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El reto de la vacuna cubana contra el cáncer de pulmón para poder “entrar” en los EE.UU.

Biotecnólogos y químicos cubanos solo necesitan mejores recursos para explotar sus conocimientos.

Cimavax © Cuba Headlines
Cimavax Foto © Cuba Headlines

Este artículo es de hace 6 años

El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba (CIGB) es la más grande de las empresas que trabaja sobre esa rama de la ciencia en la isla y cuenta con 1.500 empleados y el respaldo total del gobierno para sus investigaciones.

La compañía produce una docena de productos, incluyendo vacunas para enfermedades infecciosas y tratamientos para úlceras de pie diabético y degeneración macular. También tiene una sucursal agrícola que apoya a la producción de alimentos.

El CIGB es de las poquísimas empresas que “ha tenido el éxito suficiente para que el gobierno le permite reinvertir en sus laboratorios y tener nuevos equipos”, apunta un reportaje reciente del portal American Chemical Society.

Uno de estos éxitos recae en la vacuna contra el cáncer de pulmón CIMAvax, que en noviembre de 2016 se convirtió en el primer tratamiento cubano con permisos para realizar sus ensayos clínicos en los EE.UU.

El fármaco fue desarrollado en el cercano Centro de Inmunología Molecular, que dio el primer paso hacia el estudio con una llamada en 2011 al instituto estadounidense destinado a investigar el cáncer Roswell Park, en Buffalo.

CIMAvax induce una respuesta inmune contra el factor de crecimiento epidérmico, que es importante para el crecimiento de muchos tipos de cáncer. Los ensayos clínicos cubanos han demostrado que la vacuna tiene pocos efectos secundarios.

Sin embargo, la inserción de la vacuna en EE.UU a través del proceso de reglamentación de ese país podría ser un reto, destaca el sitio.

A diferencia de otros países que están tratando de obtener un fármaco aprobado en los EE.UU., los funcionarios de la Administración de Alimentos y Medicamentos no han podido visitar las plantas de producción cubanas o examinar su trabajo clínico debido al embargo.

"Ha sido una caja negra para ellos durante 50 o 60 años", explica Kelvin Lee, del departamento de inmunología del Roswell Park.

"No hay acuerdo entre los Estados Unidos y Cuba para realizar realmente cualquier intercambio regulatorio". Es un gran desafío para nosotros, porque la FDA y los mercados de los Estados Unidos lo han prohibido para nosotros.

"La forma de pensar y los principios que impulsan esos mercados son totalmente nuevos para nosotros ", dijo Luis González López, quien dirige la división de química y física de CIGB. Es por ello que las compañías cubanas han buscado socios, como Roswell Park, que puedan guiarlos a través del proceso. Las universidades estadounidenses o las compañías farmacéuticas no están mostrando interés todavía.

"Creo que sólo están viendo qué pasa" con CIMAvax, dijo Lee al referido medio. Lee ha quedado impresionado con la industria biotecnológica y, en particular, con los científicos cubanos. Debido a los escasos recursos del país, "se les entrena para que reflexionen sobre lo que están haciendo. Su proceso toma más tiempo, pero han pensado en cada paso porque realmente no pueden darse el lujo de decir 'Eso no funcionó. Haremos otra cosa", comentó.

Gonzáles López opina, por su parte, que el primer pensamiento de la industria no es lo que venderá en un mercado extranjero o lo que se necesita en Europa o los EE.UU. "Nuestro objetivo final es proporcionar al sistema de salud nuevos medicamentos que mejoren el nivel de salud de nuestra población. Esta es siempre nuestra manera de pensar", expresó.

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