El danzón pertenece a los pueblos de Cuba y México por igual, ya que
lo crearon y engrandecieron compositores de ambos países, expresa el
pianista Gonzalo Romeu, autor del programa Danzones de Cuba y México
con que la Orquesta Sinfónica de Campeche, dirigida por Eligio Fuentes,
se presentó dentro del 36 Festival Internacional Cervantino.
Aunque
Romeu está ligado más bien con otros géneros musicales, proviene de una
familia de “danzoneros”. Su tío abuelo Antonio María Romeu (1876-1955)
dirigió una de las orquestas más grandes de danzón en Cuba, además de
ser pianista y compositor. Si hace una década Gonzalo creó el programa
de 13 danzones “patrimoniales”, todos mezclados –la Filarmónica de la
Ciudad de México lo grabó–, fue en homenaje a esa tradición familiar.
Advierte
que no son las piezas que “toca una danzonera para que la gente baile
en el parque. La gente baila con el tambor y el bajo, y no importa si
la melodía está desafinada. Esto pretende resolverse según las
exigencias de la música grande, que se toca en un escenario sinfónico.
Hay que resolver muchos problemas técnicos, problemas relacionados con
lo mejor que tiene la música que es lo subjetivo: el fraseo y la
afinación”.
El programa de danzones casi desde su creación fue
acogido por la Sinfónica de Campeche –Romeu y la orquesta han tocado
juntos en distintas ocasiones a lo largo de la última década–, lo que
le ha permitido al pianista ser testigo de su evolución.
¿A qué atribuye el gusto de los mexicanos por el danzón?
–Aunque
no puedo saber por qué, sí puedo decir que para los mexicanos esto no
es sólo una manifestación musical, sino que el danzón los convoca
socialmente. Los aficionados al danzón en México lo convirtieron en un
ritual de carácter social. Y eso, por fortuna, se ha mantenido.
“¿Por
qué ha sucedido? No sé, tal vez por el apego a las tradiciones, porque
no hay la menor duda que en México en general su gente se ha ocupado de
mantener vivas muchas tradiciones.”
–En México el danzón se baila de una manera distinta que en Cuba.
–Podríamos decir que en México los bailadores de danzón lo coreografiaron.
No
es una exageración cuando se dice que gracias a México el danzón se
mantiene vivo porque, como reconoce Romeu, “hoy día en Cuba no le
interesa mucho a nadie”.
Fuente: La Jornada
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