
Luego del último juego de Cuba en el presente Clásico Mundial de béisbol escuchamos asombrados a muchos aficionados que achacaban la no clasificación del equipo para la final del evento a la “falta de ofensiva” o a las “deficiencias del pitcheo”. No concordamos en lo absoluto con esas valoraciones, que consideramos injustas y superficiales. Al parecer, esas personas desconocen que el conjunto cubano finalizó su actuación en el Clásico como líder en bateo colectivo entre los 16 equipos participantes, con average de 343, además de encabezar también en los jonrones, mientras en el pitcheo era tercero con promedio de carreras limpias de 2,54 en los seis juegos que efectuó, sólo superado por dos selecciones que apenas habían participado en tres partidos, Korea del Sur y Puerto Rico. Olvidaban, además, que Cuba era el único equipo que había propinado dos nocauts a sus rivales, ante China y China Taipei (12-0 Y 14-0). Esa ofensiva y ese pitcheo derrotaron también con marcadores cómodos (6-3 y 5-2) al casi invencible Japón y al pujante Brasil, que estuvo ganándole a los estelares asiáticos hasta el octavo inning. ¿ Cómo, entonces, puede imputársele a la ofensiva o al pitcheo la no escalada de los antillanos hasta la fase decisiva ? En nuestra modesta opinión, las causas fundamentales y determinantes que ocasionaron la no llegada de Cuba a la etapa final de este trascendental evento fueron las deficiencias técnico-tácticas que evidenció el juego de los cubanos, fundamentalmente ante un equipo como el de los holandeses, único que pudo derrotarlos (en dos ocasiones) y que le ha tomado la medida a la selección cubana a tal extremo que le ha ganado los últimos cinco partidos efectuados entre ambos en los últimos años. Un equipo, además, que aunque no cuenta con varias superestrellas como otros que participan en el Clásico, juega con gran exactitud y aprovecha de forma óptima los errores de los contrarios. Todos los especialistas han reconocido que en esta oportunidad el equipo estaba mejor preparado físicamente que los participantes en anteriores competencias importantes realizadas durante los últimos años, y la gran mayoría de sus integrantes habían topado con selecciones de Nicaragua, Estados Unidos, Japón y China Taipei, beneficio que no disfrutaron sus antecesores de los últimos tiempos. ¿Cómo se explica, entonces, el hecho de que casi ningún cubano pueda tocar una bola eficientemente, mientras otros conjuntos lo realizan con eficacia en la gran mayoría de las ocasiones, o que no se cubra una base cuando un corredor sale al robo, o que se realicen tiros innecesarios o tardíos a las almohadillas, entre otras inexactitudes? La impresión que dejan esos errores es que en ocasiones algunos peloteros no mantienen la total e imprescindible concentración en el juego que posibilite estar preparados con anticipación para ejecutar en cada momento la acción necesaria para el equipo. Es en esas deficiencias, en nuestro criterio, en lo que más deben meditar y trabajar los directivos del béisbol cubano, aunque, por supuesto, pueden existir otras insuficiencias por limar en la ofensiva y en el pitcheo. Pero, evidentemente, debemos pulir la precisión de nuestro juego si es que queremos retornar un día, más temprano que tarde, a los puestos cimeros en los eventos internacionales de alto nivel. Fuente: Tiempo21.cu
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