
Algo que siempre está presente cuando hablo con mis colegas cubanos es la paranoia del seguroso. Lo llamo paranoia porque aunque cuando te alejas de Cuba va desapareciendo siempre te queda el aquello de si “fulanito” era seguroso o no. Es algo que te van metiendo en la mente sin darte cuenta y que incluso puedes llegar a pensar que hasta tú mismo lo eres. No sé nada de medicina, bueno, nada más que lo que puede saber un cubano de cualquier tema, pero me atrevería a decir que es una enfermedad.
Se podría decir que el cubano es una persona de perfil confiado, suele siempre entablar amistad con muchas personas incluso cuando estas no lo consideren como tal. Se entrega con todo lo que tiene, incluso con lo que no tiene, a sus amigos. Es abierto y le gusta mucho compartir sus logros con los allegados. La familia siempre está presente y por muy lejos que esté nunca deja de pensar en los suyos.
Es esta conexión con Cuba la que hace que nunca pierdas la paranoia del seguroso. Cuando hablas con tus amigos o familiares que están allí, los que te quedan, se reactiva el tema. Es tan simple como hacer una llamada y preguntar: cómo está todo por ahí, se nota el cambio, hay alguna mejoría? En ese momento es como si la llamara perdiera señal, si la interferencia no permitiera a uno de los lados escuchar. Entonces sale el: por aquí todo bien, vamos tirando. E inmediatamente como decíamos en mi época empiezan a “hablar de pelota”. Esto no es que no te quieran contar la verdad, es simplemente que la paranoia del seguroso que te escucha está actuando.
Pero hay un grado sumo para ella, esa la he experimentado en carne propia. Cuando tienes la suerte de poder invitar a tu mamá o cualquier familia cercana al país donde vives te das cuenta de lo lejos que llega la enfermedad. Como siempre cuando hablas con cualquiera, cerveza mediante, el tema de la política acaba por salir, después de destripar el sistema en el que vives saltas al tema Cuba. Es ahí donde tu mamá o familiar se pone tenso. Puede disimularlo por largo tiempo hasta que te quedas solo con él. Entonces viene el mijit@ ten cuidado con lo que hablas y delante de quien. Tú no sabes si “fulano” es de la Seguridad, están en todos lados, no te confíes. Y si por casualidad eres un poco activista y te vas a una manifestación que coincide con las fechas en que están no se te ocurra gritar “abajo Fidel”, aunque no venga a cuento. Eso podría hacer que te llevaras un tirón de brazo o incluso que te digan: mi vida me vas a meter en un problema, tu no sabes quién es quién.
En fin, creo que habría que añadir a la lista de enfermedades endémicas de Cuba una más: la paranoia del seguroso. Creo que es contagiosa y difícil de curar, sobre todo si sigues dentro.
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