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Boteros: rápidos y furiosos

Una muchacha, de unos 27 años, espera en la esquina de 23 y G en el vedado capitalino bajo el sol abrasador del mediodía. Lleva gafas, pantalón azul a la cintura y pulóver verde con la imagen de Marilyn Monroe. Tiene un cigarrillo entre los dedos y lo arroja a la calle cuando alarga la mano  a un botero que se aproxima. El carro, repleto, pasa de largo a una velocidad poco acostumbrada en esta avenida. Ella mira el reloj resignada mientras se ajusta con cuidado las gafas. 

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Este artículo es de hace 7 años

Una muchacha, de unos 27 años, espera en la esquina de 23 y G en el vedado capitalino bajo el sol abrasador del mediodía. Lleva gafas, pantalón azul a la cintura y pulóver verde con la imagen de Marilyn Monroe. Tiene un cigarrillo entre los dedos y lo arroja a la calle cuando alarga la mano a un botero que se aproxima. El carro, repleto, pasa de largo a una velocidad poco acostumbrada en esta avenida. Ella mira el reloj resignada mientras se ajusta con cuidado las gafas.

“Hace una hora estoy aquí y no he podido irme para mi casa. Acabo de terminar la guardia en el Hospital Fajardo y no veo el momento de salir de aquí. El transporte, como siempre, brilla por su ausencia y se hace imposible coger un botero”, dice esta joven doctora que prefiere no revelar su nombre.

A su lado una multitud molesta acecha a los boteros cuando se van acercando. Un remozado Chevrolet del 57 se detiene y 6 o 7 personas le van encima como si fueran jugadores de fútbol americano. En las márgenes de la contienda queda una anciana, con una pesada maleta en cada mano, que espera ansiosa llegar a La Terminal de Ómnibus, donde la aguarda un largo viaje hacia Holguín, al oriente de Cuba. “ No entiendo muy bien lo que pasa con los almendrones en La Habana. Siempre vengo a visitar a mis hijas pero nunca había visto algo así. Dicen que no hay petróleo y que los choferes están molestos porque los han obligado a mantener el precio establecido. Pero te digo una cosa: en este momento yo pagaría lo que sea para no perder el pasaje”, comenta Eslinda Antúnez, de 81 años, pero con la vitalidad de una mujer de 50.

Hace algunos días el gobierno de La Habana retiró licencias a chóferes de almendrones (carros clásicos que funcionan como taxis) que han subido el precio del pasaje por encima de lo establecido de acuerdo a las medidas anunciadas el pasado lunes.

El Director Provincial de Transporte en la capital, José Conesa González, alertó, en un resolución divulgada el 15 de julio, que se procederá al retiro de su licencia operativa y su cancelación definitiva a todos los transportistas que suban el precio del pasaje por encima de lo establecido o que se reciba en este sentido una denuncia de la población.

Y ya las medidas han dado sus primeros frutos.

En un reportaje divulgado esta semana por la emisión estelar del Noticiero de la Televisión, se reveló que hasta este el pasado martes la población había hecho 19 denuncias en las estaciones de policía y se han ocupado a los choferes seis licencias que serán canceladas definitivamente. Además, agregó el periodista, hay 12 licencias ocupadas bajo investigación, al tiempo que enfatizó que no se ha variado el precio del combustible en el país

La crisis de los llamados boteros, una válvula de escape a la precaria situación del transporte estatal, comenzó desde el pasado 4 de julio cuando los choferes de las principales rutas aumentaron los precios del pasaje por la imposibilidad de “resolver” el combustible en el mercado negro.

Juan Ramírez, un botero que cubre la ruta de la Víbora al Vedado explicó a CiberCuba “que no da la cuenta comprar el petróleo en los Cupets (establecimientos expendedores de combustible) porque las ganancias son ínfimas”. El chofer, que mantenía el cobro del pasaje en los 10 pesos establecidos, explicó que tenía que pagarle 1000 pesos al dueño del carro y solo le quedaba una suma mínima como ganancia.

“Muchos boteros no están saliendo a trabajar. Casi todos, como yo, no somos los propietarios del carro y primero tenemos que garantizar el dinero para el dueño. Entonces la cosa se pone apretada”, comentó Ramírez, mientras recoge, agitado, a un transeúnte en la céntrica Ciudad Deportiva.

En el reporte de la televisión nacional se mostraron declaraciones de la población calificando de injusta la subida de los pasajes y apoyando las medidas tomadas por el gobierno para frenar un hecho que ha provocado un alto nivel de disgusto en las calles.

