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El son, lo más sublime para el músico cubano Pancho Amat

Dicen que el cubano Pancho Amat toca el tres como un piano, logra acordes inusitados para un instrumento de tan pocas cuerdas, a veces con el espíritu de la guitarra eléctrica y otras, con la delicadeza del laúd.

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Este artículo es de hace 10 años

Dicen que el cubano Pancho Amat toca el tres como un piano, logra acordes inusitados para un instrumento de tan pocas cuerdas, a veces con el espíritu de la guitarra eléctrica y otras, con la delicadeza del laúd. Este músico cubano se mueve con facilidad por el jazz, la trova tradicional, lo clásico pero en conversación con Prensa Latina confesó que el son es su gran pasión. Para mí, el tres y el son deben ir juntos, siempre necesitarán el uno del otro, aseguró quien es reconocido por su sonoridad peculiar al tocar ese instrumento. El son es lo más sublime para el alma divertir, a mi juicio, resulta el género tradicional cubano en el cual están más equilibrados los ingredientes foráneos y la creatividad de la isla, afirmó el tresero. "Además, tiene la virtud de dejarse contaminar para enriquecerse, así heredó la clave del guaguancó y los golpes del bongó. A la vez, puede contaminar a otras músicas y llenarlas de vida." El son tiene su centro gravitacional en el oriente de Cuba, luego viajó a occidente y en La Habana se comercializó. Sin embargo, el son que suena en Santiago es montuno y negro, mientras el son urbano y occidental es más suave y debe mucho a la trova, consideró. "Hoy está de moda la palabra fusión, aunque fusión existe en casi toda la música cubana, donde hay ritmos que llevan en sí elementos muy diversos y no se ve la costura, como decía Carpentier". Eso sí, la música suena diferente según el lugar donde se haga. Por ejemplo, quienes nacen o viven en la occidental Güira de Melena se impregnan con la afinación característica de esa zona, por eso estaré en deuda con mi pueblo toda la vida, señaló Amat. "Yo hubiese sido músico de todas formas, pero no tocaría como lo hago ahora de haber nacido en otro sitio. Además, sería el hombre más infeliz de la tierra si no me dedicara al tres y la guitarra." Su padre quería verlo graduado de Medicina, él solo pensaba en la pelota y la música, a la cual llegó finalmente con un poco de suerte, según dice. Cuando era pequeño me alborotaba la radio y mi mamá me daba los cacharros de cocina para que hiciera bulla, así me mantenía tranquilo y entretenido, contó Amat, merecedor de varios premios Cubadisco, la feria comercial de la discografía en la isla. Ya en la escuela mis padres se percataron de la seriedad del asunto porque me fugaba del aula y terminaba en las clases de educación musical. Ellos tenían el oído "cuadrado", aún así entendieron mi vocación, agregó. "Un día mi padre recibió un tres como pago por un saco de carbón y ni siquiera sabía lo que era, le parecía una guitarra. Al principio lo tomé como un juego y luego le puse toda mi seriedad, me dediqué a él por completo". La primera agrupación donde toqué fue en un conjunto de guaguancó, lo mío en ese momento era el bongó y por eso me considero un güireño, guajiro rumbero devenido tresero, aseveró. Incluso, hasta formé parte de un grupo de rock en mi pueblo, aquello era una especie de rock montuno cubano, recordó con una gran sonrisa. Antes de consagrarse por completo a la música, estudió Pedagogía en la Universidad de La Habana y allí, casi al final de su carrera en 1971, audicionó para el grupo Manguaré, el cual dirigió durante 15 años. "Cuando comencé a tocar el tres, este era solo un instrumento para colorear una canción. Después, los del Movimiento de la Nueva Trova comenzaron a explotar nuevas sonoridades y me llamaban para hacer la introducción o un solo en algún tema". Al conformar Pancho Amat y su Cabildo del Son, el tres llegó a su justo protagonismo en la música realizada por este egresado del conservatorio Ignacio Cervantes. Para tocar el tres hace falta mucho ritmo pues con solo con tres notas deben darse variedad de acordes. Dicen que hago mis "panchadas", yo solo juego con el ritmo: tengo el punto cubano en el subconsciente, expresó. "Lo importante es no tener prejuicios con la música -destacó- cuando audicioné para el grupo Manguaré no podían creer que me gustaran, al mismo tiempo, Los Beatles y Los Compadres". Eso sí, siempre ayuda el conservatorio, ya seas un sonero, un rumbero o un roquero, precisó Amat. Buena y mala música hay en todos los tiempos, ahora el reguetón está en el candelero, pero no es un problema de género, sino de involución cultural, valoró en un conversatorio en el capitalino Pabellón Cuba. "Hoy tenemos muchachos con alta instrucción, que tiran su nivel al piso para hacer lo de moda y sacrifican calidad. Es imperdonable". A sus 63 años, Leonel Franciso Amat, Pancho en los escenarios y para sus amigos, tiene diversos proyectos dirigidos a rescatar los valores de la música tradicional cubana, solo espera por el apoyo de las discográficas y tal vez, otro golpe de suerte. Fuente: Prensa Latina

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