Este artículo es de hace 12 años
Sobre la trascendencia de la obra, compuesta por célebres patriotas e interpretada el 27 de marzo de 1851, ante la ventana de Luz Vázquez, una de las mujeres más bellas y populares del Bayamo colonial, disertaron artistas e intelectuales de la localidad.
A los méritos de la obra musical, se añade el prestigio de sus autores como patriotas insignes y hombres ilustrados, pues la serenata fue un acuerdo de Carlos Manuel de Céspedes y su sobrino Francisco del Castillo, esposo de Luz Vázquez.
Ambos facturaron la música, y Céspedes con José Fornaris escribieron la letra; que luego pusieron en manos de su intérprete, el tenor Carlos Pérez.
Aquí se desmitificó la repetida y superficial idea de que la obra sea solo "un bello canto a una novia bayamesa", y se demostró cómo el contexto histórico en el cual nace, fusiona de un modo sutil, el sincero y encendido reclamo de amor con la necesidad de expresar las ansias patrióticas de sus autores.
El músico César Odio argumentó por qué La Bayamesa es uno de los primeros resultados del romanticismo en la canción cubana, y exaltó la extraordinaria belleza lograda en una melodía simple, de fácil comprensión, intencionalmente diseñada para cualquier tipo de
público; lo cual explica la inmediata popularidad incluso fuera del país.
"A 160 años, Luz Vázquez aún es la novia de la Patria, y La Bayamesa sigue siendo para la música, la misma joya que Espejo de paciencia lo es para la literatura cubana", resumió Odio.
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