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Tras el anuncio del gobierno cubano de que los ciudadanos de ese país ya no tendrán que tener un permiso para viajar al exterior, El Eco de Tandil dialogó sobre el tema con el titular del Centro Integral de Rehabilitación y Entrenamiento Tandil (Ciret), el licenciado Roberto Yunis Páez Ruiz. En una extensa entrevista, el profesional cubano sostuvo que “es una mentira” que los ciudadanos de su país natal podrán viajar al exterior porque hay otros factores, además de la obtención del pasaporte, a tener en cuenta. -¿Cómo recibió esta noticia de que los cubanos van a poder viajar al exterior? -En realidad es una mentira, no van a empezar a viajar al exterior, porque no depende solamente de que el Gobierno cubano les permita o no la salida, sino de que el país receptor les emita una visa para poder entrar. Yo por mi trabajo he tenido todos estos años que viajar intensamente, conservo mi pasaporte cubano y hasta para ir a Cuba tengo que sacar una visa. Si bien no es una visa típica como la de los otros países, por ser emigrado Cuba me tiene que otorgar un permiso, que es un sello que le ponen a mi pasaporte para que pueda ingresar. Como yo tuve una salida legal con mi residencia en Argentina como corresponde, yo no tengo restricciones para ingresar a Cuba pero teniendo incluso esa visa. Por mi trabajo he tenido que ir a Inglaterra, a Estados Unidos, a Europa, he tenido que darle la vuelta al mundo y absolutamente todos los países le piden a los cubanos una visa. Entonces que un cubano cualquiera tenga su pasaporte y no tenga que tramitar ante las leyes del gobierno un permiso para salir al exterior, no le garantiza realmente nada. -Es decir que es un engaño… -Es un bluf, el gobierno inteligentemente le pasa la pelota a los otros porque hasta ahora ellos eran los malos de la película, los cubanos no viajaban porque no los dejaba salir. En países de mayor desarrollo o aparente mejor bienestar socioeconómico, ciudadanos como los cubanos son siempre potenciales inmigrantes. Entonces, por ejemplo, si a un argentino para entrar a Estados Unidos le dan una visa por 5 años, a mí como cubano, aunque yo tengo las empresas a mi nombre, toda mi actividad en blanco, hijos argentinos, una residencia permanente que es irrevocable, aún con todas esas características y viviendo en este país desde el año 1995 yo todavía simplemente por ser cubano, para las leyes migratorias de todos los países tengo que pasar igual por esa situación, todos los días tengo que hacer estas visas. Cuando voy con mi señora a Estados Unidos, a ella en unos pocos días le dan la respuesta. El procesamiento de mi visa toma por lo menos 20, 30 días por las investigaciones que tienen que hacer por ser cubano. Además, me dan una visa con el día de ingreso y el de egreso de mi pasaje, no es que me van a dar una visa abierta por 5 años como a un argentino. Imagínate si a un cubano joven sin hijos, sin ataduras a Cuba, con una profesión, le van a dar una visa en algún lugar. ¡De ninguna manera!, porque ven que se va a quedar, como lo hice yo y como hacen todos. Por eso es una mentira. No estoy hablando ni bien ni mal del gobierno cubano, ni de los otros países que tienen sus políticas y el derecho de tenerlas, pero el cubano, el haitiano, el colombiano son potenciales inmigrantes ante la mirada de cualquier país del mundo y en realidad no va a salir ninguno. Va a lograr salir alguno que tenga la suerte de demostrar que no es un potencial inmigrante o que tenga los contactos suficientes como para que por amiguismo le sea concedida una visa. Y más ahora que es una euforia. Calculo que debe haber un buen negocio detrás de esto por la cantidad de pasaportes que está vendiendo ahora Cuba. La ley es aparentemente buenísima y lo sería si no estuviera la situación socioeconómica que hace que los cubanos sean vistos de esta manera en el mundo. A lo mejor en un año vamos a poder hablar de cuántos cubanos viajaron gracias a esta ley, y la respuesta va a ser ninguno, o no distinto a lo que ya estaban viajando antes de la existencia de esto. Es un engaño, a mí me da un poquito de tristeza, mi hermano justo estaba en Cuba cuando salió la noticia y dice que eran impresionantes las colas en los lugares donde se tramita el pasaporte con la ilusión de viajar, porque la carencia modela lo que tú codicias. El cubano siempre tiene idealizado el viaje en sí, porque para colmo es una isla, acá te podés ir caminando a Paraguay pero en Cuba se complica. Ojalá que me equivoque, porque esto a mucha gente le podría cambiar la vida, como a mí, pero uno más que con alegría lo ve con un poco de tristeza, porque la ilusión de muchos cubanos puede llegar a estar pisoteada cuando se encuentren con la realidad de que le van a negar la visa a la gran mayoría de los ciudadanos que quieran viajar al exterior. Salir de Cuba es “Como sacarse el loto” -¿Cómo fue su experiencia personal para salir de Cuba? -Yo salí en el año 1995, las restricciones fueron tremendas, pasé más de tres meses de