En los tiempos que corren dejarse el móvil en casa es casi más dramático que dejarse las llaves.
Las personas viven hiperconectadas a la red y desarrollan vidas e historias virtuales paralelas y concomitantes con las reales.
Documentar y compartir pensamientos, experiencias, lugares que se visitan, situaciones presenciadas o protagonizadas es casi tan importante como vivirlas.
Si hace poco el invento del palo selfie facilitó el recurrente acto de sacarse una foto en las más disímiles circunstancias; el bautizado como selfly ha nacido, precisamente, para desbancar a su predecesor y hacer más sencillos el posado y la búsqueda del ángulo perfecto.
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