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Los secretos de uno de los mayores depósitos de habanos del mundo

La mercancía, que desprende un perfume embriagador, aguarda la llegada de los agentes de aduanas para ser distribuida en las tiendas 'duty free' de los aeropuertos y en los puntos de venta de tabaco franceses.

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Este artículo es de hace 16 años

A imagen de lo que podría ser el sueño de cualquier amante de habanos, un gigantesco humidificador con millones de puros cubanos, desde el Partagas D4 al aristocrático Monte Cristo, se esconde en el interior de un inmueble ordinario en la zona de carga del principal aeropuerto de París.La mercancía, que desprende un perfume embriagador, aguarda la llegada de los agentes de aduanas para ser distribuida en las tiendas 'duty free' de los aeropuertos y en los puntos de venta de tabaco franceses."El almacén contiene entre seis y diez millones de puros, según el periodo, está fijado a una temperatura de 18º C y a un índice de higrometría del 78%", explica Amaya Moreau, directora de logística de Coprova.Esta empresa importa los 12 millones de habanos vendidos cada año en Francia, segundo consumidor mundial detrás de España, donde 21 millones de unidades se fuman cada año.En este depósito, donde la limpieza no tiene nada que envidiar a un laboratorio médico, los habanos son controlados antes de ser entregados en un plazo inferior a 24 horas por toda Francia. "El 20% de los estancos franceses compra el 80% de los habanos", dice Moreau.Aunque los puros ya son sometidos a un estricto control de calidad en las fábricas cubanas, antes de ser colocados en cajas de cedro, en el almacén del aeropuerto Charles de Gaulle vuelven a ser examinados, de forma aleatoria para los que se distribuyen regularmente y de manera sistemática para las series especiales.Juan Díaz, que lleva dos décadas en esta profesión, abre una caja de Monte Cristo número 2, le da la vuelta para extraer con cuidado los 25 habanos y los deposita sobre la mesa para examinar, uno por uno, su suavidad y la calidad de su capa (hoja tersa que envuelve el cigarro). "Los franceses prefieren los cigarros ligeramente húmedos y que no crujan", asegura este chileno de 60 años, capaz de detectar el más mínimo defecto.A su lado, una joven cepilla con delicadeza un habano que presenta una pequeña mancha de moho, una imperfección irrelevante para un habano, siempre y cuando sea constatada a tiempo."También controlamos los cigarros que nos devuelven los comerciantes", afirma Marc Berlin, que lleva quince años en Coprova, de los cuales ya hace muchos que ha dejado de sentir el olor del tabaco.En cuanto a los puros insalvables, acaban en una bolsa de basura, que será destruida por los agentes de aduanas. En la cadena de distribución, un grupo de empleados disimula en cartones las cajas encargadas por los estanqueros, para evitar tentar a los ladrones. Algunos paquetes pueden contener en efecto habanos de un valor de varios miles de euros.Los puros más caros entre los que se encuentran con frecuencia en Francia, como los Pirámides o los Sublimes de Cohiba, marca reservada a Fidel Castro antes de que dejara de fumar, se venden a 26,80 euros la unidad (39 dólares).Un precio irrisorio comparado con el Behike de Cohiba, del cual cien cajas, cada una con 40 puros, salieron a la venta hace unos meses. Su coste: 15.000 euros (21.800 dólares), es decir, 375 euros (545 dólares) la unidad, lo que le convierte en el habano más caro del mundo.Los 4.000 habanos, de tabaco de siete a ocho años de antigüedad, habían sido liados en la prestigiosa fábrica El Laguito de La Habana por Norma Fernández, su empleada más veterana.De las cien cajas de ébano, nácar o piel de raya, 99 fueron vendidas en cuatro meses, ocho en Francia y el resto en otros países europeos, Hong Kong y los Emiratos Arabes Unidos, explica Moreau.La última espera su hora de entrega en el almacén, bajo la mirada conmovida de Moreau.Fuente: Terra Actualidad. EFE 

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