Si algo define el paisaje urbano de la capital de Cuba, es la recurrencia del eclecticismo, mezcla algo abigarrada de distintos estilos arquitectónicos, pero que de alguna forma moldean elegantemente bellas edificaciones que hoy se suman a nuestro patrimonio material.
Sin embargo, un estilo logró apartarse un poco de lo ecléctico en La Habana y distinguirse en algunos de los más conocidos y portentosos inmuebles del país; ese fue el Art Decó, tendencia más geométrica y minimalista en los adornos que inició a partir de 1920 y se colocó en boga entre la burguesía cubana por los primeros años de la década de los 30.
Este estilo vanguardista de principios de siglo XX también influyó en las artes decorativas como el diseño interior y diseño gráfico e industrial, también a las artes visuales tales como la moda, pintura, grabado, escultura y cinematografía.
Hoy existen en la Isla numerosas construcciones que ostentan -sobre todo y a veces de forma exclusiva- en sus fachadas rasgos del estilo Art Decó. Aunque entre las mismas se encuentran tanto modestas casas de la clase media, como grandes mansiones, las obras más espectaculares son aquellas que adornan imponentes edificios que hoy son rasgos imprescindibles de la fisonomía habanera.
A continuación te presentamos 3 grandes exponentes del Art Decó cubano que no puedes dejar de visitar si vas a la Isla, principalmente porque en algunos casos se exponen hoy a un lamentable grado de abandono y despojo de muchos de sus atributos originales.
1. Edificio Bacardí
Considerado por muchos como el máximo exponente del legítimo Art Decó en Cuba, este es uno de los edificios más hermosos que aderezan el panorama de La Habana patrimonial.
Su construcción culminó en 1930 como el edificio más alto del momento para acoger la sede de la famosa firma ronera Bacardí, bajo el diseño del proyectista Esteban Rodríguez Castells, con Rafael Fernández Ruenes y José Menéndez como arquitecto e ingeniero, respectivamente.
Tiene un total de 12 plantas que culminan en la estatua de un murciélago negro, símbolo mundialmente conocido de la compañía.
El inmueble ocupa una superficie total cubierta de 7,031 m2 y sus paredes, pisos y techos se encuentran revestidos de granito natural, al igual que la fachada. En la construcción original se usó granito Labrador oscuro de Noruega, en la fachada Granito rojo de Baviera y en el lobby Granito Rosado de Baviera.
Los trabajos fueron ejecutados por la Compañía Grasyma, de Wunsiedel, Baviera, quien puso en Cuba el pedido a los cuatro meses de enviados los planos de trabajo a Alemania.
El verde suave del mármol de las paredes fue utilizado por primera vez en Cuba.
Documentos de la época ya daban fe de la singularidad de esta joya arquitectónica: el edificio Bacardí puede decirse que tiene mármol y granito de todas las naciones de Europa, pues existe material procedente de Alemania, Suecia, Noruega, Italia, Francia, Bélgica y Hungría.
2. Edificio López Serrano
De gran influencia estadounidense y a todo lujo, se levantó en el año 1932 el edificio López Serrano para acoger apartamentos de la clase acomodada cubana en la calle 13 esquina a L, en el Vedado.
Fue el primer rascacielos y gran edificio de apartamentos en la capital cubana y pertenecía al hijo de José López Rodríguez, uno de los millonarios más famosos de Cuba, quien se suicidó al sentirse arruinado en la crisis de 1921, con nada más y nada menos que 11 millones en el banco.
Fue diseñado al estilo de New York, cuyas regulaciones urbanas precisaban el escalonamiento decreciente de las plantas superiores buscando la ventilación e iluminación para la cuidad.
El López Serrano posee 10 plantas de alto puntal y cuatro más en la torre y fue construido con estructura de acero y muros de ladrillos. Los vestíbulos ostentan bellos pisos de terrazo.
Los muros enchapados hasta lo alto con mármoles rojos de Marruecos. De la misma forma, el recibidor principal contiene -todavía- bellos adornos enchapados al mármol de las paredes, que se extienden a los luminarios y carpintería.
En el lobby se sitúa un relieve incrustado en la pared titulado El Tiempo, en níquel-plata y que fuera fundido en 1931 en talleres de Luyanó. En la primera planta quedaron inaugurados locales de uso público, un restaurante, una farmacia, una barbería y una tienda.
Fue construido por el arquitecto Ricardo Mira y el ingeniero Miguel Rosich, quienes siguieron las orientaciones de su propietario de lograr una imagen de comodidad, higiene y lujo.
3. Edificio América
Un conocido rostro de la vida nocturna de la capital por ser sede actual del Teatro de Variedades América y la Casa de la Música de La Habana. Fue levantado en 1941 a la orden del señor Antonio Rodríguez Vázquez, en la esquina de las concurridas calles Galiano y Neptuno. Constituyó la obra de los arquitectos Fernando Martínez Campos y Pascual de Rojas.
Con diez pisos en general y otros dos en la zona de la torre, se alzaba como uno de los inmuebles de mayor altura en Cuba y comprendía unos 67 apartamentos para alquilar y dos grandes teatros, el América con capacidad para 1,800 espectadores en su vasta sala de 29 metros de luz, y el Radio Cine, que ya existía en el lugar.
Según expertos, el edificio muestra referencias evidentes al Rockefeller Center, de New York, y al interior del Radio City Music Hall, así como detalles recreados a partir del considerado entonces el mejor de los cines norteamericanos: el Paramount, de Oakland, diseñado por Timothy Pflueger en 1929.
Desde su inauguración se convirtió en un lugar de referencia para el espectáculo cubano, la belleza y sobriedad de su diseño arquitectónico y de interiores le ganó fama de ser uno de los teatros más elegantes de la ciudad.
Este recinto artístico acogió en su momento a grandes nombres de la cultura cubana y mundial como Ernesto Lecuona, Adolfo Guzmán, Chucho Valdés, Juan Formell, Pedro Infante, Rita Montaner, Ester Borja, Rosita Fornés, Lola Flores, Elena Burke, Benny Moré, Adalberto Álvarez, Josephine Baker, Alfredo Sadel, Bola de Nieve, Marianela Bonet, Sara Montiel, Libertad Lamarque, y muchos más.
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