La décima edición del Festival de teatro de Buenos Aires propuso a un público ávido, en el Teatro 25 de mayo (Triunvirato 4444) la puesta de Carlos Díaz Antigonón, contingente épico, a partir de un texto de Rogelio Orizondo, uno de los autores jóvenes más prometedores de Cuba en la actualidad.
A propósito de esta obra, su autor Rogelio Orizondo, reflexiona y define: “Me conmueve pensar qué triste que nunca aprendamos ni a amar ni a enterrar ni a rectificar ni a ritualizar nuestras apetencias, nuestras guerras, nuestras desavenencias, nuestra escena. Existe una pujanza maldita, como el estallido heroico del padre suizo que asesina a sus tres hijos, como el reencuentro con aquella vieja de cien años rodeada de agua por todas partes en La isla en peso, una maldición similar al derrumbe perenne, una maldición que te arrastra, quizás hasta la muerte, quizás para el olvido, pero te arrastra definitivamente, como sangre animada por el dolor, como amigo protector sobre tus manos heridas, te arrastra a esta tierra, y al arrastrarte, te convence de que tú también has sido siempre contingente”.
La premiada puesta en escena, ahora aplaudida en Buenos Aires, ha sido calificada como cruda, profunda y, al mismo tiempo, ligera como una noche de carnaval. En el elenco de la versión que llegó a escenarios bonaerenses, destacan Luis Manuel Álvarez, Roberto Espinosa, Linnet Hernández, Giselda Calero y Daysi Forcade. Vale aclarar que las dos actrices mencionadas al final de la relación se graduaron en la Universidad de las Artes (ISA) con esta obra.
Carlos Díaz imaginó para la graduación de las jóvenes actrices una vuelta a Antígona, a través de los poemas de José Martí: El padre suizo y Sueño con claustros de mármol. Con ese extraordinario impulso convocó a Rogelio Orizondo para la escritura, y después de dos años de investigación, ensayos y presentaciones, Teatro El Público concluyó este proyecto escénico que ocupó una larga y exitosa temporada en la sala-teatro Trianón durante el 2014.
La obra impacta, en Cuba y en Buenos Aires, gracias también a los diseños de vestuario de Celia Ledón, el diseño escenográfico de Robertico Ramos, las video-instalaciones de Marcel Beltrán, el diseño de luces de Oscar Bastansuri y el trabajo musical de Bárbara Llanes, en conjunción con la coreografía de Sandra Rami, a partir del trabajo precedente de Xenia Cruz, y la entrega de los jóvenes actores y actrices.
Antigonón, un contingente épico expresa el profundo anhelo de libertad de los cubanos a través de varias generaciones. Así como Antígona se opuso a ley inhumana en la antigüedad clásica, la poesía de José Martí revela el fuego del entusiasmo y el humor negro de aquellos que no tienen nada que perder más que sus cadenas.
Porque además de homenajear y repasar la Historia de Cuba, esta vuelta a Antígona repasa grandes temas heroicos y cotidianos, en tanto confluyen en el texto diferentes épocas y personajes: 1868, 1895, 1896, 1959, José Martí, Antonio Maceo, Panchito Gómez Toro, Mariana Grajales, Antón Arrufat, Virgilio Piñera, Reinaldo Arenas… todo los cuales aportaron símbolos imperecederos sobre lo que significa Cuba.
En Antigonón..., Rogelio Orizondo, lleva los célebres versos de Martí, y la historia cubana toda, a un ámbito moderno. En muchas escenas breves, los virtuosos intérpretes y bailarines crean un caleidoscopio de encuentros absurdos. La noble idea de libertad que expresa el poeta choca con la dura realidad, pero también con las múltiples voces de un pueblo capaz de contrarrestar esta misma realidad con ingenio y gracia, dignidad y deseo de sobrevivir.
Además, las imágenes de filmes como Katyn y El hombre de mármol, del cineasta polaco Andrzej Wajda, alternan con alguna canción del popular dúo Pimpinela, de modo que se propone al público un amplio estrato de intertextualidad y paradojas más interesadas en la provocación que en la narración.
Según la joven teatrista cubana Martha Luisa Hernández Cadenas: “Carlos Díaz ha organizado su puesta con el carácter también autorreferencial de su poética. Ello se distingue por lo erótico, postmoderno y carnavalizador del producto definitivo, variables distinguibles en su autoría escénica”.
De otra manera, más poética, se refiere el cineasta y dramaturgo Fabián Suárez a lo que significa esta obra: “Yo tengo un amigo poeta”. Martí escribió: “Yo tengo un amigo muerto”, y en el amor por el amigo, la phília de la tragedia clásica —los hermanos que han emigrado, los hermanos presos, el enterramiento de un hermano, un país— me habla de un amor que sacude. Aprendo que en Antigonón…: “mi amigo se sienta y canta; / canta en voz que ha de doler”.
El 26 de septiembre en el espacio denominado Margen del Mundo, en Concepción Arenal 4865, se presentó también en Buenos Aires el libro Nueva Dramaturgia Cubana, con la presencia de uno de los autores, Rogelio Orizondo Gómez y el crítico, maestro e investigador cubano Eberto García Abreu.
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