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José Manuel Cortina: “Yo pago las miserias humanas con trabajo”

El mejor entrenador de pitcheo que reside en Cuba nunca ha integrado el cuerpo técnico del equipo nacional.

 © Katheryn Felipe.
Foto © Katheryn Felipe.

Este artículo es de hace 3 años

De todos mis amigos, José Manuel Cortina es el más resabioso. Alguna vez le dije que cuando el sol no sale él se queja del frío, y si sale, protesta porque siente calor. Lo que nunca le dije es que entiendo que esa es su manera personal de expresar una virtud que admiro en todo hombre, y esa virtud se llama inconformidad.

En Pinar, donde debieran inventar el título de Entrenador Ilustre y otorgárselo, le sobran admiradores que comienzan diciendo que “es un tipo difícil”, para cerrar la frase con “pero es el que más sabe de pitcheo”. Sin embargo, como tiene talento que hace sombra, no le han faltado tiros enemigos.

Es por eso que de Cortina no se habla ¡ni de lejos! con la frecuencia que oímos mencionar a otros entrenadores de inferior calado. Como escribí una vez, ha militado siempre en el partido de los que no se callan, y apartarlo se convirtió en el modo más efectivo de ponerle la mordaza. Por eso no ha sabido de equipos Cuba –oh vergüenza, oh estupidez, oh mezquindad- en más de 40 años de trabajo.

Pero, al menos en mi equipo, Cortina siempre juega. Es el as de la rotación de mi postemporada imaginaria, y a seguidas lo voy a subir en el montículo para que tire nueve innings de preguntas. Play ball!!!

Primer inning

Alguna vez, Mariano Rivera agradeció públicamente tus enseñanzas en los primeros años de su formación. ¿Es ese el reconocimiento más grande que ha recibido tu carrera?

-Yo trabajé con él en 1986 en Panamá Oeste, cuando Mariano era torpedero y pitcher amateur. Nos concentramos en su mecánica de pitcheo y en los lanzamientos básicos. Entrenamos un año y creo que entonces se fue a Dominicana, yo vine para Cuba y por los años 90 volví a saber de él cuando lo vi en la nómina de los Yankees. A decir verdad nunca hablé con nadie de eso porque me daba pena y temía que me tildaran de fanfarrón. Cuando él lo dijo en Panamá me llovieron las llamadas de mis amigos, sorprendidos con las declaraciones de un astro del béisbol, miembro del Hall de la Fama con voto unánime. Es un gran reconocimiento que recordara a este humilde entrenador cubano que hacía mucho tiempo había ido a trabajar con muchachos juveniles de Panamá Oeste.

“Pero ese no es el único reconocimiento de que me enorgullezco. Hay muchos. Por ejemplo, Carlos Llanes ha tenido palabras de agradecimiento para mí, Pedro Luis Lazo dice que su slider -que tantos estragos hizo en Cuba y fuera de ella- se la enseñé yo, Lázaro Blanco sostiene que lo he ayudado mucho... Para mí eso es lo máximo, para eso trabajo, y ahora que me he puesto viejo tiene mayor significado”.

Segundo inning

Además de Rogelio García, ¿qué lanzadores te deben (por lo menos en alguna medida) su llegada a la estelaridad?

-Rogelio empezó con el viejo José Joaquín Pando, del que yo era ayudante porque él había sido mi entrenador de pitcheo cuando fui juvenil. Con Rogelio trabajé en algún problema técnico relacionado con que lanzaba en contra de su cuerpo, pero Pando fue el hacedor de esa generación de muchachos. Luego, en 1984, trabajé con él en la recuperación de su brazo, aproveché para mejorar su curva y pusimos énfasis en los lanzamientos cerrados. Creo que esas cosas pudieron ayudarlo bastante, por ejemplo, en sus dos juegos sin hit ni carrera.

“Mis servicios como entrenador pueden vincularse más con atletas como Juan Carlos Oliva, Reinaldo Costa o Félix Pino, quien era jardinero derecho y como no era buen bateador lo motivé a que fuera lanzador. También se puede mencionar a Faustino Corrales, Vladimir Baños, Erlis Casanova, Yaifredo Domínguez, Carlos Llanes, Ariel Prieto, Liván Hernández y Gervasio Miguel Govín, para hablarte de los más conocidos.

“De Julio Romero y Jesús Guerra también fui entrenador, pero ellos llegaron a mí siendo lanzadores hechos, aunque contribuí a recuperar sus brazos. Eso lo hice también con José Ariel Contreras, al cual en 1998 le enseñé un agarre nuevo para tirar el tenedor. Muchos años después, Contreras vino a Cuba y me dijo que en Estados Unidos había un montón de agarres para el tenedor, pero que el suyo era diferente y estaba catalogado como el más efectivo”.

Tercer inning

¿Cuáles son los atributos fundamentales de un pitcher?

-Para los lanzadores se juega con la edad, velocidad y estatura. Se debe buscar hombres con una mano grande que en un futuro le facilite la posibilidad de una eficiente explosión al soltar la pelota para imprimir el máximo de velocidad. Lanzar implica obtener un buen equilibrio, poseer una adecuada transmisión del movimiento, tener una técnica correcta y saber usar de forma estable una suma de esfuerzos que faciliten la salida de la bola con estabilidad. Desde edades tempranas hay que aprender a agarrar debidamente la pelota y a alinear los tres timones fundamentales: la pierna de paso, el mentón y el posicionamiento del dedo pulgar.

