La fiesta más emblemática y reconocible de Santiago de Cuba es el carnaval, cuyos orígenes se remontan a las postrimerías del siglo XVII, en las procesiones religiosas del 25 de julio, dedicadas a Santiago Apóstol. En la siguiente centuria predominó la música española, y luego la guitarra fue sustituida por el tambor africano, en simbiosis de ritmos y percusiones confluyentes en la conga. Todo ello se cuenta y se muestra en el Museo del Carnaval de Santiago de Cuba, que adquiere ahora particular relevancia gracias a la reciente celebración de los 500 años de la fundación de la ciudad y a la declaración del carnaval santiaguero en tanto Patrimonio Cultural.
Único de su tipo en Cuba, el Museo del Carnaval cumple la función cultural de resguardar esmeradamente el valioso patrimonio representado por tres o cuatro siglos de carnavales anuales. En una vieja casona colonial, en la céntrica calle Heredia, se aposentan las historias vinculadas con una de las tradiciones populares más enraizadas en el pueblo: las congas que arrollan por la calle, el frenético ritmo de la música bailable acompañada por comparsas, carrozas, bailes en cada esquina y disfraces vistosos y coloridos.
El Museo del Carnaval se alberga en la casona de la calle Heredia desde 1981. Allí también sesiona la comisión encargada de organizar las famosas fiestas, pero en cuanto a la faceta museística, se muestra la evolución del carnaval a través de secuencias fotográficas con textos explicativos, cronologías, objetos e instrumentos musicales típicos como la célebre corneta china, cuyo sonido agudo y metálico simboliza la conga santiaguera, y por extensión al carnaval santiaguero o rumbón mayor, como suele llamársele en Santiago a las famosas festividades.
Remodelado con motivo de la celebración por el medio milenio de la villa, el Museo del Carnaval refleja las tres etapas más importantes del carnaval santiaguero: en la colonia, la República, y después del triunfo de la Revolución. Precisamente la lucha contra la dictadura batistiana alcanzó su etapa más intensa, cuando en 1953 los revolucionarios atacaron el Cuartel Moncada, en plena celebración del carnaval. Junto con las etapas históricas, se muestran objetos inherentes al carnaval santiaguero como maquetas de carrozas, trofeos, pendones, vestuarios, capas y adornos de calle.
Además, la instalación dispone de un área consagrada a los instrumentos musicales de las agrupaciones más significativas en esas fiestas, y hay un patio donde se dan cita los más conocidos grupos folclóricos que recrean los bailes tradicionales como el cabildo carabalí, la conga santiaguera y la tumba francesa, esta última constituida por la música y la danza traída al oriente de Cuba por los colonos franceses y sus esclavos haitianos, con la combinación de música de África Occidental y los bailes franceses de salón.
El carnaval santiaguero de 2015, celebrado en julio, tuvo especial relevancia para el Museo del Carnaval, en tanto fue en este lugar donde se declaró a los festejos Patrimonio Cultural de la nación, en reconocimiento al legado de tres siglos y medio, atracción para los cubanos y visitantes de otras latitudes en el mundo. Este año se rescataron áreas y verbenas que formaron parte del colorido y amplitud del carnaval. Luego de 25 años ausentes, en el más reciente carnaval retornaron a la Avenida de La Alameda las exhibiciones de paseos y comparsas, y también se estrenaron un malecón y diversas opciones recreativas que conectan a los santiagueros con su bahía. También se creó el gremio de los tocadores de corneta china, de cuya introducción se cumplen 100 años, lo cual constituyó motivo de homenaje por ser un sello distintivo de las congas típicas de la ciudad.
Agrupaciones centenarias como las congas de Los Hoyos y Guayabito y las comparsas Carabalí Izuama y Olugo, entre otras, dieron lustre nuevamente al carnaval santiaguero, junto con representantes de Islas Vírgenes, Estados Unidos; Guadalupe, Martinica, Francia, Puerto Rico y República Dominicana. A propósito de la participación internacional en los carnavales santiagueros, muy pronto los pueblos caribeños quedarán enlazados por la Red de Carnavales del Caribe, cuya constitución oficial tuvo lugar con la participación de 11 países.
Con los objetivos enfocados en la necesidad de promover aún más la cooperación entre los pueblos del área, esta red se crea para propiciar intercambios de experiencias, iniciativas, conocimientos y saberes, así como para compartir las visiones y estrategias sobre políticas culturales en pos de fortalecer los carnavales como fiesta pública, y la red pretende contribuir al proceso de construcción de una identidad caribeña única, protegiendo la riqueza de sus diversas identidades.
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