuando su mucho después fundada compañía andaba de gira por los pueblos de Cuba, se quedaba varado por falta de dinero, y ahí se entretenía en los famosos “juegos de manigua” de la época, en los que casi siempre la pelota era de trapo.

Fue en 1934, cuando al fin sustituye a Sergio Acebal como “negrito”, quizás uno de los momentos más tensos de su carrera, pues su antecesor hizo el personaje durante 22 años con un tremendo éxito.

Triunfó Arredondo, conocido por las generaciones más cercanas por sus personajes del “guapo” Cheo Malanga, el Doctor Chapotín, o Bernabé, de la Televisión Cubana (siempre todos con la añoranza por el vernáculo tan vinculado al humor criollo). Sus improvisaciones o morcillas, sus dicharachos descabellados eran repetidos por la población. Incluso impuso una manera de caminar que las personas, aún repiten para divertirse, todo retorcido para darles pánico a sus enemigos.

En los años 40, ya con su propia compañía, viajó a varias ciudades de México y Puerto Rico, también a Tampa, en los Estados Unidos, donde el público lo llevó en hombros cuando terminó su primera función. Vino el cine, junto a actores tan importantes como Tin Tán y Palillo, siempre en comedias de enredo en las que hacía pareja con la mulata y gran actriz Candita Quintana, otra de las principales figuras del vernáculo en Cuba.

Trabajó después de 1959 en programas televisivos como Detrás de la Fachada y San Nicolás del Peladero, en los que el público lo disfrutaba tanto como antes en Cabaret Regalías, al principio de la década de 1950, o en programas radiales, como Alegrías de sobremesa, junto al también muy querido Idalberto Delgado.

Nunca se olvidó de Arquímedes Pous, y en los años 50 intentó que se le erigiera un busto en su homenaje en la sureña provincia de Cienfuegos.

Cuando Arredondo murió, el 15 de noviembre de 1988 en su querida Habana, Bernabé, su personaje mas gustado, dejó un vacío que hasta ahora ningún actor ha podido ocupar.

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