“ Nadie sabe el trabajo que paso para separar los 10 pesos diarios que me garanticen ir de mi casa al trabajo. Si suben el pasaje no sé qué voy a hacer”, dijo una trabajadora de la tienda La Moda, en el bulevar de San Rafael, en Centro Habana.

Por eso—sentenció— aplaudo todas las leyes que se apliquen para cuidar nuestros deprimidos bolsillos”

Los pasajeros se quejaron también de que los boteros fragmentan el recorrido y no llegan directamente al destino final, como sucede, por ejemplo, en la ruta de Boyeros a Centro Habana, una práctica que ejecutan para doblar el precio del pasaje.

La crisis se agudiza porque algunos han decidido no salir a trabajar como forma de protesta ante el tope del precio de los pasajes. No obstante, advirtió una funcionaria citada por el noticiero, que “los trabajadores no estatales que no salgan a trabajar no se les exonera del pago del impuesto”.

Un oficial de la PNR (Policía Nacional Revolucionara) agregó que “en medio de los operativos también han sido descubiertas irregularidades en los vehículos estatales. Reveló que se detectaron vehículos pertenecientes a la empresa del transporte que en la madrugada recogieron a pasajeros con destino a Camagüey y Villa Clara cobrándoles un precio por encima de lo estipulado”

En la actualidad las paradas de ómnibus en La Habana están extremadamente congestionadas y casi se hace tan difícil alcanzar un botero como un transporte estatal. Un directivo en la capital, citado por la emisión estelar, indicó que ante este problema se reforzará el transporte en las principales rutas de La Habana y se seguirán velando para que se cumplen las medidas vigentes”.

La venta de gasolina se dispara en La Habana

Las nuevas medidas han provocado también un hecho sin precedentes en el transporte privado en Cuba. La mayoría de los chóferes de almendrones están adquiriendo gasolina en los establecimientos del estado, que han llegado hasta triplicar sus ventas este mes. Todo ello lo anuncia otro reporte divulgado por la televisión cubana, del que, por otro lado, se desprende que hasta las nuevas leyes un alto número de boteros compraban el combustible en el mercado negro alimentado así una extensa red de corrupción.

Un vendedor de uno de los Cupets, enclavado en el vedado capitalino, señala que antes de la medida apenas vendíamos diesel y ahora se ve incluso hasta los carros de alquiler, que casi nunca venían, echando gasolina en nuestros establecimientos. Por otro lado, un funcionario atestigua que en pocos días han tenido las ventas más grandes desde que se crearon estas instalaciones.

Los boteros, en cambio, enfatizan en que no les resulta rentable comprar el combustible en la red estatal. “El carro ahora apenas me deja dinero para subsistir. Tendré que pensar en buscar otro trabajo si la cosa sigue así“, comenta Mario González, un veterano chofer que anteriormente servía al estado en una empresa de taxis enclavada en Nueva Vedado. “Por suerte ya tengo un contacto para trabajar en una cadena de autos de lujos, y creo que con la cantidad de americanos que están viniendo, eso será un buen negocio, sobre todo por las altas propinas que dejan”, asegura con la marca del entusiasmo en el rostro.

Pero la mayoría de los cubanos que cuentan con el privilegio de poder pagar los boteros no piensan así. “Ellos (los taxistas particulares) lo que quieren es hacerse ricos y vivir como muy pocos pueden hacerlo. Si no les diera negocio no fueran a comprar la gasolina al estado, como se ha visto en los últimos días. Me equivoco?, se pregunta Regla Hernández, una señora de 50 años, quien desde la salida de sus hijos hacia Estados Unidos trabaja como doméstica en algunas casas del municipio Plaza de la Revolución.

Por lo pronto otro administrativo deja entrever que no habrá lugar para el robo. “De los 131 establecimientos en la capital hay un 89 por ciento equipado con un tecnología para el control automatizado de combustible. Es decir, para que la mano del hombre no intervenga en la venta de de gasolina”, explica.

Pero en las calles, a pesar de que se ha visto una leve mejoría en el acceso a los boteros, el panorama no ha cambiado demasiado. El hecho fundamental— dice María Carla, estudiante de derecho— es la deficiencia del sistema de transporte público. Cuando se resuelva completamente esa situación habremos eliminado todas las dificultades que conlleva, como esta emergencia con los almendrones, porque ahora mismo hay que hacer magia para poder montarse en uno. Y de refuerzo en el transporte la verdad hasta ahora he visto muy poco”.

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