El documental, generado por la productora de audiovisuales Octavio Cortázar, hace un recuento de momentos significativos de la vida del poeta, su relación con Fidel y la creación de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), al frente de la cual estuvo Nicolás Guillén durante muchos años.
A partir del testimonio de destacadas personalidades se cuenta, con sencillez, una parte importante en la vida del poeta y de la UNEAC, puesto que el documental se estrenó para celebrar no solo los aportes del poeta sino el aniversario 55 de la creación de ese espacio de coincidencia de una gran parte de los escritores y artistas cubanos.
Dirigido por el joven realizador manzanillero Ernesto Bosch, y con guion de Ciro Bianchi, el documental Nombre común: Nicolás toca algunos de los grandes momentos de la vida de Guillén en su vínculo con la UNEAC, surgida al calor de las Palabras a los intelectuales de Fidel, con el deseo de colocarse a la vanguardia de la creación artística y devenir escenario de debates sobre la aplicación de la política cultural de la Revolución.
Hace unos días, Miguel Barnet, actual presidente de la UNEAC, se refirió al Poeta Nacional Nicolás Guillén como presidente eterno en tanto sentó las bases ideológicas de la “tropa”, un hombre con previa formación militante y con una extraordinaria convocatoria mundial, pues al ser seleccionado era ya muy conocido en el continente.
Según todos los estudiosos de la cultura cubana, Nicolás Guillén está considerado el poeta que le dio voz al negro en la literatura nacional. Nació el 10 de julio de 1902, en Camagüey, una ciudad que fue motivo perenne de inspiración y así lo reflejó en sus Elegías (1948).
Guillén comprende, como pocos intelectuales cubanos, el mestizaje y el proceso de transculturación presente en Cuba, y los denomina “color cubano”. Su poemario Motivos de son contó con notable acogida popular y fue musicalizado por compositores como Alejandro García Caturla.
Guillén definió su posición política luego de su viaje a España en 1937 —lugar donde conoce a Antonio Machado, Pablo Neruda, Rafael Alberti, César Vallejo, Octavio Paz, entre otras figuras— e ingresa en las filas del Partido Comunista.
Al triunfar la Revolución, Guillén se encontraba exiliado en Buenos Aires y de inmediato regresa a Cuba y es electo, en 1961, presidente de la UNEAC. Quienes lo conocieron manifiestan que nunca fue un jefe autoritario, siempre puntal y responsable, aunque conservaba la gracia y dulzura de un niño. Era muy serio con su trabajo y tenía como máxima “la obligación de escribir bien”.
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