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El Sexto pide solidaridad al Senado de EE.UU: “Todos los cubanos son rehenes del régimen”

"Tengo 33 años de edad y ya he tenido 4 ingresos a prisión por el único motivo de haber criticado a la dictadura cubana a través de mi arte."

LIZ MARTINEZ/HUFFPOST © LIZ MARTINEZ/HUFFPOST
LIZ MARTINEZ/HUFFPOST Foto © LIZ MARTINEZ/HUFFPOST

Este artículo es de hace 7 años

El conocido artista visual y activista opositor cubano Danilo Maldonado, "El Sexto", pidió este jueves frente al Subcomité de Relaciones Internacionales del Senado, en Washington, el apoyo estadounidense a la causa de la democracia en Cuba, informó Martí Noticias.

“Todos los cubanos son rehenes del régimen de los hermanos Castro, y la vida de todos los cubanos, particularmente artistas, opositores y disidentes, están bajo permanente peligro a manos de la dictadura represiva,” apuntó el grafitero de 33 años que ya posee cuatro condenas relacionadas con su actividad opositora.

Maldonado consideró que el pueblo de Cuba necesita hoy “la solidaridad de los Estados Unidos y el apoyo de todos los pueblos del mundo,” y pidió a Washington que presione al gobierno de Raúl Castro por la libertad de los presos políticos cubanos, un plebiscito y elecciones democráticas.

“Tuve que sufrir todo este abuso y humillación por no derramar lágrimas y por pintar "Se fue” cuando murió un asesino, quien con su hermano, el actual gobernante de Cuba, Raúl Castro, nunca permitió un partido diferente al que creó a punta de pistola”, acotó.

De acuerdo con la publicación, la audiencia que recibió las palabras de El Sexto fue presidida por el senador cubanoamericano Marco Rubio, y se centró en la necesidad del liderazgo de Estados Unidos en los temas de democracia y Derechos Humanos en las Américas.

Además de Maldonado, intervinieron en la audiencia la académica y activista saudí Halah Eldoseri y el presidente de la Fundación de Derechos Humanos en Nueva York, Garry Kasparov, entre otros.

A continuación reproducimos la intervención íntegra de Danilo Maldonado este jueves frente al Subcomité de Relaciones Internacionales del Senado:

Gracias por la oportunidad de amplificar mi voz para denunciar la situación de violaciones de derechos humanos de donde vengo, Cuba.

Tengo 33 años de edad y ya he tenido 4 ingresos a prisión por el único motivo de haber criticado a la dictadura cubana a través de mi arte.

En Cuba, la libertad de expresión de los artistas está prohibida por el artículo 39 de la Constitución. Según este artículo: “es libre la creación artística siempre que su contenido no sea contrario a la Revolución”.

Esto significa que el trabajo de artistas como yo, como el de mi compañero Gorki Águila, o el de mi colega Tania Bruguera, que somos críticos del régimen dictatorial de los hermanos Castro, es ilegal en Cuba.

Por este motivo pasé 2 años en prisión cuando tenía 18 años; 1 año cuando tenía 24; 10 meses a la edad de 31 y 2 meses con 33 años recientemente.

Hablaré aquí de las dos últimas veces que estuve preso. El día de navidad de 2014, como parte de una performance, intenté soltar dos cerdos en las calles de la Habana. Los dos cerdos vivos pintados de verde, uno con el nombre de Raúl y el otro con el nombre de Fidel. Titulé la obra como “Rebelión en la granja in memoriam,” en inglés “Animal Farm,” en honor a la obra de George Orwell.

Esta obra de arte me costó pasar 10 meses en prisión, durante los cuales fui torturado física y psicológicamente por la dictadura, al punto en que entré en una huelga de hambre y llegué a considerar dejarme morir en la cárcel.

Luego de 10 meses, sorpresivamente, fui puesto en libertad y trasladado hasta mi casa en un auto desde la prisión. Hasta el día de hoy no he sido notificado cargo criminal ni he enfrentado juicio alguno.

En aquella oportunidad, fui liberado después de protestas y huelgas de hambre dentro de la prisión, y gracias a la constante denuncia por parte de mi madre, mi hermana, mi abuela, amigos, instituciones internacionales como la Human Rights Foundation, la Fundación Nacional Cubano Americana, Amnistia International, etc.

Estos mismos amigos y otros más se unieron de nuevo durante mi última vez en prisión. Esta última vez pasé casi dos meses preso, en una cárcel de máxima de seguridad en La Habana, por el simple delito de no haber mostrado “tristeza” ante la muerte del dictador Fidel Castro.

En la noche madrugada del día 26 en que se anunció la muerte del dictador Fidel Castro; yo dormía cuando fui despertado por llamadas de amigos y mi hermana.

Me vestí rápido y en la calle se sentía sin duda el miedo, cada vez estaba más vacía y todo estaba más en silencio.

Ese día empecé a pensar en cuántas atrocidades y crímenes de lesa humanidad han cometido en más de 56 años los hermanos Fidel y Raúl Castro.

Así que salí a la calle a gritar “sal a la calle que se murió el asesino, se murió la yegua,” caminé como una milla, luego me transporté al otro lado de la ciudad y caminé la mitad de distancia anterior, celebrando, hasta que se trasmitió en vivo, el video que se hizo viral en las redes por ser el único suceso en la ciudad de La Habana, en la isla.

