En tantos años junto al Barça, se le han visto muchas celebraciones al argentino Leonel Messi, pero la de ayer, ante la mítica victoria de 6-1 ante el PSG francés Champions, fue singular. Ante la épica, in extremis, cuando ya nadie creía en el pase a cuartos, Sergi Roberto hace un gol en el minuto 95, y el estadio estalla y el argentino tuvo un detalle especial con el público.
Messi no corrió a abrazarse a sus compañeros, ni tampoco miró al cielo en su clásico gesto cuando marca un gol o cuando celebra; el futbolista simplemente corrió junto a la grada, se subió y celebró allí con el público; con ese público que lo acogió como si fuera un dios y que gritó con él como nunca.
Se podía ver el desespero y la preocupación de los guardias de seguridad ante un momento "fuera del guión" habitual de una celebración, pero allí estaba Messi haciendo equilibrio para no caer, y allí estaba el público culé, rendido, sosteniéndolo.
La mano en el pecho, contra el escudo, fue una vez más su declaración de amor a un equipo que lo vio crecer, que lo hizo grande, y un equipo al que también Messi ha llevado a la gloria en la última década.
El futbolista argentino siempre ha dicho que quiere retirarse en el Camp Nou, que quiere acabar su carrera en el Barça, y tras idas y venidas sobre su siempre comentada renovación, ojalá lo visto ayer sea, una declaración de amor eterno.
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