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Este artículo es de hace 17 años
La pianista Ana Martin regaló una de sus facetas
prácticamente desconocidas, la de compositora y orquestadora, en la Gala por la Jornada
dedicada a la Prensa Cubana, efectuada la víspera, en el capitalino teatro Amadeo
Roldán.
Fue un concierto muy especial pues con él celebró también la
creadora sus 30 años de vida artística y el Día Internacional de la mujer.
Ana sorprendió con 19 piezas de muy bella y cuidada factura,
rebosantes de cubanía y cada una de una brevedad sorprendente y que mucho se agradece
pues permiten degustar al máximo la delicadeza, dulzura, humor y otros recónditos
detalles con que las adereza.
La velada fue ocasión para recordar a su padre, al gran Eddy
Martin, ejemplo de periodista de casta y excepcional ser humano.
Sencillas, que no simples, fueron las creaciones que Ana Martin puso
a consideración de un público embelesado, con esa sencillez que parece fluir sólo de lo
auténtico, inspirada en danzones, al zapateo, el atinado empleo de una sabrosa percusión
nativa y hasta pasajes que nos remiten a un Saumell o un Cervantes.
Buen gusto, mesura, justo uso del tempo, una feminidad segura y
rebosante, en fin los ideales ingredientes para un arte mayúsculo fue lo que Ana Martin
prodigó en este concierto memorable.
También hay que decir que estuvo respaldada por otros artistas de
primera clase como la Orquesta Sinfónica Nacional Nuestro Tiempo, bajo la batuta de
Enrique Pérez Mesa o el coro Schola Cantorum Coralina, con la maestra Alina Orraca.
El Quinteto Opus Cinco, dirigido por la violín concertante Irina
Vázquez, los actores Carlos Ruiz de la Tejera y José Antonio Rodríguez, la flautista
Iyia Mezenova, el baterista Enrique Plá y el bajista Michel Salazar, también la
acompañaron.
Tampoco fueron menos brillantes los cantantes Freddy Vera y
Verónica Vázquez y la pianista María de los Ángeles Horta.
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