“Un lanzador ideal necesita un conocimiento total de todos los bateadores, poseer una gran memoria, saber quién es el bateador que encaja más con sus envíos, recordar cómo le lanzó en el primer turno y cómo lo hizo en el juego anterior, saber dónde tiene su mejor swing, cuando es más agresivo, etcétera. Pero esto solo no basta: debe colocar la bola donde él quiere, rotarla, saber cuándo poner y quitar velocidad, y hasta convencer al bateador de algo que él no va a hacer. Todo esto se resuelve con mucha dedicación. Su diferencia con el bateador es que éste se enfrenta a él tres o cuatro veces, pero él se enfrenta tres o cuatro veces a todo el line up.

Cuarto inning

Siempre insistes en que los pitchers tienen que saben batear para pensar como el hombre que está en home...

-Yo insisto en que el lanzador debe saber batear porque debe saber jugar béisbol para que aprenda a adelantarse a las jugadas de la misma forma que lo hace un jugador normal, y dentro de eso conocer los secretos del bateo para poder contrarrestar al bateador. Este, en cambio, no tiene necesidad de saber lanzar, pues le basta con estudiar al pitcher.

Quinto inning

¿Por qué, siendo un entrenador de amplio reconocimiento, te ha costado tanto estar en los dugouts de Pinar del Río o el team Cuba?

-En Pinar muchas veces he tenido el privilegio de estar en el dugout; siento un gran orgullo de mi tierra y cuando esos lanzadores de hoy me buscan para pedirme una opinión, no imaginas la satisfacción que experimento. En mi provincia he trabajado con lanzadores inclusive en etapas donde hubo directores que ponían mi forma de ser por encima de mis resultados de trabajo. Pero yo tengo un problema que no puedo quitarme, y es que le digo lo que pienso a la gente. Por desgracia, hay personas que no les gusta oír opiniones contrarias y entonces me dejan fuera de los proyectos. No obstante, yo pago las miserias humanas con trabajo.

“Acerca del team Cuba, no tengo explicación sobre por qué nunca hice un equipo. Modestia aparte creo que podía haberlo hecho, porque cuando entrenaba a los pitchers pinareños, de siete u ocho que iban al Cuba cinco o seis eran míos. Pero en aquella época había una forma de dirigir donde un grupo tenía plantilla fija y nadie más entraba. Eso no melló en modo alguno el amor que siento por mi trabajo: fíjate que fuera de Pinar he trabajado en la Isla, Matanzas, Santiago de Cuba y ahora mismo ando por Camagüey”.

Sexto inning

Si te dieran a escoger entre dos pitchers jóvenes para entrenarlos, a cuál elegirías: ¿al rápido pero descontrolado, o al muchacho de 88 mph con control en sus envíos?

-Personalmente, yo escojo a lanzadores altos, con manos grandes y movimientos rápidos del brazo. Lo demás lo ponemos trabajando.

Séptimo inning

¿Es culpa de nuestros entrenadores que los pitchers cubanos no exploten recursos como el de moverse en la tabla de lanzar?

-Yo no creo que el lanzador deba moverse en la tabla, lo que tiene que hacer es perfeccionar su movimiento y hacer todos sus lanzamientos iguales. Hay lanzadores que usan en su movimiento distintas partes de la tabla, que tiene 24 pulgadas y el plato, 17. O sea, que hay siete pulgadas de diferencia. Poner la bola en un lugar específico es ya de por sí difícil; imagínate moviéndote en la tabla. Yo no lo recomiendo. Si otros entrenadores lo hacen, es su criterio.

Octavo inning

¿Por qué hay tanto pitcher de 85 millas en la Serie Nacional?

-Obviamente, se requiere una mejor selección a la hora de escoger lanzadores.

Noveno inning

Acabas de cumplir 70 años y sigues en la pelota. ¿Será que te gustaría que la muerte te sorprenda en un terreno?

-Es cierto, ya tengo muchos años. Nunca pensé llegar aquí. En 2006 me sometí a un tratamiento muy delicado a causa del cáncer de amígdalas, y gracias a mis amigos y a la salud pública cubana estoy vivo.

“Yo me retiré en 2015 y estando en mi casa sin hacer nada, me llamaron para participar en el juego que se hizo con Tampa Bay. Esa invitación me sorprendió, pero accedí a ella, fui y estuve trabajando con la preselección nacional y la sub-23 durante dos años de forma voluntaria. Entonces, cuando Lazo fue designado director de Pinar me preguntó si yo ganaba algo por el trabajo que hacía, le dije que no, que vivía de mi retiro, y él me dijo ‘eso es injusto, hay que hacerte un contrato’. Hoy tengo un contrato y no sé si me voy a morir en un terreno, porque no le puedo negar mi ayuda al que la pide".

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Michel Contreras

Periodista de CiberCuba especializado en béisbol, fútbol y ajedrez.


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