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Cuba Dice: ¿¡What!?

Cada día parece más evidente que el concepto de periodismo que poseemos los cubanos está bastante jodido. Duele comprobar que se es bastante estricto a la hora de juzgar la honestidad y el papel de nuestra prensa sin hacer hincapié, a veces, en lo que somos: una sociedad dolida, separada, desperdigada y sitiada; desde adentro y afuera.

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Este artículo es de hace 8 años

Cada día parece más evidente que el concepto de periodismo que poseemos los cubanos está bastante jodido. Duele comprobar que se es bastante estricto a la hora de juzgar la honestidad y el papel de nuestra prensa sin hacer hincapié, a veces, en lo que somos: una sociedad dolida, separada, desperdigada y sitiada; desde adentro y afuera. En lo personal sueño con absurdas rebeldías y lo que entiendo por entrevista periodística roza el límite de lo imposible o lo que es convenientemente correcto. Solo un “emprendedor cuentapropista” como yo puede darse el lujo de buscar los primeros enemigos desde el segundo párrafo de lo que escribe.

Circula por las redes sociales y se divulgó por la televisión cubana con bombos y platillos unas entrevistas realizadas a miembros de la sociedad civil cubana, que aclaro, tiene tan pocos miembros, que envía al Gran Teatro de la Habana “Alicia Alonso” a los mismos que envió a Panamá hace ya casi un año, aunque con una honrosa excepción: la psicóloga millonaria.

Las entrevistas, muestran la opinión de un grupo selecto de miembros – dentro de los ya de por sí selectos miembros de la sociedad civil cubana – con respecto a las palabras pronunciadas por el presidente norteamericano Barack Obama el martes pasado en el Gran Teatro.

Los escogidos, curiosamente, comparten un mismo criterio: el discurso de Obama #nosirvió. Y sí la entrevista hubiese ocurrido par de días después, y les hubiesen preguntado acerca del tango bailado por Obama en Argentina, hubiesen contestado igual: que fue una mierda. Probablemente uno de los más viejos argumentaría con fervor antimperialista que los hermanos Santos hubiesen bailado mejor. O incluso Rebeca Martínez. O Miguel Ángel Masjuán.

Tan preocupados están por seguir dando jelengue en el globo terráqueo estos eruditos, que todo a lo cual no están acostumbrados a ver u oír, le hacen la cruz; especialmente si proviene del norte, si lo dijo o lo hizo Obama. Incluso les da ganas, quejarse de una ayuda millonaria que le permitirá comer decentemente a miles de cubanos (ellos también), porque no se nos devolverá mañana mismo un pedazo de tierra dónde no se puede cultivar ni un acre de la maravillosa moringa. Así estamos: porque dudamos de sus buenas intenciones, lo único que nos ha faltado (o les faltó a los entrevistados por Thalía) fue decirle a Obama en pleno quórum, que se metiera el gato por “la bestia.”

En estos momentos en que el concepto patria se está jugando “encima de una mesa” ni siquiera ellos entienden lo obvio. “Le he pedido al Congreso el levantamiento del embargo” (bloqueo) dice Obama, y ellos suponen que Obama no debería pedir nada, o que Obama es dueño del Congreso, o es el Congreso mismo, o que puede pisotearlo tal como debería hacer un Commander in Chieff que se respete. O que el Congreso americano es como la Asamblea Nacional de Cuba: unánime hasta la muerte.

Así somos: juzgamos lo que no sabemos, con los conceptos y las creencias que heredamos, o nos enseñaron como “correctos o necesarios” Tan revolucionarios somos, que creemos que todo se soluciona de la misma manera. Volteando el orden de las cosas de la noche a la mañana.

¿Qué sucederá? ¿Cuándo marchará todo sobre ruedas? Es una gran duda y ni siquiera ellos tienen la respuesta a ninguna de las dos preguntas. Pero se quejan que no van a su ritmo. Eso sí: hay mucho miedo y mucho recelo, por lo tanto, recostémonos en un sofá, porque la cosa puede demorar un poquito.

No puedo olvidar que el martes pasado, mientras Obama y Raúl procuraban simpatías a su llegada al Latinoamericano, un Ramiro Valdés Menéndez sentado detrás del home, lanzaba una mirada furtiva no se sabe si a Obama por representar lo que él ha combatido toda su vida, o si a Raúl, por traicionar a lo que él ha combatido toda su vida.

