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Tópicos, lugares comunes y estereotipos sobre los cubanos

Nada pone tanto a prueba la propia identidad como emigrar. Cuando se reside en el país de nacimiento se es, se pertenece sin más. Habrá múltiples momentos en los que, por factores externos, por el propio crecimiento y por la influencia de las experiencias y vivencias que van acumulándose por el camino, uno se cuestione lo que es, dónde está, los grupos, ideas o valores con los que quiere identificarse.


Este artículo es de hace 8 años

Nada pone tanto a prueba la propia identidad como emigrar. Cuando se reside en el país de nacimiento se es, se pertenece sin más. Habrá múltiples momentos en los que, por factores externos, por el propio crecimiento y por la influencia de las experiencias y vivencias que van acumulándose por el camino, uno se cuestione lo que es, dónde está, los grupos, ideas o valores con los que quiere identificarse.

Sin embargo, cuando se emigra, cuando se continúa el viaje en otro sitio, casi inevitablemente -y no por ello menos felizmente- se produce un cuestionamiento y reacomodo de lo que hasta ese momento se tenía por dado.

Lo primero que ocurre y con lo que habrá que aprender a lidiar, es con que se pasa de ser (cubano, en este caso) para no ser (no eres del país a donde te has mudado) y no tener (careces de todas las vivencias que unifican al resto de las personas con las que empezarás a coexistir y careces hasta del conocimiento más básico para saber cómo funciona la sociedad que te “acoge”). Lo segundo con lo que uno se encuentra, son los tópicos sobre la propia identidad, lo que se asume te identifica, eso que aparentemente debes ser.

Presumiblemente todos los cubanos deberemos bailar bien, ser seductores y con una pericia sexual de récord, preferiremos la playa a la nieve, deberemos aceptar las adversidades -todas- con sonrisa y buen humor, pues somos esos indios felices que aceptamos todo con resignación y templanza, todos deberemos ser capaces de poner un foco, reparar una tubería, ser ahorrativos y dicharacheros. Pero en ocasiones, también se nos presupone vagos -este tópico es en muchos casos extensible a todas otras zonas de Latinoamérica-, mentirosos de vacua labia y empalagoso halago, infieles los hombres y 'ligeras' las mujeres.

La lista de etiquetas a las que debe enfrentarse un cubano cuando se instala en otras tierras se haría demasiado tediosa por extensa, y depende en buena medida también de la experiencia de cada uno, de la zona a donde vaya a residir y también del ambiente por qué se mueva. Pero sin dudas, todos, en mayor o menor medida, nos hemos enfrentado a ese 'cubano' construido.

Aprender a vivir en otras tierras es aprender a vivir también con esos tópicos. En algunas casos, decidiremos adscribirnos a algunos, potenciarlos y a veces hasta exagerarlos -¿acaso no tenemos un amigo que nunca dio un solo paso durante sus años mozos que de pronto es el 'alma de la fiesta' y hasta profesor de salsa? En no pocos, por el contrario, decidiremos rechazarlos, confrontaremos, explicaremos e intentaremos -con o más o menos éxito- salvar la imagen de ese cubano construido pues no somos ni todos ni tan gritones, ni vagos, ni mentirosos que regalamos los oídos a todos hipócritamente.

Aprender a vivir en otras tierras y ser plenamente feliz en ellas es también aprender a aceptarse y a amar lo que de común tenemos con otros -cuando se traspasan las barreras de la aparente diferencia todos somos mucho más semejantes de lo que pensamos- y lo que nos distingue y diferencia. Sólo cuando eso se produce podemos llevarnos la Isla a cualquier sitio del mundo y recrearla siempre que la añoranza y el deseo de pertenecer, estar y ser en ella afloren.

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Marlén González

(La Habana, 1978) Lic. en Filología hispánica y Máster en Lexicografía. Ha sido profesora en la Universidad de La Habana e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela.

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Marlén González

(La Habana, 1978) Lic. en Filología hispánica y Máster en Lexicografía. Ha sido profesora en la Universidad de La Habana e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela.