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"Hoy hubo otro sismo perceptible en Santiago de Cuba"

Reporte del periodista Cuscó Tarradell desde Santiago de Cuba

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Este artículo es de hace 8 años

Reporte del periodista Cuscó Tarradell desde Santiago de Cuba

A veces quisiera parar este tipo de noticias: hoy (sábado 6 de febrero, 2016) hubo otro sismo perceptible en Santiago de Cuba, a las 12:52 pm. Quiero cesar: por los más de 2 millones de habitantes de nuestra geografía santiaguera, esos que sienten cada estremecimiento, gestores de la vida con el trajín de un temblor. Existe insomne la psiquis del santiaguero desde este enero. El ancla del sobresalto habita desde el día 17 en ella. Un fenómeno de sensibilidad al terremoto comienza a crecer: dolores de cabeza, mareos, zumbidos de oído y ansiedad.

Lo leo todo sobre terremotos como una polilla de la Internet y los libros viejos: investigaciones encubiertas, análisis científicos acerca de la interposición de las placas tectónicas en nuestro Planeta, mitos y geofísica. Lo nuevo es la noticia.

La primera crónica acerca de una sacudida impetuosa nos remonta a la Grecia, del año 373 antes de Cristo, cuando roedores, víboras, ciempiés y comadrejas abandonaron sus moradas varios días antes de un terremoto.

De ahí en adelante, filósofos, geofísicos y hombres comunes han invertido tiempo y recursos para predecir la ocurrencia de un sismo a tiempo. No ha sido posible encontrar un patrón específico fiable para la ciencia. Sólo se entiende la capacidad de algunos animales para detectar ondas de baja frecuencia: los pájaros se alocan y huyen, los ladridos de los perros se vuelve repetido como ante la nada, las gallinas dejan de poner sus huevos o las ranas salen en masa buscando la luz. Pero ellos, sólo le dan al hombre unos pocos segundos, porque después viene el desastre. Habría que velar constantemente a árboles, patios de mascotas, ciénagas y charcas.

La historia cuenta que Aristóteles en el siglo 4 explicó que los movimientos telúricos se producían por vientos calurosos atrapados en cavernas, y que el terremoto era la consecuencia de la salida del este aire hacia la superficie. Pero hasta el gran filósofo se alejó de la verdad. Ese es uno de sus fallos más sonados, sino el único. Y es que estos fenómenos se producen por el roce y colapso de las placas, por lo que su ocurrencia es factible en cualquier estación del año y con distinta temperatura. Factores como la lluvia, la contaminación, viento o presión atmosférica sólo afectan a la superficie, nada aportan en materia de sismicidad; y un terremoto tampoco causa cambios en el clima. En cuanto a las sequías, los sismos ocurren a varios kilómetros de profundidad, por lo que no existe nexo entre un año poco lluvioso y un terremoto.

Anhelo ponerle frenos a esta clase de reseña informativa: no soy el mismo desde el surgimiento de esta actividad sísmica anómala; por mí (porque no duermo como antes y mi tiempo va al límite); y por los míos, donde envuelvo a mi familia y a todos ustedes. Pero debo comunicárselo: este 6 de febrero hubo sismo perceptible, a sólo 32 kilómetros al suroeste de la ciudad de Santiago de Cuba. Su magnitud es de 3 y su profundidad de 7 kilómetros. Se han registrado 21 en las últimas 24 horas. 41 eventos perceptivos en apenas 36 días de un 2016, sin muchos guiños a la tranquilidad en esta tierra.

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