En el video además, asumiendo mi condición de persona libre en un país controlado por una dictadura totalitaria, tomé la decisión riesgosa de graffitiar la pared del hotel donde llegaran sus tropas por primera vez a La Habana hace casi 60 años, armados y sin elecciones democráticas.

Cometí este acto porque traté de seguir el ejemplo del gran Vaclav Havel, ex artista y ex presidente de la República Checa, que recomendó a todas las personas, a quienes, como él, nos ha tocado vivir bajo el totalitarismo comunista, a VIVIR EN LA VERDAD.

A dejar de fingir la realidad que el régimen impone por la fuerza, y que, en el caso de la muerte de Fidel, hubiera significado que yo tenía que fingir que estaba triste por la muerte del dictador, así como fingieron miles de personas por miedo a la represión aquel día.

Ese día, luego de caminar por media ciudad, me regresé a casa. Mi cuerpo estaba cansado y dormía en mi cama cuando un ruido me hizo preocuparme de la puerta y fue cuando vi una patrulla con un policía y dos civiles, vi como el dueño de la casa le facilitaba llaves para llegar a mi.

En el proceso pude llamar a mi prometida Alexandra Martinez y le dije, “llama a todos que me van a llevar preso.” Los dos se me arrojaron encima sin identificarse ni verbalmente siquiera y solo recibí insultos y golpes de estos personajes que según ellos yo le había faltado el respeto a Fidel Castro.

Y así fui llevado a la unidad de policía de La Lisa sin parar de golpearme incluso hasta después de bajarme, pero igualmente no lograban impedir mis gritos de “asesinos, sí se murió la yegua, y bien.” Cuando ya en la unidad les pregunté si algunos de ellos me conocía, si les había hecho algo, si yo no había cometido delito alguno porque era que se me golpeaba por mi forma de pensar. A lo que ellos solo alegaron “la ley nos respalda.”

Esta vez pasé en prisión 55 días. En este tiempo, una vez más sufrí torturas físicas y psicológicas, y me impidieron que viera a mi familia y mi prometida. Fui trasladado por 6 centros de detención, incluyendo por último la cárcel de mayor rigor “el Combinado del Este.”

También en este tiempo se me prohibió el derecho a tener abogado, ya que mi abogada internacional voluntaria, la señora Kimberley Motley, que había tratado de visitarme en La Habana, fue también ella misma apresada e inmediatamente deportada de Cuba.

“El Combinado del Este” es una cárcel horrenda y de máxima seguridad donde solamente se envía a los presos más peligrosos. Los techos estaban llenos de goteras hacinamiento de celdas de 6x4 metros cuadrados para 36 personas con literas de 3 acomodadas algunas para evitar las goteras de filtración. Durante el día las luces eran apagadas y aunque era de día la luz no traspasaba los barrotes.

En varias oportunidades, mis carceleros me trataban de aterrorizar amenazándome que en cualquier momento me sacarían al patio para ejecutarme con un pelotón de fusilamiento.

Esto me preocupaba mucho porque que yo sabía que esto bien podía ocurrir, dado el historial que tiene la dictadura de Castro de haber ejecutado a cientos, si no miles, de prisioneros políticos.

Tuve que pasar todos estos abusos y humillaciones por no llorar y por graffitiar “Se fue”, cuando muere un asesino, que junto con su hermano, el actual presidente de Cuba, Raúl Castro, nunca permitió un partido diferente al que inventaran a punta de pistola.

Los hermanos Castro y su familia son los dueños de los periódicos, la radio, la tv, la única compañía telefónica de Cuba y la única a la que se le permite el suministro de internet.

Estos señores han permanecido en el poder durante casi 60 años no solo dando órdenes para que masacren a cubanos, como fueron los tripulantes del Remolcador 13 de Marzo, varios atentados contra Oswaldo Paya Sardiñas y su asesinato, e igualmente con Laura Pollán. No solo dividió a los cubanos sino que los hizo exiliarse, muchos de ellos en este país.

Estos personajes contribuyeron en altas cifras de mercenarios y en armas, a las guerras de Angola, Etiopía, bajo el mando del Ejército Ruso, las FARC en Colombia, guerrillas en Venezuela en los años 60, y luego, en las últimas dos décadas, a través del apoyo al régimen dictatorial chavista, que tiene hoy a su pueblo pasando hambre y represión.

Quiero cerrar mi intervención pidiendo al pueblo y al gobierno de Estados Unidos dos cosas. En primer lugar, pedimos solidaridad con la causa de la democracia en Cuba, ya que padecemos casi 60 años bajo un régimen que no permite elecciones democráticas. El mundo debe solidarizarse con nosotros, y pedir a Raúl Castro que permita un plebiscito y elecciones democráticas en Cuba.

En segundo lugar, pido al pueblo y al gobierno de EEUU que presione al régimen de Raúl Castro que libere a los miles de presos políticos que existen en mi país. Debido al sistema totalitario en que vivimos los cubanos, por lo menos el 85 por ciento de la población penal son inocentes, bajo los estándares de cualquier democracia, y jamás deberían haber sido recluidos.

Todos los habitantes de mi país somos rehenes del régimen de los hermanos Castro y la vida de todos los cubanos, especialmente de los artistas, opositores y los disidentes, se encuentra en permanente peligro a manos de la represión de la dictadura.

Una vez más, necesitamos la solidaridad del pueblo de Estados Unidos, y el apoyo de todos los pueblos del mundo.

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