
Cuando solo contaba con ocho años, Juan de Mata Jova escapaba de las clases de sastrería para practicar béisbol en aquel campito de Esperanza, su pueblo natal, municipio de Ranchuelo. Después de concluir en la escuelita primaria, sus padres pretendían que aprendiera el oficio de las telas, pero en la casa todos eran peloteros y solo conversaban del profesionalismo en Las Villas. Los viejos tuvieron que aceptar la decisión del más pequeño en estatura de aquella familia de beisbolistas.El pelotero profesional más viejo de Cuba conserva intacta su memoria a pesar de sus 98 años de edad. Generaciones enteras pasaron por su vista: ”Conrado Marrero, El guajiro de Laberinto, es dos años y medio menor que yo”, sentencia con referencia a su amigo personal y símbolo del béisbol cubano. Durante su periplo por la región central (Caibarién, Ranchuelo, Esperanza, Santa Clara y Sancti Spíritus), Juan Jova integró con sus hermanos Alejandro y Ramiro, una poderosa tanda de bateadores que junto a la tripleta de los hermanos Oms, (pertenecientes a otro equipo), hacían un increíble conjunto de jugadores. “¡Con otro trío se cubren todas las bases!” Y no les faltaba razón a los que así decían en aquellos años. Jova fue jardinero derecho en el equipo Cromo Minning con el cual ganó el torneo provincial de la DNGD (Dirección Nacional General de Deportes) en 1943 y participó con el Camagüey en el efímero torneo Federación de La Tropical entre 1946 y 1947. “En la Liga de La Tropical jugaban Camagüey, Víbora, Vedado, Santa Clara, Matanzas, Regla y a veces lo hizo el Cienfuegos. Jugábamos en La Habana y ellos también venían a Camagüey. Los viajes y el alojamiento lo pagaban los patrocinadores y despertó mucho revuelo entre los aficionados”. En 1946, Camagüey se había incorporado como equipo a la Liga de La Tropical, escisión de la Liga Cubana a causa del conflicto económico entre Julio Blanco Herrera, propietario del terreno de la cervecería y sede de los principales encuentros de béisbol desde 1930, y los empresarios Bobby Maduro y Miguelito Suárez, dueños del nuevo Estadio del Cerro, desde ese momento local de la Liga Cubana. “El Cromo era la base de aquel equipo al que se añadieron peloteros norteamericanos como el center field Leon Treadway, y los lanzadores Roberto Johnson y George Brown. El empresario Eloy García nos perjudicó con el pago de algunos juegos y nosotros terminamos nuestra actuación del aquel torneo que tampoco tuvo mucho futuro. A pesar de ello, jugamos muy duro en La Habana.” Por su color de piel, no pudo acceder a las ligas norteamericanas, pues su etapa de esplendor no coincidió con la caída de las barreras raciales. Por culpa de los prejuicios y los antecedentes de todos sus compañeros que hicieron maletas a Norteamérica, nunca tuvo disposición a soportar humillaciones en ese país ni tampoco accedió a las ofertas de la Liga Mexicana por temor a las medidas coercitivas contra los jugadores que así lo hacían. En la década posterior continuó hasta 1952 en los equipos privados de la industria azucarera. Con una memoria fabulosa y una locuacidad increíble para su edad, recuerda innumerables momentos de su carrera con figuras como José de la Caridad Méndez, Eustaquio “Bombín” Pedroso, Alejandro Ohms, Ramón Bragaña, Julio “Jiquí” Moreno, el famoso árbitro cubano Amado Maestri, el scout norteamericano Joe Cambria, Lino Donoso, Conrado Marrero y los hermanos camagüeyanos Roberto y Oliverio Ortiz ¿Quién fue Jovita? “Nací el 8 de febrero de 1910 en Esperanza, Las Villas. Mi primer juego como profesional fue a los 17 años porque se le murió un hermano al center field regular del equipo de Esperanza y me fueron a buscar a la casa por las recomendaciones de mis hermanos Alejandro y Ramiro. Mi debut fue nada más y nada menos que ante Martín Dihigo, como primer bate de mi equipo y todo el mundo me metía miedo con eso. Él me dijo: Chiquito, te voy a llevar suave; y yo le respondí “Pitchea que te voy a batear” ¡Le di un tubey y quedé de 5-4! Cuando se acabó el juego el mismo Dihigo me abrazó y me cargó en peso. En una oportunidad me contrató el Santa Clara contra el Habana. El lanzador rival era Gilberto Torres- tiraba durísimo- y el receptor Julio Rojo. Gilberto me dijo ¡Te voy a tirar una bolita suave! Y efectivamente fue una curva abajo y le di tubey. En el otro turno Julio Rojo me dijo: ¡Chiquito, tú eres vivo! Vine para Camagüey en 1934 porque era la segunda plaza beisbolera del país. Había un Sargento Mayor, llamado Tejeda, buscando peloteros y me contrataron para el Regimiento Agramonte de las Fuerzas Armadas. Llegué un domingo en la madrugada para jugar por la mañana y casi no dormí por la tensión pues todos miraban mi pequeña estatura y ellos eran grandísimos. Al otro día pusieron a Eliécer Álvarez a tirar y todo el mundo me decía ¡Muchacho ese tipo es del carajo!