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Presencia del maíz en la santería cubana

Entre las plantas el maíz reviste una particular importancia, tanto dentro de la religiosidad como para la antropología. El maíz era desconocido para los africanos, arrancados por la fuerza de su tierra y su cultura para ser esclavizados en América. Este doloroso proceso de la trata, que duró más de tres siglos, obligó a los esclavizados a reconstruir y a recrear su vida en condiciones muy difíciles. En esa recreación, el maíz fue incorporado como un elemento vital de sus ceremonias religiosas.


Este artículo es de hace 12 años
La Regla de Ocha o Santería es un sistema mágico religioso cubano de marcada ascendencia yoruba. Es el sistema en el que se rinde culto a los dioses que se denominan orichas. Integran un panteón un tanto parecido al de la antigüedad greco-latina con una cantidad fija de divinidades que para algunos llegan a diecisiete y para otros son veintiuno. (Figarola, 2006)

La Santería ha merecido incontables estudios y acercamientos desde disciplinas muy variadas y diversas. Cada avatar (conocido en Cuba como camino) de los orichas expresan un gran caudal imaginativo, donde dioses, hombres, animales, plantas, ríos, montañas y espejismo de la mente interactúan para estructurar una cosmovisión de las más complejas que se pueda conocer. (Bolívar, 1990)

Para los creyentes de la Regla Ocha o Santería, las plantas son consideradas como verdaderas fuentes de vida por las fuerzas sobrenaturales que de ellas emanan. Tienen una determinación enorme en la vida de los practicantes por sus vínculos con su mundo espiritual. Osaín, dueño de la vegetación terrestre en el universo de la Santería, representa su divinidad mayor.

Entre las plantas el maíz reviste una particular importancia, tanto dentro de la religiosidad como para la antropología. El maíz era desconocido para los africanos, arrancados por la fuerza de su tierra y su cultura para ser esclavizados en América. Este doloroso proceso de la trata, que duró más de tres siglos, obligó a los esclavizados a reconstruir y a recrear su vida en condiciones muy difíciles. En esa recreación, el maíz fue incorporado como un elemento vital de sus ceremonias religiosas.

Las propiedades adjudicadas al maíz por los creyentes de la santería, se han transmitido de generación a generación por sus mayores en la religión, imaginadas y elaboradas por los esclavos y sus descendientes en asociación con el desarrollo biológico de la planta, y por sus importantes usos cotidianos, que tantos beneficios les diera en su infortunio.

Cabrera (1993) refiere que el maíz "pertenece a todos los santos," y explica que sus nombres en la tradición yoruba son agguáddo, abáddo, oká; las mazorcas asadas se le ofrecen a Babalú-ayé (sincretizado con San Lázaro, patrón de las enfermedades), los granos tostados a Eleggúa, Oggún y Oshosi (El Niño de Atocha o San Antonio, San Pedro y San Norberto, respectivamente). Cortadas las mazorca en varios trozos, a Oshún (Ntra. Sra. de la Caridad) y Yemayá (Ntra. Sra. de Regla). Finado se le ofrece a Obatalá (Ntra. Sra de Las Mercedes) y a los Ibeyi (San Cosme y San Damián.)

El maíz se le ofrece al santo que sea cuando éste lo indique, ya sea en trabajos propios de la santería o en ofrendas. (Bolívar, 1990)

Algunos ejemplos pueden ser los siguientes:
El maíz en los cultos religiosos se usa para varios fines, algunos son:

• como componentes de ofrendas que pagan "licencias" o "derechos", especie de peaje o impuesto religioso, para entrar a los lugares sagrados como el monte y el cementerio.
• se utiliza como equivalente del dinero en idénticas situaciones asociadas al acceso a lugares fundamentales para el mundo religioso de la Regla de Ocha.

Por otra parte, los trabajos y ofrendas de la Santería se realizan de acuerdo a los signos que marque el sistema adivinatorio de la Santería, el Diloggun. Estos signos o letras tienen una gama de recomendaciones, prohibiciones, peligros y soluciones fijas que incluyen baños con plantas, frutas, comidas, etc.

El maíz está presente con mucha frecuencia en una o varias de las recomendaciones, principalmente en las purificaciones, ofrendas y comidas, para el desarrollo personal del consultado (el que va a registrarse). Es de resaltar que las "recetas" pueden variar dentro de determinado rango en la consulta, así Shangó puede pedir algo extra en su amalá (harina de maíz con quimbombó) y así debe hacerlo quien se consulta para ganar la simpatía y apoyo del santo.

En las ceremonias obligatorias de la Santería, el maíz también tiene su sitio. En la Iniciación o Asiento, cuando el iniciado o Iyawó recibe el santo que va a regir su vida en lo adelante, el ebbó o limpieza de entrada, lleva entre sus componentes maíz tostado y en otras preparaciones, al igual que la rogación inicial de cabeza, pero ésta sólo lleva el grano tostado. Estas ceremonias se hacen para que el iniciado llegue puro a recibir su santo tutelar.


El maíz también está en el aché de la Iniciación, ceremonia que conecta al iniciado con las bendiciones de su santo tutelar. En su preparación, los granos tostados de este cereal tienen un papel importante. Igualmente ocurre con otros rituales durante la iniciación como el Saraeko Nangale, conocido a veces como Ñangareo. Se prepara una bebida hecha de maíz seco, azúcar, agua y unas gotas de miel de abejas llamada dengué. En este ritual se le da gracias al Sol y se busaca su aprobación para las ceremonias a realizar durante el Asiento.

En el mercado el iniciado deja a su paso maíz como parte de los ingredientes para atraer los favores de los santos, y a su regreso también tiene maíz incluido en las ofrendas que deposita. Si llegara a ser, en el caso de los hombres, un Obbá o sacerdote de la Santería para recibir cuchillo, también el maíz haría acto de presencia. El derecho a sacrificar animales para el santo requiere de ekó, tamal de maíz, envuelto en hojas de plátano.

Acompaña el maíz al creyente más allá de su vida terrenal. El Ituto o Apaciguamiento es un rito funerario para el santero fallecido, en que se le dice adiós y se le prepara su entrada en el mundo espiritual. Una jícara, vasija hecha con el fruto de la güira, acompañará al difunto en su último trayecto. En ella se colocarán maíz tostado y paja de maíz, acompañadas de otros ingredientes. Este recipiente puede ir dentro del féretro o llevarlo antes al cementerio y depositarlo en la fosa antes de que a ella descienda el cuerpo. A los nueve días se reunirá la familia de santo, al igual que al año del fallecimiento, en el Levantamiento del Plato, poniendo punto final a los lazos del difunto con sus propiedades terrenales. En esta ceremonia el maíz tostado vuelve a ser uno de los ingredientes fundamentales.

A modo de resumen se puede apreciar que desde la primera aproximación de una persona a la Santería, hasta el viaje final al mundo de los muertos, el maíz ha estado presente en todas las etapas, con una fuerte presencia. (Morales, 1997)

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