Pero no nos alejemos de la idea primaria.

Cuando ya sonaba a retórica paleolítica lo expresado por la federada Lisete González y se le encasquilló la lengua, justo ahí, como burro al que le dan un palo para que se levante, la periodista Thalía González aportó una idea como una cuña, para que Lisetica siguiera comentando sobre el discurso de Obama y siguiera hablándonos del pasado, como si hurgar en el pasado fuera tan importante para el futuro. ¿Recordar? Tal vez. ¿Hurgar, relamerse en las heridas? ¡NO! No fue eso lo que nos enseñó nuestro apóstol. No fue echándoles culpa a los caudillos del 68 que Martí preparó la Guerra del 95.

Pero dónde sí se le puso la tapa al pomo, fue en “el paquete” que se sacó, como collage de opiniones, y por dónde desfilaron figuras de la talla del cantautor Raúl Torres, el reverendo Raúl Suárez, y el más controversial de todos: Yusuam Palacios.

Yusuam, no sólo arrancó mal en sus ideas, sino que siguió mal y terminó peor, y ni en la introducción, ni en el nudo, ni en el final, Thalía fue capaz de cortarle el chorro al mozalbete.

Thalía dejó que el pequeño desbarrara sobre el discurso de Obama, argumentando que “había sido un poco más de lo mismo” (probablemente él haya olvidado cuáles discursos siempre fueron un poco más de lo mismo, o haya oído muchas veces a Obama referirse a Cuba y a los jóvenes cubanos como para pronunciar tamaño dislate). Desbocado como un tren de carga por las lomas de Transilvania, Yusuam “habló” por los jóvenes cubanos y por la juventud cubana como si fuera un gurú (si lo fuera seguramente debería conocer algunas cifras sobre la emigración cubana y los sueños de los miles de jóvenes que forman parte, cada día en mayor número, de esta emigración); y señaló que en Estados Unidos “los negros no tienen derechos políticos.” En este punto hago una salvedad: el color de la piel de Obama es anaranjado. Como el de Esteban Lazo.

Yo recuerdo, con especial beneplácito, las tres ocasiones en que Ninoska Pérez Castellón salió al ruedo, entrevistada para la televisión norteamericana, a justificar con sandeces la permanencia de Elián González en los EE.UU contra la voluntad de su padre. Los norteamericanos de pura raza, tan aferrados a la familia como eje de la sociedad, y a los valores que esta representa, no estaban muy de acuerdo con la idea de separar a Elián de su padre, y se lo hicieron saber a Ninoska tres veces y de la misma manera: cortándole el chorro. En la última de ellas, la dejaron no solo con la palabra en la boca, sino que prácticamente le dijeron que estaba hablando catibia. Como Yusuam.

En este punto me ha venido a la memoria el viejito Reyes, un antiguo funcionario del MES, que viajó a la antigua URSS en el año 1988. Reyes volvió decepcionado del viaje porque según sus palabras, lo que él veía en la calle, lo que la gente le decía, no se correspondía no solo con lo que él desde Cuba creía – o le contaban - que era la URSS; y tampoco se correspondía con lo que él había visto en el noticiero de televisión ruso, ni leído en el diario Pravda en esos días de estancia. “Pravda no era Pravda”, me dijo al contarme la anécdota en el año 1997.

Y Reyes, ingenuo, a su regreso, comentó en una reunión del núcleo del PCC del MES sus experiencias vividas en la URSS y fue sancionado por la osadía. Se juró a sí mismo no escuchar jamás nada sobre la URSS. La última vez que lo hizo, fue cuando Fidel compareció en la TV cubana para decir que la URSS (todo) se había ido a bolina. Eso fue dos años después que Reyes “advirtiera el peligro” en su núcleo del PCC.

Estamos a tiempo para aprendernos ese mandamiento que dice: “no mentirás” Estamos también a tiempo de hacer un mejor periodismo, porque ya no vivimos en la urna de cristal, como vivía el viejito Reyes. Y sobre todo estaremos siempre a tiempo de no hacer el ridículo, ni poner a los cubanos en ridículo con declaraciones festinadas.

Estamos a tiempo de muchas cosas. En Harvard, por ejemplo, ofrecen becas para estudiantes de periodismo.

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