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Rayos X al Hilton de Cuba, hoy “Habana Libre”

Nueve meses después de su inauguración en marzo de 1958, valorado en 21 millones de dólares, el Hotel Havana Hilton comenzaría una pausa imprevista de la cual nunca se recuperaría. Las regalías del nuevo gran inmueble, el más alto y grande de Latinoamérica en ese momento, nunca llegaron al bolsillo del conocido magnate estadounidense. 


Este artículo es de hace 7 años

Nueve meses después de su inauguración en marzo de 1958, valorado en 21 millones de dólares, el Hotel Havana Hilton comenzaría una pausa imprevista de la cual nunca se recuperaría. Las regalías del nuevo gran inmueble, el más alto y grande de Latinoamérica en ese momento, nunca llegaron al bolsillo del conocido magnate estadounidense.

Las asperezas entre el nuevo gobierno revolucionario y la famosa firma que dirigía Mr. Conrad Hilton no se limaron jamás y terminaron, como era de esperarse, con la nacionalización del portentoso hotel el 11 de junio de 1960, rebautizado desde entonces como “Habana Libre”.

Hoy, como propiedad del gobierno cubano pero bajo la administración de la cadena hotelera española Sol Meliá, el Tryp Habana Libre se yergue como una de las obras arquitectónicas más llamativas de la principal arteria capitalina y recibe a cientos de visitantes cada semana en su condición de hotel cinco estrellas.

Luego de casi seis décadas de hostilidad, Estados Unidos y Cuba han iniciado en proceso de deshielo de sus relaciones bilaterales, y con este nuevo panorama se vuelve a poner sobre la mesa el tema de las compensaciones por la expropiación de bienes. Ya la “heredera” Paris Hilton se dio su saltico por la ciudad y se hizo retratar con el emblemático inmueble de su bisabuelo a sus espaldas.

Más allá de la polémica a la que podría o no sucumbir el famoso hotel, lo cierto es que representa una facción hermosa e indispensable en el rostro de la capital de Cuba. Por ello, ahondamos hoy en detalles de su historia y en el aliento que lo trajo a la vida.

Según apuntan documentos de la época, la construcción del Havana Hilton comenzó con la compra en marzo de 1953 de los primeros terrenos en la manzana que encierran las calles L, M, 23 Y 25. Ello con un presupuesto inicial de 7 millones de pesos (por el entonces el peso circulaba en Cuba a la par e indistintamente con el dólar) sacados de la Caja de Retiro de los Trabajadores Gastronómicos.

No fue hasta 1955 que comenzaron las primeras obras de construcción y dos meses después se solicitó incrementar el presupuesto a 14 millones. Dos años más tarde el estimado del costo de la obra se elevó a 21 millones, justo tres veces el valor declarado inicialmente, inaugurándose el 19 de marzo de 1958 con la asistencia de Mr. Hilton, dueño y fundador de la cadena Hilton.

El poderoso magnate, veterano de la Primera Guerra Mundial y representante del Partido Republicano en la primera legislatura del recién formado estado de New México, comenzó su trayectoria en los negocios con la construcción de un pequeño hostal junto a su padre, luego se mudó a Texas y allí realizó su primera compra, el hotel Mobley Hotel en Cisco.

Pero su negocio no despuntó completamente hasta la construcción de su primer gran hotel, el Dallas Hilton, en 1925. A partir de ese momento continuó con la compra de varios y prometedores hoteles hasta que para el año 1946 fundó la institución oficial Hilton Hotel Corporation.

A medida que se expandía el imperio Hilton, aún vigente en nuestros tiempos, Cuba resurgía como una locación de oro para acoger uno de estos ejemplares. Después de todo, la corporación no solo contaba con el apoyo sumiso del presidente cubano Fulgencio Batista, sino que la nación caribeña se había convertido en el “París” de América, por su extravagante vida nocturna y la cantidad de celebridades que la escogían como destino turístico.

Una vez en la mayor de las Antillas, la cadena ordenó la proyección del hotel bajo la batuta del famoso arquitecto estadounidense Welton Beckett, conocido por su diseño del Beverly Hilton en Los Angeles. De igual forma, se sumaron al proyecto el arquitecto Nicolás Arroyo y su esposa la arquitecta Gabriela Menéndez, quienes fungieron como directores facultativos de la obra.

La edificación consta de dos niveles de garaje en los sótanos, un piso principal, con un gran lobby, recepción y administración, y un gran mezzanine al cual le siguen 21 plantas con habitaciones y un coctel lounge, un solarium (que permite la apertura del techo) y un mirador de cristal en el piso 30. El inmueble tiene un total original registrado de 88 mil m2 de fabricación, con 630 habitaciones y 42 suites, 3 bares, un salón para bar y cocteles, 3 cocinas, una cafetería, 2 comedores públicos, 5 comedores privados y cafetería con salón de descanso para mil trabajadores.

La piscina, con una capacidad de 530 m3, tenía originalmente en el centro un elevador para shows acuáticos. Alrededor de la misma se diseñaron unas 33 cabañas, varios bares y terrazas. Además tuvo un casino con capacidad para 500 personas.

Poseía cinco elevadores con una velocidad de 210 metros por minuto, dos más de carga y otro para bañistas. La altura total de la edificación es de 126 metros sobre el terreno.

Alrededor del año 1994, en plena crisis económica cubana, se inició una modernización del hotel que abarcó la ampliación de sus habitaciones al reducir el área de los balcones y la sustitución de todas las ventanas y puertas por perfiles de PVC con cristales especiales.

Por esas fechas, se dedicaron al menos 300 mil dólares en embellecer la entrada y base del hotel, donde se montó un gigantesco mural confeccionado con teselas de vidrio de colores blanco, azul y negro de 670 m2, que seguía el diseño original de un boceto de la famosa cubana Amelia Peláez.

Parte también del embellecimiento del hotel fue el montaje en el lobby, de una escultura perteneciente a otra afamada artista cubana, Rita Longa, llamada la Clepsidra (Nombre dado por los griegos al reloj de agua)

La Calepsidra consiste en una columna de metal y cristal con 10 metros de altura que emerge de una fuente. Fue diseñada para que, segundos antes de dar las horas, se escuchen las notas de un tema electroacústico del notable compositor cubano Juan Blanco, mientras se ilumine el fondo del estanque y comience a salir agua de cada una de las doce placas, indicadores de la hora.

El Habana Libre ha recibido a un sinnúmero de personalidades de todos los ámbitos entre las que figuran Mario Moreno (Cantinflas), Elizabeth Taylor, Sara Montiel, el presidente chileno Salvador Allende y la primera mujer cosmonauta Valentina Tereshkova.

En la actualidad, el edificio continúa siendo centro de alojamiento y entretenimiento para el creciente flujo turístico por el que atraviesa la isla caribeña. Sus bares y discotecas acogen también, a buena parte de la vida nocturna cubana en la capital.

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