Sergio se nos fue. Escuché por televisión hace un rato las noticias sobre la incineración de su cadáver. Era mucho más joven que yo. Si tuviéramos una mayor cultura sobre la salud quizás no se habría marchado tan pronto. De él aprendí cuando visitaba las bellas montañas del centro de la Isla. Admiraba sus principios. Estoy seguro de que no le habría gustado que sus cenizas reposaran en el cementerio de la capital. Ojalá que sus familiares o quienes tengan ese derecho, decidan colocarlas en algún bosque del Escambray, donde un árbol crezca junto a su memoria. Aceptaré cualquier decisión con sincera honestidad.
Fuente: Juventud Rebelde
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