- “Si las bolas pasan por arriba de home, olvídense que esas viran.” Pues conecté de 5-4. Después Eliécer y yo fuimos compañeros en el Cromo y para mí a sido el mejor pitcher derecho de Camagüey de todos los tiempos, estuvo como 20 años en activo. Nuestro director fue Figarola, años después con el Habana Me casé y como me convenían las condiciones, me quedé en Camagüey. Aquí me veían jugar y entonces comenzó a formarse el equipo Cromo con figuras jóvenes.” Con el team minero “Conmigo jugaron Oliverio y Roberto Ortiz. Ambos integraron las Grandes Ligas con los Senadores de Washington, después de la visita del scout Joe Cambria. Este americano no quería negros porque en aquel entonces faltaban unos años para que Jackie Robinson rompiera las barreras raciales. En el ´43 ganamos invictos el torneo DGND convocado por Jaime Mariné en la provincia y por el campo de béisbol del reparto La Vigía, pasaron uno tras otro, grandes equipos como Fortuna, Cuban Mining, Círculo Militar, Deportivo Matanzas, Teléfonos, Círculo de Artesanos de Placetas, Estrellas de Cárdenas, Contramaestre, Vertientes, Preston, Ruta 16, Orbay Cerrato, Contreras, Zulueta, República Dominicana y su director Burrolote después de la Serie Mundial Amateur de La Habana y el Deportivo Avileño. En uno de nuestros mejores momentos sobrevino la gran controversia sobre el amateurismo en Cuba, al suspender de los amateurs a Bernardo Cuervo y Conrado Marrero, acusados de cobrar. Jess Losada en la revista Carteles y Gustavo Tomeu en el diario El Camagüeyano, denunciaron la monopolización existente en La Habana. Cromo le ganó en una oportunidad 4-3 al Almendares. Por nosotros lanzó Martín Dihigo, porque viajó desde la capital por una buena suma de dinero. Su oponente por los Alacranes era Ramón Bragaña, pues los duelos entre ambos fueron tremendos cuando Dihigo jugó con el Cienfuegos y esto trajo más publicidad. Otra vez también le ganamos a los Elefantes de Cienfuegos que venían de ser campeones. Julio “Jiquí” Moreno en sus buenos tiempos me lanzó con el Vedado. También topábamos con la Universidad. En una ocasión me soltó una pedrada que me hizo mirar al catcher, entonces Amado Maestri, el árbitro, dijo: No me mires Chiquito, que yo tampoco la vi. Fui rival de Alejandro Oms de los Leopardos de Santa Clara. El Cromo tenía un pitcher chofer de ambulancias en Sancti Spíritus. En el tercer inning ganando Cromo 1-0 con two outs, vino Oms y le dijeron ¡Pásalo!- ¿Qué? ¡Ese fue! Y lo ponchó. En el séptimo con el choque 1-1 y dos en base le dijeron de nuevo que lo pasara y el volvió a decir ¡Ese fue! Oms se apretó la gorra con dos strikes. Le gritaron que lo que tenía que hacer era batear ¡Pues le mandaron la pelota a una palma! Después Oms le dijo: ¡Muchacho, a mí ni los generales me pichean con gente en base! Sagua tenía una novena fenomenal. Cuchilla Thondike , un mulato grandote, perdió como lanzador el primer juego de una jornada doble y en la tarde nos tenía en cero hits durante ocho entradas. Yo vine a batear en el noveno y toqué en plancha para lograr un hit. Después de un tubey le tocaba a Guareao, un blanco grandísimo, chofer de la ruta Habana- Santiago. Se había ponchado dos veces y como lo tenían en dos strikes, el público lo empezó a chiflar. Dio un batazo entre dos que arrancó la cerca de tejas de zinc y se quedaron al campo 2-1. Thondike se sentó a llorar como un niño en el box. ¡Así era la pelota entonces! Siempre me desempeñé en el right field y viajaba adonde me pagaran. Por los centrales jugué en Stewart, Algodones, Vertientes y en Senado contra Las Tunas -donde además de los Ortiz, alineó Gilberto “El Chino” Valdivia. De Jaronú y Jatibonico me retiré por no soportar la discriminación racial. Ya en 1952 dejé de jugar y empecé a trabajar en una tintorería. Muchos años después Todavía Juan conserva la costumbre de escuchar las transmisiones radiales de su equipo Camagüey y discutir sobre la pelota del Clásico Mundial, los Panamericanos o Copas Mundiales con vecinos y amistades. Su ojo crítico descubre imperfecciones en el lance más insignificante aunque lustre los pesados lentes de sus espejuelos, reclinado en un sillón. Nadie podría imaginar que estos 98 años recién cumplidos, muestren tanta lozanía y buen humor. ¿Por qué nunca abandonó el país y saltó al profesionalismo? Cuando la edad y los reflejos lo acompañaron prefirió seguir siendo cubano y descubrir historias en cada batey. Seis mil pesos no alcanzaron para que incursionara en México como sus hermanos y amigos. A cambio logró una numerosa familia y en estos momentos goza de la categoría de Gloria del Deporte Cubano como un verdadero “Profesional” de la Revolución.Fuente: Adelante.cu
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