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Bombas de tiempo en cuatro ruedas

Cuando abordó aquel viejo almendrón, Susana no encontró nada inusual. Como habían hecho antes los demás pasajeros, se acomodó en el asiento, lista para emprender el recorrido que la llevaría hacia su destino final. Sin embargo, a tres cuadras solamente del punto de partida, el olor que comenzó a percibir la dejó pasmada. No era de gasolina, tampoco de petróleo. ¿Gas?

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Este artículo es de hace 10 años

Cuando abordó aquel viejo almendrón, Susana no encontró nada inusual. Como habían hecho antes los demás pasajeros, se acomodó en el asiento, lista para emprender el recorrido que la llevaría hacia su destino final. Sin embargo, a tres cuadras solamente del punto de partida, el olor que comenzó a percibir la dejó pasmada. No era de gasolina, tampoco de petróleo. ¿Gas? Quienes viajaban con ella en la parte trasera del vehículo, empezaron a mirarse unos a otros, entre asombrados y sorprendidos. Desde el silencio cómplice juzgaban al inmutable chofer, quien conducía con total naturalidad. Mire, déjeme aquí mismo, le espetó Susana, que lo que usted lleva en este carro es una bomba de tiempo. En efecto, catastróficas pudieran ser las consecuencias si ocurre un accidente de tránsito donde esté implicado un vehículo que emplee gas como combustible. Precisamente por el enorme peligro que representa, en Cuba se encuentra prohibida esta modalidad y sobre todo, porque no contamos con la infraestructura necesaria para usar el gas con este fin, de ahí que los vehículos que importa el Estado se mueven con diésel o gasolina. Sin embargo, la falta de percepción de riesgo y la manifiesta indisciplina social de no pocos conductores incrementan la presencia de esta ilegalidad en las vías del país, atentando contra la seguridad de la población. Según el teniente coronel Roberto Rodríguez Fernández, segundo jefe de la Dirección Nacional de Tránsito, en el 2011 fueron detectados 57 vehículos que transitaban con gas, cifra que al siguiente año aumentó a 124. "De enero al 16 de abril del presente año han sido identificados 110, o sea, que próximo a finalizar el primer cuatrimestre del 2013, el número casi iguala al del 2012. Si la tendencia continúa así, es posible que la cifra total del año se cuadriplique, con el peligro que ello representa", alertó el Teniente Coronel. Informó, además, que los medios de transporte del sector particular poseen las mayores incidencias, en especial los dedicados a la actividad cuentapropista. En tanto, la mayor cantidad de casos detectados se concentra en la provincia de La Habana, sobre todo en los municipios de Boyeros, 10 de Octubre, Habana Vieja y Centro Habana. Si bien antes el fenómeno solo se limitaba a la capital —quizás porque el consumo de gas en ella está más extendido que en el resto de los territorios, y su volumen vehicular se incrementa cada año en un 8 %—, la realidad actual indica que en otras provincias también ha comenzado a emerger, sobre todo en aquellas aledañas a La Habana, díganse Mayabeque, Artemisa y Pinar del Río. El gran peligro que entraña esta ilegalidad hace que las fuerzas policiales le pongan el máximo de rigor a su enfrentamiento. El peso de la ley debe evitar las funestas consecuencias que puede producir un accidente de tránsito donde estalle uno de estos artefactos; o impedir que se produzca una explosión debido a una pérdida de gas que entre en contacto con un cortocircuito. "Necesitamos que los conductores, y la población en general, tomen conciencia de ese peligro y denuncien las violaciones de este tipo. Por nuestra parte, tenemos grupos especializados en su enfrentamiento, fundamentalmente en los municipios priorizados de la capital antes señalados, y también en la avenida de Rancho Boyeros", indica el teniente coronel Roberto Rodríguez. Ante la detección de un caso, las fuerzas policiales pueden aplicar multas y acumular puntos en el expediente del conductor, por infringir lo que dispone la Ley 109 Código de Seguridad Vial, en su artículo 217, inciso 2. La falta de los conductores con esos artefactos en los vehículos incumple lo establecido respecto a que los poseedores legales de vehículos de motor, remolques y semirremolques, quedan obligados a comunicar al Registro de Vehículos los cambios de motor y combustible, dentro de los 30 días siguientes de haberse realizado. "Por supuesto que no se comunican los cambios porque no están autorizados", apunta el segundo jefe de la Dirección Nacional de Tránsito. Luego, continúa explicando, se traslada el caso a la estación de policía, donde puede procederse a la ocupación y decomiso de todo el artefacto (balita y aditamentos) creado para que el vehículo circule con gas. Generalmente, la balita de gas empleada es de procedencia ilegal, y cuando esto se demuestra, se adoptan las medidas legales que correspondan. Es imprescindible evitar a toda costa que estalle cualquiera de estas bombas rodantes, para lo cual debería precisarse, más allá de las vías legales expuestas, de una acción más enérgica. Los violadores de lo legislado deben atenerse a las consecuencias de su infracción, máxime si, además de la transgresión, la indisciplina pone en peligro la vida de los ciudadanos. Fuente: Granma

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