El humo de cigarrillo es un contaminante ambiental que contiene gran cantidad de sustancias notablemente tóxicas y cancerígenas
Cuba se encuentra entre los países de América Latina y el Caribe con
más alto consumo de cigarrillos, conjuntamente con Argentina, Brasil y
Chile. La calidad del tabaco cubano se reconoce en el mundo entero,
quizás por ello en esta isla son muchas las personas que fuman y las
que no lo hacen generalmente se ven afectadas por la presencia del
fumador y su dañino proceder.
Sin embargo, es preciso ponerse a pensar en los riesgos que se corren al exponerse al humo del tabaco.
La combustión del tabaco genera dos flujos de humo: el interno o
principal, y el colateral, emanado por el cigarro, puro o pipa por el
extremo en que se quema. Todos los compuestos concentrados en el flujo
principal, inhalado por el fumador activo, también se encuentran en el
flujo colateral y contaminan el aire.
A diferencia del primero, el segundo aporta al medio ambiente mayor
concentración de sustancias tóxicas y cancerígenas, pues no se somete
al filtro que constituyen los pulmones del fumador.
La composición del humo depende de diferentes factores, como son el
tipo de tabaco, la temperatura de combustión, la longitud del
cigarrillo, la porosidad del papel, los aditivos y los filtros.
La temperatura del cigarrillo varía de 30 °C en la boquilla a 900 °C en
el extremo encendido. A elevadas temperaturas ciertos constituyentes
del tabaco se descomponen, otros se combinan produciendo nuevos
compuestos y algunos pasan sin modificarse al humo. En el humo de los
cigarrillos se han identificado más de 4000 sustancias, muchas de ellas
antigénicas, citotóxicas, mutagénicas o carcinogénicas. El monóxido de
carbono (CO), la nicotina y los alquitranes, son algunas de las
sustancias componentes.
El monóxido de carbono es considerado un contaminante ambiental
sumamente nocivo, pues este gas tóxico se combina con la hemoglobina de
la sangre, dificultando el transporte del dioxígeno (O2) hacia los
tejidos.
Debido a que el humo de un cigarrillo contiene de 2 a 6% de monóxido de
carbono, los fumadores inhalan una concentración de hasta 400 ppm y
tienen una concentración elevada de carboxihemoglobina en sangre, entre
2 y 15%, de acuerdo con la cantidad de los cigarrillos que fumen,
mientras que los no fumadores pueden alcanzan el 1%, según la
contaminación existente.
La nicotina es un alcaloide muy tóxico, cuya acción sobre los
receptores cerebrales determina la dependencia tabáquica y el síndrome
de privación al faltar ésta. Los alquitranes son sustancias
carcinogénicas, siendo los hidrocarburos aromáticos polinucleares sus
representantes más importantes.
En el humo del tabaco se han encontrado irritantes pulmonares y
ciliotoxinas potentes, sustancias que aumentan la secreción de moco
bronquial y son mediadoras de disminuciones agudas y crónicas de la
función pulmonar y mucociliar. Algunos componentes actúan directamente
sobre las membranas, mientras que otros son absorbidos en la sangre o
se disuelven en la saliva y se degluten.
La generalización del consumo del tabaco en las primeras décadas del
siglo pasado hizo surgir la sospecha de que pudiese ser la causa de
diversas enfermedades, fundamentalmente pulmonares, pero
investigaciones actualizadas han demostrado su incidencia en otros
órganos.
Fuente: Cubaheadlines
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