Está claro para todos que Cristina Obín ha hecho muchas y hasta mejores cosas que El Capitán Tormenta, pero una parte importante de los cubanos la recordamos, sobre todo, por su imagen televisiva de 1973, en el espacio Aventuras, que en ese momento gozaba de inmensa popularidad.
Se trataba de la adaptación a la pequeña pantalla de la novela de aventuras escrita por Emilio Salgari y dirigida por Erick Kaupp, quien había demostrado pericia a la hora de traducir para los cubanos clásicos del género como Los tres mosqueteros, Los vikingos, El Águila, La leyenda del príncipe y El cautivo del rey, entre otros.
En el muro de Jorge Fernández Era se puede leer, acompañando las fotos del cumpleaños 70 de Cristina Obín: “la decena de fiñes de la cuadra dejábamos causas pendientes y corríamos hacia el único hogar con televisor a ver cómo El Capitán Tormenta desenfundaba su sable y acababa con todos los malos habidos y por haber. Esperábamos que en cualquier momento se descubriera —no por cuestión de género, sino por elemental justicia— que la tempestad era mujer. Bien bobos los malos si no se daban cuenta, porque un torbellino así le tumba el sombrero a cualquiera. Y salíamos otra vez a la calle cantando a coro aquello que decía: «¡El capitán Tormenta / al enemigo se enfrenta / Es libre como el viento / veloz como una liebre / y fiel a sus amigos / a su ideal / a su amor!».
Como bien asegura el escritor, en la década de los setenta El Capitán Tormenta paralizó por completo el ritmo de la vida en la Isla, y convirtió en celebridad, de la noche a la mañana a la actriz Cristina Obín, protagonista de aquella serie de aventuras capaz de transportar la imaginación de más de un televidente hacia los lejanos parajes de Chipre, recreados en blanco y negro, al igual que los enfrentamientos entre el Capitán Tormenta y los llamados jenízaros, estos últimos bajo el mando del visir Mustafá.
Formada en los rigores de la televisión en vivo, Cristina Obín y otros actores y actrices de su generación, podía enfrentarse a obstáculos como que se derrumbara un pedazo de muralla, o se moviera de lugar un árbol, pues ambos se construían en pequeños sets, en estudio, y la transmisión se veía sujeta a cualquier contingencia. No obstante, según declaró en una reciente entrevista, Cristina Obín le concede gran importancia a la famosa serie en el espacio Aventuras: “El capitán Tormenta significó para mí lo que tengo, porque hoy yo soy eso y, gracias a eso, fui todo lo demás”.
Cristina Obín estudió actuación en la Escuela Nacional de Arte (ENA) pero no llegó a graduarse por problemas personales y decidió presentarse en la Dirección de Dramatizados del entonces Instituto Cubano de Radiodifusión (ICR). Comenzó a trabajar como extra y luego cursó la Escuela de Superación de Actores en el ICR. Trabajó primero en la radio, como locutora de Radio Rebelde, y allí cultivó una excelente dicción, que todavía hoy es una de las características que la hicieron famosa.
Después, hizo teatro en televisión y varias telenovelas, que en aquel momento eran clásicos literarios adaptados a televisión, como la célebre Doña Bárbara, en 1975, al lado de Raquel Revuelta, José Antonio Rodríguez, Alejandro Lugo, José Antonio Espinosa y Daniel Rangel. Después, tomó parte de muchísimos dramatizados televisivos, mayormente en papeles dramáticos, trágicos, y también en aquel momento se hizo famoso el mito de que era la actriz cubana que mejor sabía llorar en pantalla.
Después, hizo un papel secundario en El naranjo del patio antes de irse a Caracas, y en Venezuela estuvo trece años viviendo y actuando . No consiguió protagónicos, pero por primera vez interpretó a una villana. Además, Cristina tuvo la oportunidad de explorar más el teatro. Allí actuó en Las penas no saben nadar, de Abelardo Estorino.
Luego regresó a la Isla, menos para actuar que para convertirse en escritora de libros para niños y jóvenes con más de una decena de títulos como Canciones para contar (2007), Casa de tela (2010), Otro Ratón Pérez (2011), de la Editorial Gente Nueva, y el más reciente: La novia de Elpidio. A pesar de sus muchos logros y emprendimientos, Cristina Obín será recordada siempre, por una generación de cincuentones como El capitán Tormenta.
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