| 20/12/2008 - 10:42am (GMT-4)
Un destacamento naval ruso llegó este viernes al puerto de La Habana al frente del moderno destructor Almirante Chabanenko,
en el contexto de un intercambio de salvas de saludo y bienvenida. El
barco fue recibido por oficiales de la marina de guerra de Cuba luego
de 17 años desde la última vez que surcaron las aguas caribeñas barcos
soviéticos. “Es una visita repleta de simbolismo y de que vuelven
los viejos tiempos entre Rusia y Cuba”, dijo emocionado Yaser
Rodríguez, arqueólogo de 25 años que tenía apenas ocho en 1991 cuando
se desintegró la Unión Soviética y dejó a Cuba “sola en medio de un mar
de capitalismo”, según dijo entonces el líder Fidel Castro. Muchos cubanos se agolparon por la mañana a la entrada de la bahía de La Habana para ver al Almirante Chabanenko,
uno de los tres barcos del destacamento naval ruso de visita en Cuba
hasta el próximo martes, el único que ancló en esta fecha en su puerto. El saludo fue una andanada de cañonazos desde el Morro, una fortaleza del siglo XVII situada en la boca de la bahía. El destructor, el más moderno de la flota rusa, con 169 metros de eslora y 19 metros de manga, y los buques de reabastecimiento Iván Bubnov y SB-406,
son los primeros de guerra rusos que visitan la isla en 17 años, y
llegaron a La Habana procedentes de Nicaragua, Panamá y Venezuela,
países que visitaron anteriormente. En Nicaragua entregaron ayuda
humanitaria, en Panamá atracaron en una antigua base naval
estadunidense y en Venezuela efectuaron maniobras militares durante dos
días. El Almirante Chabanenko, que puede detectar y
destruir submarinos enemigos a mil kilómetros de distancia, conserva
las estrellas rojas, emblema del desaparecido Ejército Rojo que siguen
usando las fuerzas armadas rusas, y tiene en su popa la bandera blanca
y azul de San Andrés, utilizada por los buques de guerra rusos desde la
época de Pedro el Grande. Las autoridades cubanas emitieron un escueto anuncio oficial sobre la llegada del destacamento ruso, sin mayores detalles. Voceros
de la marina y la embajada rusa en esta capital dijeron que con esta
visita se busca “desarrollar las relaciones y la cooperación” entre las
dos armadas, así como dar un impulso a la “cooperación militar”, y que
su presencia no representa “una amenaza para terceros países”. A
sólo 100 metros de donde atracó el barco se alza la catedral de Nuestra
Señora de Kazán, inaugurada en octubre pasado por el metropolita Kiril,
canciller de la Iglesia Ortodoxa rusa, y el presidente Raúl Castro. Los
guardiamarinas rusos serán recibidos por el vicealmirante Pedro Pérez
Betancourt y visitarán la Catedral Ortodoxa Rusa y el monumento al
Soldado Internacionalista Soviético. Cuba y Rusia están
reconstruyendo sus vínculos. El presidente ruso, Dimitri Medvediev,
hace tres semanas visitó Cuba durante una gira por América Latina y
dijo que quiere profundizar sus relaciones económicas, militares y de
cooperación con la isla, a la que vende autos Lada, maquinaria y
aviones Ilyushin Il-96 para uso oficial. Pero Cuba no ha importado armas en los últimos 18 años, solamente repuestos desde Rusia, según las autoridades. En
su reciente e histórica visita a Cuba, Medvediev no sólo se reunió con
Raúl Castro sino que también fue recibido por el convaleciente Fidel
Castro. Cuba fue uno de los principales aliados de Moscú durante la guerra fría. La isla importaba su petróleo, equipos y armamento de la Unión Soviética, que compraba toda su cosecha de azúcar. Tras
la desintegración de la Unión Soviética hace 17 años, Cuba perdió de la
noche a la mañana más de 80 por ciento de su comercio y cayó en una
crisis de la que recién ahora está emergiendo. Pero el momento
más tenso de las relaciones entre los dos países se produjo ante la
decisión unilateral del entonces presidente ruso Vladimir Putin de
cerrar en 2001 la base de inteligencia de Lourdes, en las afueras de La
Habana. En el nuevo contexto, luego de recibir a Dimitri
Medvediev el 28 de noviembre, el líder Fidel Castro, alejado del poder
hace dos años y medio por una crisis de salud, le explicó la política
“paciente y pacífica” de Cuba, pero sin descuidar la defensa. “Ningún
país comprende mejor esta política que Rusia, amenazada constantemente
por el mismo adversario de la paz”, escribió Castro en referencia a
Estados Unidos. Si bien se trata de los primeros buques de guerra
rusos en el Caribe desde que desapareció la Unión Soviética, Estados
Unidos se ha mostrado tolerante ante esa presencia. El portavoz del
Pentágono, Geoff Morrell, dijo en septiembre pasado que “no creo que
esto preocupe a nadie en este edificio”. Nelson Roque, del cubano
Centro de Estudios de la Información para la Defensa, escribió sin
embargo que “Estados Unidos, la OTAN (Organización del Tratado del
Atlántico Norte) y la Unión Europea observan desde hace tiempo con
preocupación la nueva situación de Rusia”, que busca recuperar su
antiguo poderío militar. Añadió que aunque Medvediev aseguró que
no marchará a una nueva carrera armamentista, “las amenazas que lo
rodean le obligarán, cada vez, a tomar nuevas medidas para mantener el
equilibrio y la capacidad de respuesta”. En medios diplomáticos
se relacionó la visita con el retorno, 48 años después, de la IV Flota
de Estados Unidos a la zona de América Latina, cuyos “fines
intervencionistas no necesitan demostrarse”, escribió Castro en mayo. Cuba
posee una pequeña marina de guerra formada por “lanchas coheteras y
torpederas, cazasubmarinos y otras unidades de superficie y destino
especial”, señala en Internet el Ministerio de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias. Esas embarcaciones, casi todas de fabricación
soviética, “tienen la misión de luchar contra las agrupaciones del
enemigo en los accesos al territorio nacional”. La isla produce lanchas Flecha,
de 28 toneladas de desplazamiento, para el servicio de guardacostas,
relacionadas con la segu- ridad, la emigración ilegal y el combate del
narcotráfico. Pero ese sector militar fue uno de los más
golpeados por la crisis económica. La Academia Naval Granma dejó su
edificio y comparte instalaciones con la Academia Superior Máximo
Gómez, en el este de La Habana, y varias de sus embarcaciones fueron
discontinuadas por obsolescencia. La visita de Medvediev, que
incluyó la cooperación militar en sus pláticas oficiales con Raúl
Castro, y la estancia de los buques rusos pueden abrir un tiempo de
modernización para la pequeña marina cubana, que tiene que custodiar 3
mil 735 kilómetros de costa. Fuente: Jornada