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Paradigma cubano de pensamiento liberal: José de la Luz y Caballero

El concepto pedagógico de José de la Luz y Caballero resulta de plena vigencia: “Cuando se cultiva, moraliza e instruye a la vez (…) se cumple con los fines de la pedagogía, porque cultivar las facultades todas, moralizar al individuo y transmitirle conocimientos; tales son los fines de la enseñanza, de la verdadera enseñanza”.


Este artículo es de hace 6 años

Pedagogo, filósofo y filólogo nacido en La Habana 11 de julio de 1800, y muerto en esa misma ciudad el 22 de junio de 1862, hace 255 años.

Líderes del pensamiento filosófico, político y cultural en Cuba, a lo largo del siglo XIX, Félix Varela, José Martí y José de la Luz y Caballero contribuyeron a crear la idea de “lo cubano” en una época cuando la enseñanza en Cuba transitó desde la escolástica hacia la modernidad, de modo que se desarrolló un libre pensamiento capaz de preparar la emancipación espiritual de los cubanos.

José de la Luz y Caballero provenía de una familia dueña del ingenio azucarero San Francisco de Paula y de la hacienda Santa Ana de Aguiar, no obstante, fue criado en un ambiente humilde y con una disciplina estricta. Quedó huérfano a los 7 años de edad y su tío José Agustín Caballero, profesor del Seminario de San Carlos y San Ambrosio, se hizo cargo de su educación.

Con el objetivo de ejercer el sacerdocio ingresó en el Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio, donde años más tarde se graduó de bachiller en leyes. Allí conoció a Félix Varela y Morales, quien le comunicó las ideas del iluminismo y el racionalismo. La filosofía de Descartes funciona como una guía en la lucha contra las tinieblas a partir de tres preceptos fundamentales: la duda metódica, la concepción técnico-mecánica del movimiento, y la utilización del método de experimentación en las ciencias.

Discípulo de Varela, quien fustigaba serena e intrépidamente los intereses de la metrópoli española, le inculca al padre Caballero las ideas independentistas, pero a Varela lo destierran de Cuba y desde Estados Unidos le recomienda a su discípulo cautela para continuar la obra.

En el Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio, el joven presbítero encontraría su definitiva vocación como maestro, un oficio al cual consagraría su vida pues se dedicó a lograr que la enseñanza universitaria en Cuba alcanzara similar nivel académico al de los países europeos. Debe decirse que aunque recibió las órdenes sacerdotales menores, al poco tiempo abandonó los hábitos.

En 1824, de la Luz y Caballero se convirtió en el director de la Cátedra de Filosofía del Seminario de San Carlos, un cargo que antes habían ocupado José Antonio Saco y Félix Varela. Poco más tarde, estuvo dos años (1828-1830) de viaje por Europa visitando los principales centros de cultura con el propósito de aprender de los que saben, para aplicar sus conocimientos en la Isla.

De 1837 a 1841 visitó numerosos lugares del mundo, y tuvo ocasión de conocer a algunos eminentes intelectuales, entre ellos Alejandro de Humboldt, luego llamado el Segundo Descubridor de Cuba, al poeta Henry Wadsworth Longfellow, al novelista Walter Scott, y al dramaturgo Johann Wolfgang von Goethe, entre otros. Tales amistades le aportaron muchísimo en tanto el cubano manejaba con soltura varios idiomas: inglés, francés, italiano y alemán.

En 1832, de la Luz y Caballero fundó un colegio según sus proyectos de instrucción moderna y, a pesar de su débil salud, en 1838 fue nombrado presidente de la Sociedad Económica, en la cual desplegó enorme actividad literaria y pedagógica. Enfermo de nuevo, marchó a Europa mientras que en Cuba fue acusado de conspirar contra la corona española y adherirse a las ideas independentistas.

En Cuba, colaboró activamente en las revistas Bimestre Cubano, Mensajero Semanal, Diario de La Habana, Memorias de la Sociedad Patriótica, Faro Industrial de la Habana y Revista de la Habana, publicando artículos e investigaciones filosóficas y educativas. Se hizo también célebre por sus aforismos, entre otros, el más famoso: “Antes quisiera ver yo desplomadas, no digo las instituciones de los hombres, sino las estrellas todas del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de la justicia, ese sol del mundo moral”.

En su profusa obra escrita se puede descubrir el llamado enérgico a hacer ciencia para la patria, paradigma sui generis, vinculado a una profunda educación ideo-política vinculada al nacimiento de la nacionalidad cubana; se propuso la creación de una juventud culta y activa dentro de los marcos de un país que -como él mismo expresara- encontró en la producción de guarapo, tabaco y café las actividades fundamentales capaces de colocarlo a la altura del desarrollo de Europa.

La muerte lo sorprendió fundando otro colegio al cual enviarían a sus hijos las familias más aristocráticas de la Habana. Dejó numerosas obras inéditas de las que se publicaron dos tomos en 1890 titulados Obras de don José de la Luz Caballero. Pocos años después de su muerte ya era considerado una de figuras claves de la ilustración en Cuba, con una obra considerable en pro del desarrollo de la educación pública.

El concepto pedagógico de José de la Luz y Caballero resulta de plena vigencia: “Cuando se cultiva, moraliza e instruye a la vez (…) se cumple con los fines de la pedagogía, porque cultivar las facultades todas, moralizar al individuo y transmitirle conocimientos; tales son los fines de la enseñanza, de la verdadera enseñanza”.

José Martí lo llamó el “silencioso fundador”, y Enrique José Varona dijo de él que era el “pensador de ideas más profundas y originales con que se honra el nuevo mundo”. Amado y respetado incluso en su época, José de la Luz y Caballero también fue conocido como “El maestro de todas las ciencias”, “El sabio cubano” y “El Sócrates de Cuba”.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.