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Vuelve a girar esfera terrestre que corona al Gran Templo Masónico de La Habana

Luego de permanecer estática por más de 15 años, vuelve a la vida la esfera terrestre rotatoria que adorna la cúpula del Gran Templo Masónico en La Habana, una de las más hermosas joyas arquitectónicas y patrimoniales de Cuba.

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Este artículo es de hace 7 años

Luego de permanecer estática por más de 15 años, vuelve a la vida la esfera terrestre rotatoria que adorna la cúpula del Gran Templo Masónico en La Habana, una de las más hermosas joyas arquitectónicas y patrimoniales de Cuba.

Su reparación esconde una historia humana más conmovedora, la de Ramón Osorio Cabreras, el electricista de 68 años de edad que se ofreció voluntariamente a devolverle el movimiento a la esfera, y quien paradójicamente, según afirma el diario Trabajadores, no tiene siquiera un techo propio.

Foto: René Pérez Massola (Periódico Trabajadores)

“Hace un tiempo iba yo en una guagua y un niño le preguntaba a su abuela por la ‘bolita del mundo’ sobre el edificio —contó al medio cubano—. Le comenté a Julio Manuel Morúa, el jefe de mantenimiento de mi fábrica, cuyo bisabuelo fue general independentista y también tuvo parientes masones, y me animó a echar una mano”.

“Pero no fue hasta que escuché al Gran Maestro en la emisora Habana Radio cuando me dije: ‘arranca para allá’, y me presenté a ver cómo podía ayudar”. Se refirió a la convocatoria radial que hizo el I.P.H. Lázaro Faustino Cuesta Valdés para reunir fuerzas y conocimientos en aras de salvar el preciado adorno de la cúpula.

La publicación recoge además que hubo un intento por echarla a andar hacia finales de la primera década de este siglo, pero aquella costosa reparación no duró más de 20 días, de acuerdo con Orestes Calzadilla González, presidente de la comisión de edificio adscrita al gabinete de trabajo del Muy Respetable Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba.

“En un día hicimos el trabajo”, recordó José Enrique Manito López, hermano de la Logia, empleado del edificio y uno de los cuatro ayudantes que ayudaron a Osorio en su labor de reconocimiento y rescate del antiguo mecanismo, junto con Alexis Domínguez, Jorge Luis Arrebato y Denis Caballero.

Desde hace varios años de hacía primordial la atención a este inmueble, con múltiples afectaciones por la desatención integral, las modificaciones en su interior y la pobre cooperación de las entidades que hoy lo habitan, apunta el medio.

Primero hubo que comprobar el buen estado y darle mantenimiento al viejo motor trifásico General Electric de los años 50 que impulsa a la “bolita del mundo”, para ello fue esencial Osorio, quien también participó en arreglos anteriores para la Escuela de Ballet, el Museo de la Música y el Instituto de Literatura y Lingüística.

Luego hubo que revisar y limpiar todos los cables eléctricos, rodamientos y engranajes mecánicos, adaptar las nuevas correas que ponen en movimiento las poleas para hacer girar el eje de la esfera terrestre, y calzar el motor. “No hice el trabajo solo. Solo compulsar la idea y compartirla con los demás”, reconoció Osorio con modestia.

El emblemático Templo, que está ubicado en Belascoaín y Carlos III y cuenta con más de 26 mil 500 integrantes en 324 logias, ya tiene su “bolita del mundo” funcionando de lunes a viernes, entre las siete y las once de la noche aproximadamente, mientras sesionan las nueve logias.

Pero queda mucho aún por hacer. El administrador del edificio insistió en que falta retocar la pintura del globo terráqueo con el concurso de un alpinista integrante de la organización, quien también pondría a punto el imponente reloj de la fachada, cuyo mecanismo interno de relojería ha sido también reparado.

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