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Jorge Molina: “Me han dicho que soy un enfermo pero eso cimenta mi leyenda”

Cineasta cubano del underground, que radicó una larga temporada en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, donde se graduó de dirección, Molina reconoce que por la temática de su obra nunca ha estado prohibido en Cuba, pero tampoco se ha exhibido la mayoría de sus filmes en los circuitos oficiales.

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Este artículo es de hace 7 años

Siendo un adolescente Jorge Molina filmaba a sus amigos teniendo sexo con yeguas en Santiago de Cuba. De ese modo, digamos, tan peculiar, nació su pasión por el cine, pero el cine visto con una mirada nada convencional ni conservadora, sin límites a la hora de contar las historias que se encontraba en el camino o le disparaban a la cabeza.

Molina, con los años, se convirtió en Cuba en un realizador de culto, con una obra que se desplaza por el cine de terror, de ciencia ficción o erótico con un intensa carga de imágenes no aptas, obviamente, para menores.

Su obra es el mejor testimonio de las obsesiones de este cineasta nacido en la oriental provincia de Santiago de Cuba hace 50 años, que es un perfecto desconocido entre la mayoría de los espectadores, pero bien popular, (si este término se permite a un autor como este) entre los estudiantes de cine más curiosos o el público amante del audiovisual que roza la línea de lo grotesco, lo morboso, el oscurantismo, el culto a la libido, al sexo, a la desnudez, el horror o el erotismo más transgresor sin desembarcar en la pornografía dura y cruda.

Vamos a decirlo con todas las letras. Molina en Cuba es un sombra que se mueve entre los callejones oscuros de la ciudad al acecho de un buen relato, que vive en la noche esperando que alguna criatura del inframundo le dicte la nueva buena historia que debe llevar al cine, que no le interesa los cánones oficiales y prefiere llamarse el mismo como “un cineasta alternativo”.

“Si tienes que llamarme de alguna forma di que hago cine alternativo, creo que es el término que mejor me representa”, dice a CiberCuba este realizador cubano que se encuentra inmerso en su nuevo cortometraje, Rebeca, inspirado en el cuento El invernadero, del escritor francés Guy de Maupassant. Rebeca pertenece una trilogía integrada por Margarita, una versión muy libre del Maestro y Margarita, del escritor de la antigua URSS Mijaíl Bulgákov y Alicia, inspirado en el estremecedor cuento El Almohadón de plumas, del uruguayo Horacio Quiroga.

Si tienes que llamarme de alguna forma di que hago cine alternativo, creo que es el término que mejor me representa

“Rebeca comienza en el concierto de Los Rolling Stones en La Habana y regresa al pasado, específicamente a los años 90. Se desarrolla dentro de una casa habitada por un matrimonio que está jodido, muy jodido y llega la joven y atractiva Rebeca y se empiezan a desatar pasiones entre los tres. Es un trabajo muy suculento”, dice Molina a CiberCuba.

Cineasta cubano del underground, que radicó una larga temporada en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, donde se graduó de dirección, Molina reconoce que por la temática de su obra nunca ha estado prohibido en Cuba, pero tampoco se ha exhibido la mayoría de sus filmes en los circuitos oficiales. “Me siento muy cómodo trabajando en las márgenes y eso me da total libertad para contar lo que quiero. De todos modos sé que mis filmes se promueven en el paquete, aunque yo no haya dado ningún tipo de autorización para ello”.

Me siento muy cómodo trabajando en las márgenes y eso me da total libertad para contar lo que quiero

La trilogía será la obra más reciente de esta rara avis del cine nacional que comparte la dirección con su trabajo actoral (ha trabajado como actor en Madagascar, La vida es silbar, Juan de los muertos). Durante su carrera, que inició profesionalmente durante los años 90, ha filmado más de diez cintas como Molina's Culpa (1992), Molina's Test (2001), Molina's Solarix (2006) o Molina's El hombre que hablaba con Marte (2009). Entre su filmografía hay una cinta por la que muestra un particular aprecio. Molina's Ferozz, filmada en 2010, es para él una de sus obras de mayor impacto. “Un colombiano la subió a Youtube y ya ha sido vista más de 10 000 000 de veces. En Cuba, me han dicho, se está poniendo ahora en algún cine pequeño”.

La trama de Molina´s Ferozz es un amasijo de historias que pueden levantar a cualquiera del asiento y arrastrarlo con premura bajo la sábana. La trama tampoco se la recomendaríamos a un cinéfilo que prefiera los filmes del domingo por la tarde en la televisión cubana para regocijarse en las mieles del amor o en los aburridos finales felices. Es, más bien, uno de esas cintas que usted, querido lector, debiera ver un sábado en la madrugada cuando todo esté en silencio y quiera poner en libertad sus demonios y estremecerse y perturbarse y descubrir otros lados más oscuros de su personalidad que no se había atrevido a enfrentar por los escrúpulos, claro, todo ello, cuando su esposa, su madre o sus hijos estén rendidos en el cuarto.

La historia es todo lo sencilla que puede ser un filme freak de Molina. Inspirado, ¡sorpresa!, en La caperucita roja, es la historia de una abuela, sus hijos, su nieta y una nuera que se enrolan en un trama macabra marcada por el sexo descarnado, la zoofilia y el incesto, temas que prácticamente han condenado a este filme a las sombras (no podía ser de otra forma), algo que Molina estaba consciente de que podría suceder. Pero Molina´s Ferozz ha participado en Festivales Internacionales y ha recibido reseñas favorables en algunos circuitos.

Por nimiedades como las que abordan sus filmes, Molina señala que ha afrontado dificultades para encontrar actores y actrices que accedan a filmar con él. “Algunas dicen que soy un enfermo y rechazan integrar el elenco de mis películas, pero eso solo cimenta mi leyenda”, bromea.

Sin embargo, Molina ha trabajado con importantes actores y actrices del cine cubano como Paula Alí, Roberto Perdomo, Dayana Legrá, o Yuliet Cruz, que han visto en él un director que mas allá de los temas que aborda trata de expandir las fronteras del cine cubano y buscar la trascendencia mediante caminos que no estén trillados entre nosotros.

Aunque de vez en cuando a alguno por ahí le siga poniendo los pelos de punta.

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