«Prefiero ni darme por enterada», dice sin poder disimular el rubor
la joven y multipremiada flautista y clarinetista Niurka González
Núñez, cuando se le pregunta su parecer acerca de lo que no pocos
especialistas afirman: que es una de las más importantes intérpretes
cubanas de ambos instrumentos de los últimos lustros. «Es una
responsabilidad muy grande vivir con eso», continúa, intentando dejar
por cerrado un asunto sobre el cual, evidentemente, prefiere no
conversar, lo que denota absoluta sencillez, pero, además, una gran
sensibilidad y alma especialísima, y concluye: «No podría enfrentar los
retos de la vida pensando en esas cosas, aunque me conmueve la
generosidad de los conocedores».
Sin embargo, y aunque no quiera, es imposible ponerse a escuchar la
manera como hace suyas piezas tan ricas melódicamente y al mismo tiempo
complejas —como Sonata para flauta sola, de Leo Brouwer; Tango Estudio No. 3, de Astor Piazzolla; Cantabile et Presto, de Enescu; o Fantasía Pastoral Húngara para flauta y piano,
de Francois Doppler—, regalándonos una sonoridad cálida y pura, y no
deshacerse en elogios. Sucede que la González hechiza con su inmenso
virtuosismo y su apreciable belleza, dondequiera que sus femeniles
dedos se mueven con la suavidad y la vitalidad del viento sobre las
lustrosas llaves de su flauta en Do, ya sea en Cuba, o en Francia,
España, Ecuador, Alemania, República Checa o Inglaterra, donde
sorprendió hace apenas dos años durante la 5ta. Convención
Internacional de Flauta, prestigioso certamen que le permitió actuar en
la sala de conciertos del Royal Northern College of Music, de
Manchester.
De su grandeza como concertista también da fe su primer álbum
titulado Flauta virtuosa, «un disco indispensable para los amantes de
la flauta y para aquellos que deseen conocer de ese instrumento algo
más de lo que ofrecen, demasiado a menudo, los rutinarios registros ya
existentes», según afirma en las notas discográficas la musicóloga
Laura Inclán Narbona, y con el cual obtuvo el codiciado premio Ópera
Prima del Cubadisco 2004. Mas eso no impide —o quizá exactamente por
ello—, que músicos de la talla de Silvio Rodríguez, Leo Brouwer, José
María Vitier, Liuba María Hevia y Amaury Pérez, entre otros, la
conviden una y otra vez a que participe como artista invitada a sus
ambiciosos proyectos.
Graduada hace casi una década con Diploma de Oro en la especialidad
de Licenciatura en Música con perfil en flauta, en el Instituto
Superior de Arte (ISA), y multipremiada tanto en Cuba como en el
extranjero, la obra de Niurka González Núñez es, inexplicablemente,
poco conocida, razón por lo cual es ahora una invitada de lujo de Juventud Rebelde.
—Un día, siendo una pequeña, le dices a
tu mamá que querías cantar. ¿En qué momento el canto le cedió lugar a
la flauta y al clarinete?
—Luego de estar unos años cantando en el grupo Meñique fue la propia
maestra María Álvarez Ríos, entonces directora del grupo, quien le
recomendó a mi madre que me llevara a rendir exámenes de aptitud en el
conservatorio Manuel Saumell. Recuerdo que no teníamos muchas
expectativas porque no provengo de una familia de músicos, así que me
sorprendí cuando hallé mi nombre en el escalafón de los aprobados. Mi
primera opción en cuanto al instrumento era flauta y la segunda
clarinete. En aquella ocasión fui admitida en clarinete y años más
tarde comencé a estudiar la flauta.
—¿Cambió en algo tu vida obtener el Primer Premio en el Conservatorio Superior de Música de París?
—El año que estudié en París fue muy intenso para mí. Yo obtuve una
beca del Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia avalada por el
maestro Alain Marion. Solamente se me otorgó un año de estipendio y en
el Conservatorio Superior de París uno tiene que estudiar como mínimo
dos años para tener el derecho a presentarse a concurso. Entonces yo
pedí a la dirección del conservatorio un permiso especial que me
permitiera rendir examen habiendo cursado solo un año.
«Luego de ser autorizada, la preparación para el concurso fue muy
fuerte; fueron unos meses de mucha tensión para mí. Y sinceramente una
gran sorpresa el resultado. Algunas de mis compañeras se presentaban
por segunda vez al concurso y por supuesto llevaban más tiempo que yo
en el conservatorio».
—¿Qué te aportó estudiar bajo la tutela de la profesora Sophie Cherrier en el Conservatorio de Música de París?
—Los maestros son muy importantes en el desarrollo de los músicos.
Son ellos los que te abren la puerta hacia un mundo lleno de
maravillas, si tienen la sensibilidad y el conocimiento para hacerlo.
Por eso le estoy agradecida a todos y cada uno de mis maestros por
haberme convidado a entrar al universo de la música y a amar ese camino.
«Sophie Cherrier es un gran músico, flautista y pedagoga exigente,
con excelentes resultados. Bajo su tutela profundicé mucho en el
estudio del instrumento, de la sonoridad, del color, depurando la
técnica al servicio completo de la expresividad y de la interpretación
de las obras en sus diferentes estilos».
—La grabación de La región más transparente (CD Homo Ludens), de Leo Brouwer, se considera de referencia. ¿Qué ha significado el maestro en tu carrera?