trámites, me hicieron hasta examen de HIV. En ese momento, uno de los requisitos para salir de Cuba era un examen físico con un médico de la embajada que como en el servicio militar te desnudaba, te revisaba, realmente era avasallante el proceso que uno tenía que pasar. Fueron muy tortuosos los trámites, muy largos, pero por suerte se fueron dando todas las condiciones. Es casi como sacarse el loto, yo tenía que tener la liberación de la universidad, la de mi centro de trabajo, tenía que obtener el permiso de salida al exterior por el gobierno, la visa argentina, se tenían que dar una secuencia de cosas que eran prácticamente imposibles, pero no totalmente porque yo estoy acá y por derecha. Llegar a Tandil -¿Cómo llegó a Tandil? -Yo tenía 24 años, un título universitario, uno de especialista porque tuve la capacidad para tan joven obtener un nivel académico de esas características y un mundo por delante. Yo tuve la suerte de que una familia de Tandil que había llevado a su hijo a Cuba a hacer una rehabilitación y había pedido recomendaciones respecto a qué profesionales podían ser idóneos para continuar con el tratamiento en Argentina, me ofreciera un contrato. Gracias a ese contrato obtuve mi residencia. La familia Vicente me trató como un hijo durante todos estos años. Por eso es que tengo que agradecer, yo he estudiado mucho, he trabajado mucho y me he sacrificado, pero también tengo que reconocer algunas cosas del destino. Esta ciudad para mí ha sido un regalo de Dios. -¿Mientras estudiaba en Cuba ya tenía en mente la idea de irse del país? -Jamás, yo tenía un rendimiento académico muy bueno, entré en un proyecto de selección de talentos del Consejo de Estado del Gobierno de Cuba, donde realmente estaba dentro de una cierta élite entre los estudiantes. Me recibí y entré al mejor trabajo de Cuba, a la clínica de mayor relevancia de Latinoamérica, directamente con un cargo importantísimo, pude hacer la especialidad recién graduado. Estaba muy contento mientras fui estudiante y los primeros 6 meses de trabajo. Pero entre el año ‘89 y los primeros años de la década del ‘90 la situación económica se puso cada vez más dura, varios de mis compañeros fueron expulsados del proyecto, y por primera vez empecé a sentir amenazado mi futuro, tuve mis primeras interrogantes. En esa situación apareció esta familia con la oferta de venir a trabajar a Argentina y realmente hizo que yo lo pensara. -¿Pensó en volver a Cuba en algún momento? -No, jamás, es como a un ciego contarle qué es el rojo, a veces uno no encuentra palabras para describir ciertas cosas, entonces explicar qué es lo que uno vive en Cuba, qué es lo que siente, es difícil. Yo sabía que me podía equivocar pero también tenía bastante claro que era difícil que regresara. Hoy que tengo mi familia, mis hijos y una vida en este país no volvería. Es difícil, uno como inmigrante nunca termina de hacer un cierre, pero tampoco puede vivir atado a la nostalgia. Claro que uno extraña (sin poder contener las lágrimas) pero hay que tomar decisiones. En la peor de las situaciones acá siempre fue un 300 por ciento mejor que la mejor de las situaciones en Cuba. Si pienso en el futuro de mi familia realmente no es una opción, que es lo que le pasa a la mayoría de los cubanos que logran la verdadera transferencia cultural. Aparte Otra vida - Cuando vino a vivir a Argentina, ¿qué cosas determinaron que no quisiera volver? -Yo creo que las cosas más notorias tienen que ver con la libertad de dar una opinión, la gente cree que libertad es que no te metan preso, pero es un término bastante más complejo. En Cuba se respira un temor en el aire, y que te frena en qué pensar, qué decir, cómo actuar, realmente modela tu conducta. También las cosas simples de la vida, el desayunar, comer, tomarte un helado si te da la gana, las condiciones de higiene, son tantas cosas que hacen a la calidad de vida digna de un ser humano. Por supuesto que algunas personas que no han vivido en Cuba hacen una “izquierda fácil” porque se atreven a hablar del fenómeno cubano sin haberlo vivido, eso es una irresponsabilidad. Hay que pensar que no puede haber millones de cubanos energúmenos que se suban en una balsa a arriesgar su vida y la de sus familiares para cruzar un océano en busca de una vida mejor. Hay que ser serio y cauto a la hora de opinar y por lo menos incitar a la gente a pesar y no que actúe arbitrariamente o motivado por la vehemencia de un pensamiento demasiado fundamentalista. Es muy arbitrario pensar que esta medida le va a cambiar la vida a los cubanos, no va a ser así, depende de otras cosas. -¿Cree que en un futuro la realidad de Cuba podría cambiar? -No, yo nací con mi abuela en Miami, y todos los años se hablaba de la ilusión de que un día la cosa iba a cambiar. Hoy yo tengo 41 años. Todos los cubanos en el exilio siguen pensando que algo va a pasar. Seguramente en algún momento algo sucederá, pero yo creo que una vida es poco tiempo para esa esperanza. Fuente: El Eco Digital
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