Autismo

El autismo es un desorden del desarrollo del cerebro que compromete el funcionamiento global del niño.


Este artículo es de hace 10 años
El autismo es un desorden del desarrollo del cerebro que compromete, en mayor o menor grado pero siempre de modo significativo, el funcionamiento global del niño que se retrasa, con relación a los de su edad, en la adquisición de habilidades para la comunicación, para establecer relaciones sociales y en la organización de la conducta en su vida diaria. Todas, incluso, pueden estar prácticamente ausentes. Su prevalencia varía mucho de un país a otro. Su causa hasta el momento es desconocida. Se invocan influencias ambientales (toxinas, sustancias químicas), infecciones virales en la etapa prenatal o posnatal temprana, intolerancia a ciertos alimentos (gluten, caseína) y factores genéticos. Se han identificado hasta 20 genes que pueden intervenir en el origen del trastorno y que aportan una predisposición. Los rasgos más notables de los autistas son la dificultad para establecer relaciones sociales y para la comunicación, tanto verbal como la que realizamos a través de los gestos, el tono de la voz o la mirada. Es "como si no captara" lo que otras personas sienten. Por ejemplo: no reconocen por la expresión del rostro cuándo la persona está triste, "brava" o alegre. Estas dificultades también la traducen en la imposibilidad de reproducir gestos y posturas que otros hacen, como hacer "las torticas", tirar besos, decir adiós con la mano. Estos síntomas varían. Hay niños con manifestaciones muy severas y otros con rasgos mínimos. Estas pueden semejar alteraciones en su "modo de ser", siendo descritos como "extraños o raros" y presentar además dificultades en el aprendizaje. Las personas afectadas severamente tienen posibilidad de autolesionarse, presentar movimientos repetitivos sin una finalidad específica y tener una conducta agresiva. Los primeros síntomas aparecen tempranamente, antes de los tres años de edad. Los síntomas persisten durante toda la vida. Con la maduración y el accionar terapéutico muchos niños mejoran. Puede haber un aumento de la sintomatología al arribar a la adolescencia. El autismo se puede asociar a la epilepsia, al síndrome de Down y con otros desórdenes que cursan con retraso mental, como el síndrome del frágil X y la rubéola congénita. El diagnóstico es eminentemente clínico. Puede ser confundido inicialmente con problemas auditivos, con los cuales puede además concomitar, y otros desórdenes mentales como las psicosis infantiles. El tratamiento es multidisciplinario y sistemático, y se encamina fundamentalmente a lograr el desarrollo de habilidades sociales y del lenguaje para lo cual se utilizan estrategias educativas e intervenciones médicas. El uso de fármacos está indicado para el control de algunos síntomas, como la agresividad o las convulsiones, entre otros. El autismo es un trastorno de larga evolución y resulta muy importante que los padres aprendan a convivir, tratar y educar a un hijo con estas características. La estrecha interrelación con él favorecerá la evolución y el pronóstico del menor. Es recomendable, además, la asesoría genética en caso de desear la concepción de otro hijo. Ante cualquier inquietud o preocupación sobre posibles alteraciones en el desarrollo de los niños, se debe acudir de inmediato a los servicios de salud y consultar con un personal especializado, para la detección precoz y tratamiento oportuno del autismo u otro trastorno del desarrollo.

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