—El Maestro Leo Brouwer confió en mí desde que lo conocí cuando
tenía 16 años y me invitó a tocar bajo su prestigiosa batuta, en lo que
fue mi debut con la Orquesta Sinfónica Nacional. Luego he tenido la
suerte de seguir colaborando con él y de interpretar casi todas las
obras que ha escrito para flauta. Es muy satisfactoria la oportunidad
de trabajar con uno de los más grandes compositores y músicos de todos
los tiempos.
—¿Cuál ha sido el mayor reto interpretativo dentro del repertorio flautístico que has tenido que enfrentar?
—Para mí todo es un reto. Porque trato de sacar el máximo de lo que
toco o estudio. Los que me conocen nunca me han escuchado decir que una
música es fácil.
—¿Qué representó para ti una experiencia
como participar en la 5ta. Convención Internacional de Flauta? ¿Es
común que los cubanos asistan a eventos como estos?
—Una experiencia muy estimulante. La del 2006 fue una convención muy
concurrida; se viven días intensamente flautísticos. Además de los
conciertos propios, asistes a todos los recitales, masterclasses,
presentaciones, etc., y compartes con colegas de todo el mundo. En
estos eventos los conciertos no son remunerados. La estancia y demás
gastos corren por los participantes. Me atrevo a pensar que es por eso
que la presencia de Cuba no es común, pues asistir implica gastos.
—Impartes clases justamente en el
Instituto Superior de Arte, donde te graduaste. ¿No roba demasiado
tiempo esa labor a tu preparación como instrumentista?
—El perfil pedagógico dentro de la música es una vocación. A mí me
gusta enseñar porque siento que me enriquece y porque aporto algo
concreto. Ver avanzar a tus alumnos, verlos crecer es algo palpable que
disfruto. Así que no lo veo como un robo de tiempo sino como una
ganancia porque es un aprendizaje para mí también.
—¿A qué atribuyes que en la actualidad haya tantas mujeres estudiando flauta?
—Se ha dicho que la flauta es «femenina» y eso pudiera ser una
razón, pero sinceramente no sé bien por qué hay tantas mujeres
flautistas aquí en Cuba. En el mundo es bastante pareja la proporción
de flautistas de ambos sexos. En nuestro país la matrícula de
estudiantes de flauta se ha incrementado muchísimo en los últimos años.
Debemos trabajar todos para elevar el nivel con que se gradúa esa gran
cantidad de flautistas, que serán los maestros de las próximas
generaciones.
—¿Por qué tanto tiempo sin volver a grabar, si Flauta virtuosa, tu primer CD en solitario, alcanzó un premio Cubadisco?
—Tienes toda la razón en eso; otras personas también me lo dicen.
Debo volver a grabar y me esforzaré por hacer un tiempo. Tengo pensado
hacer esta vez un disco que tenga su fuerte en el repertorio de nuestro
continente, también con María del Henar Navarro, con quien trabajo hace
ya 11 años.
—Con frecuencia tus créditos aparecen en
producciones discográficas de renombrados músicos cubanos. ¿Qué te
lleva a aceptar esos proyectos?
—He disfrutado y aprendido mucho con todas esas colaboraciones. Yo
siempre encantada de que piensen en mí y de... ¡que se repita!
—¿Volverías a emprender una expedición por las prisiones cubanas?
—Lo volvería a hacer. Esta Expedición ha sido uno de los proyectos
más emocionantes en los que he participado. Me dio la posibilidad de
comprobar cuán fundamental puede ser el arte para el ser humano, cuánto
mejora. Es poco todo lo que se pueda hacer para que la cultura sea, más
que una necesidad, un derecho que contribuya a mejorarnos por dentro y
por fuera. Además, vivo con el orgullo de haber sido parte de un cálido
grupo de hermanos y hermanas expedicionarios.
—Se habla de un próximo concierto tuyo
con Solistas de La Habana y luego con la Orquesta Sinfónica Nacional.
¿Qué nos puedes adelantar de esas presentaciones?
—Bueno el Concierto con Solistas será en noviembre con música del
maestro Leo Brouwer. El concierto con la Sinfónica será el día 21 de
septiembre y tocaré el Concierto para flauta y orquesta;
de Carl Reinecke, bajo la dirección de la maestra colombiana Cecilia
Espinosa. Creo que es la primera vez que se tocará este concierto en
Cuba y es una obra romántica, muy inspirada.
«También con el dúo Ondina (con María del Henar) tendremos varias
presentaciones en lo que queda de año, la primera el día 30 de agosto
en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, con un
repertorio de obras fundamentales del repertorio flautístico».
—¿Cómo se las arreglan la instrumentista virtuosa, la profesora, la esposa de Silvio y la mamá de Malva?
—Por suerte, en mi caso, ninguna de esas condiciones se contradice
sino que conviven en perfecta armonía. Tengo total apoyo de mi familia
y me siento muy afortunada de vivir cada día en un hogar lleno de amor
y respeto. Eso facilita hasta las cosas más difíciles.
«Ser madre, esposa y parte de mi familia, es lo más importante de mi
vida, porque es del ser humano que sale la música, eso es lo que me
hace poder tocar la flauta. Somos, además, muy afortunados porque
tenemos mucho trabajo que compartimos, y cuando no lo compartimos
disfrutamos el trabajo ajeno como propio. Vivo con los pies en la
tierra, lo que quiere decir que no soy ajena a problemas que nos
conciernen a todos, pero en general me considero una persona feliz».
Fuente: Juventud Rebelde