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Conozca a María Emilia, una cienfueguera de 116 años

Conocida en su tierra como "La Primorosa" o "La joya de Monserrat", María Emilia, nunca se casó ni tuvo hijos

María Emilia Quesada Blanco © 5deseptiembre/ Roberto Alfonso
María Emilia Quesada Blanco Foto © 5deseptiembre/ Roberto Alfonso

Este artículo es de hace 7 años

María Emilia Quesada Blanco nació el 5 de enero de 1901, o sea, ya cumplió 116 años y aunque no aparece en los registros que publica en Gerontology Research Group entre las diez mujeres más longevas del mundo, de acuerdo a su fecha de nacimiento sería la cuarta mujer viva más longeva del planeta solo superada por Emma Morano, italiana nacida en 1899, Violet Brown jamaicana y Nabi Tajima, japonesa ambas nacidas en el año 1900.

Conocida en su tierra como "La Primorosa" o "La joya de Monserrat", María Emilia comentó en conversación con el diario provincial 5 de Septiembre que nunca se casó ni tuvo hijos. Su familia estaba compuesta por dieciséis hermanos, ya todos muertos: el primero falleció joven en un accidente, y la última, también soltera, murió con algo más de cien años.

De niña asistió junto a sus padres a la Iglesia Monserrat y allí abrazó las ideas religiosas y dedicada a esa fe ha vivido estos años. Trabajó en las oficinas de la iglesia, donde atendía el teléfono, se ocupaba de las plantas y doblaba la publicación católica dominical.

Entumbó su vida en ayudar a todos, enfermos, mujeres solas, niños abandonados. Iba al hospital y cuidaba a enfermos, luego los atendía en su casa siempre gratuitamente. También acudía a lo asilos de ancianos y los acompañaba, les llevaba caramelos y dulces. Toda esta labor de caridad fue muy importante en la vida de esta centenaria.

Hoy con sus años ya pasa gran parte del día sentada pero reza por todos, por la ciudad, los vecinos, los amigos y pide porque no haya más guerras.

En su rutina de vida comparece martes y viernes a la iglesia y allí toma la comunión, reza durante horas. Los jesuítas la aprecian y ayudan, y también aquellos agradecidos a quienes sirvió cuando la vida se lo permitió. Hoy ellos le retribuyen porque como su labor fue desinteresada, en las congregaciones, María Emilia no tiene retiro y son ahora sus benefactores.

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