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El reto de ser un emprendedor afrodescendiente en Cuba

“Nosotros los emprendedores afrocubanos no llegamos hasta aquí por una herencia económica, llegamos aquí por las ganas de hacer”.

Carlos Cristóbal Márquez © revistadgustando.com
Carlos Cristóbal Márquez Foto © revistadgustando.com

Este artículo es de hace 6 años

Los emprendedores afrocubanos con negocios realmente exitosos dentro de la Isla son casos excepcionales, en un sector dominado en su mayoría por personas de piel blanca, uno de los ejemplos más visibles del aumento de la desigualdad racial en Cuba, recoge un reportaje del Nuevo Herald.

Según apunta la periodista Nora Gámez a partir del encuentro con activistas del movimiento afrocubano celebrado en Harvard el pasado mes de abril, entre los obstáculos que encuentra la población afrocubana para iniciar un negocio privado en Cuba está la falta de un capital inicial.

Los dueños de casas en los circuitos turísticos y quienes reciben más remesas de sus familiares en el extranjero son en su mayoría personas blancas. De acuerdo con la profesora de Baruch College, Katrin Hansing, alrededor del 90% de los cubanoamericanos son “fenotípicamente blancos”.

Pero el problema, asegura la académica, “no es el envío de remesas, o que la diáspora cubana sea blanca sino que el gobierno cubano no tiene un sistema de préstamos suficientemente amplio para que toda la población pueda participar en la nueva economía”. Ello tiene como consecuencia que grandes sectores de la población que no tiene recursos ni familiares en el extranjero –sobre todo afrodescendientes– “se queden fuera”.

El éxito de los empresarios afrodescendientes está marcado por años de especialización, pero también por contactos con extranjeros o períodos viviendo fuera del país, lo que les ha permitido adquirir el capital inicial, know how y redes de contactos que ayudan a montar sus negocios, destaca el texto.

Por ejemplo, fue en Italia donde Alberto González, dueño de la panadería artesanal Salchipizza, ganó su estrella Michelín antes de repatriarse en Cuba. María Ferrer, directora de un centro de estética y belleza, con un máster en administración de empresas, trabajó como especialista en comercio exterior en la oficina del CARICOM en La Habana.

Por su parte, Carlos Cristóbal Márquez, el dueño de la paladar que recibió al presidente Barack Obama en su visita a la isla, fue el jefe de cátedra de la Escuela de Hotelería y Turismo de La Habana y participó en eventos internacionales antes de convertirse en mayordomo de un empresario español que residía en Cuba y vivir cinco años en Brasil.

“Es complicada la obtención de materia prima y eso hace un poco difícil a veces mi trabajo pero no imposible”, comenta Ferrer. “Nosotros los emprendedores afrocubanos no llegamos hasta aquí por una herencia económica, llegamos aquí por las ganas de hacer y el conocimiento como herramienta fundamental”, acotó.

La profesora Hansing cree además que el gobierno y la comunidad internacional deberían actuar y estudiar soluciones que pudieran paliar estas desventajas, como los sistemas de microcrédito.

“No es un solo un problema que afecta a los negocios. Si no tienes capital o familia afuera también te quedas mayormente fuera del sistema educativo porque para obtener buenas notas y entrar a la universidad necesitas repasadores y dinero para pagarles”, acotó la investigadora.

También en sectores lucrativos como el turismo, activistas y académicos han denunciado la discriminación laboral contra los cubanos negros. Márquez dijo que tenía “muy poco personal negro trabajando” en su paladar porque “es muy difícil en Cuba hoy encontrar profesionales negros en el giro de la gastronomía. En el deporte encontrarás que hay millones que son estrellas y en otros renglones, pero no en la gastronomía”

Los emprendedores que se reunieron en Harvard admitieron que la conciencia racial no es algo sobre lo que habían reflexionado antes. Márquez dijo que no conocía el movimiento afrocubano representado en Harvard, pero al final de su presentación hizo un llamado a que los activistas colaboren para “tratar de insertar a la comunidad negra joven” en cursos de las escuelas de gastronomía.

“Yo emigré, me repatrié y con lo único que triunfé fue con la unión. Esto que está haciendo Harvard, lo quiero hacer en mi panadería (…) Un solo palo no hace monte”, aseguró por su parte González.

(Con información del Nuevo Herald)

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