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Muere valeroso bombero cubano, Baldoquin

Siempre que se hable de heroísmo y valentía habrá que recordar al anónimo bombero cubano, Humberto Soler Baldoquin, recién fallecido, conocido por todos sus compañeros como el Loco Baldoquin.

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Este artículo es de hace 12 años
Siempre que se hable de heroísmo y valentía habrá que recordar al anónimo bombero cubano, Humberto Soler Baldoquin, recién fallecido, conocido por todos sus compañeros como el Loco Baldoquin. Si lo llamásemos el heroico Baldoquin, también sería reconocido por todos, es decir, el apodo de Loco se lo ganó por su temeridad frente a situaciones de extremo peligro, con sangre fría y sin temor al riesgo constante, ante momentos complejos y difíciles, sin contar con el equipamiento adecuado y en tiempos escabrosos, de enfrentamientos directos a la mano mercenaria que quemaba a diestra y siniestra los escasos recursos de nuestro país, con violentos sabotajes. Recordaremos siempre a Baldoquin como hombre extremadamente modesto, sin alardes de ningún tipo, alegre, juguetón, haciendo maldades a sus compañeros, jugando pelota en camiseta, haciendo ejercicios y prácticas de extinción, enseñando a los jóvenes bomberos, a los reclutas del primer llamado del S.M.O. que ingresaron como refuerzo a nuestra escasa fuerza en aquellos tensos momentos, donde a diario se producían siniestros, muchos de ellos por negligencias, pero otros intencionales, dirigidos por la mano enemiga. Lo tendremos siempre presente, actuando frente a los fenómenos de la naturaleza, enfrentándose a los ciclones, huracanes, inundaciones..., junto a Lezcay, Agramonte y Bienvenido Caballero, dentro de un barco incendiado, dentro de lanchas cargadas de proyectiles, en polvorines a punto de explosión, dentro de almacenes de productos químicos, en fuegos dentro de la refinería, en las fábricas de plásticos, dondequiera que estuviese el peligro, allí estaba presente el Loco Baldoquin. En el libro testimonio Desafío al peligro, el oficio de ser bombero aparecen múltiples relatos en los que narra su heroísmo de forma amena, como si se tratara de un episodio de aventuras. Encaramado en lo alto del carro escalera, colgado de los restos de un balcón, después de producirse una explosión en la fábrica de plásticos de Aldabó, enfrentado a un gigantesco e inteligente chimpancé, al que los especialistas calculaban la inteligencia de un niño de diez años y la fuerza de catorce hombres. Lo recordaremos siempre como un patriota, como un heroico, digno y fiel representante del Cuerpo de Bomberos cubano. Recordaremos a Baldoquin en la Refinería Ñico López. Junto a Luis Álvarez A el Chama@ , junto a Chin, en la petroquímica del Cotorro, en la fábrica de cervezas, sacando heridos dentro de un accidente, ayudando a los también heroicos Aragó, Chin, Mancebo y todos los que de alguna forma se cuidaban unos a los otros ante el silencioso e inminente peligro. Baldoquin en una unidad militar ardiendo por múltiples lugares, en la fábrica de fósforos, en la colchonería Lavín, durante derrumbes, sacando personas trabadas en los elevadores, rescatando mujeres con sus niños, dentro del fuego de bosques, en garajes con carros explotando, enfrentando a locos agresivos al extremo, armados, disparándole, o agrediendolo cuchillo en mano. El Loco en el fuego del Mincex junto a Rafaelito Rodríguez, o ambos encaramados sobre autos ardiendo o atrapado entre varios carros explotando dentro de un parqueo, tosiendo y semiasfixiado, o en la fábrica de gas o en las carpinterías y jugueterías que eran quemadas a propósito. Él inspiraba a sus hermanos bomberos a mantenerse firmes en lugares de extremo peligro, a mantenerse fuertes y serenos ante aquellos gritos tenebrosos que le ponen los pelos de punta y le paralizan el corazón a cualquiera dentro de un gran incendio, explosión o gran catástrofe; el Loco siempre firme, firme ante aquellos gritos de alerta y terror, ( Corran, corran que va a explotar! Baldoquin en el fuego del ITM, donde murieron cuatro jóvenes, o junto a Terry en el círculo infantil Le Van Tam, explicándole al Comandante en Jefe o rescatando niños. Dentro de un ómnibus incendiado con múltiples personas en su interior, rompiendo el parabrisas para sofocar las llamas y rescatar sobrevivientes, donde hubo más de veinte fallecidos. Recordamos su rostro entristecido ante hechos donde hubo niños fallecidos o narrando la angustia de la madre de los niños. Así era este héroe anónimo de la patria, un compañero abnegado y patriota, digno representante de los bomberos cubanos. Fuente: Granma

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