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La comida salada aumenta el hambre y disminuye la sed

La sal activa un mecanismo para conservar el agua en los riñones.

Comida salada © Tendenciashombre
Comida salada Foto © Tendenciashombre

Este artículo es de hace 6 años

Como resultado de un nuevo estudio se ha podido comprobar que las personas que comen más sal en sus alimentos retienen más líquido, no están tan sedientos y necesitan más comida que les produzca energía.

En realidad la ingestión de alimentos salados aumenta la sed, sin embargo, en un estudio realizado durante una misión simulada a Marte, se encontró exactamente lo contrario: los cosmonautas que comían más sal retenían más agua, no estaban tan sedientos y necesitaban más energía.

Previamente no se había realizado un estudio a largo plazo para evaluar la relación entre la cantidad de sal en la dieta y sus hábitos de consumo. Se sabía que el aumento del consumo de sal estimula la producción de más orina y simplemente se asumió que el líquido extra proviene del incremento del agua que se bebe.

Sin embargo, no parece ser así, investigadores del Centro Aeroespacial Alemán (DLR), el Centro Max Delbrück de Medicina Molecular (MDC), en Alemania, y la Universidad Vanderbilt, en Estados Unidos en sus estudios publicados en dos artículos en The Journal of Clinical Investigation.

El interés de este estudio fue proporcionar un ambiente en el cual cada aspecto de la nutrición, desde el consumo de agua a la sal, de una persona pudiera controlarse y medirse.

En el trabajo participaron dos grupos de diez voluntarios masculinos en una nave simulada para realizar dos vuelos simulados a Marte. El primer grupo se evaluó durante 105 días y el segundo más de 205 días. Ambos tenían dietas idénticas excepto que durante periodos de varias semanas se les dio tres niveles diferentes de sal en la comida.

Los resultados demuestran que comer más sal hace que haya un mayor contenido de esta en la orina, se halló también una correlación entre las cantidades de sal y la cantidad total de orina. Pero el aumento no se debió a que se bebió más líquido, ya que, de hecho, una dieta salada hizo que los sujetos bebieran menos. La sal activa un mecanismo para conservar el agua en los riñones.

Antes del estudio, la hipótesis dominante era que los iones de sodio y cloruro presentes en la sal se unían a las moléculas de agua y las arrastraban con la orina. Los nuevos resultados mostraron algo diferente: la sal se mantuvo en la orina, mientras que el agua regresó al riñón y al cuerpo.

Experimentos realizados en ratones sugirieron que la urea podría estar involucrada. En los animales, la urea se acumulaba en el riñón, donde contrarresta la fuerza de extracción de agua de sodio y cloruro.

Pero la síntesis de urea requiere mucha energía, lo que explica por qué los roedores con una dieta alta en sal comían más. El incremento en la ingesta de sal no aumentaba su sed, pero sí les hacía estar más hambrientos. También los cosmonautas que recibieron una dieta salada se quejaban de estar hambrientos.

Por ello ahora se piensa que la función de la urea también es mantener el agua cuando el organismo se deshace de la sal. La naturaleza ha encontrado aparentemente una manera de conservar el agua que de otra manera se llevaría a la orina por la sal.

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