Por estudios demográficos realizados se ha calculado que para el año 2030 la población urbana en naciones pobres se duplicará. Este fenómeno generará una superpoblación a la que se añaden la escasez de alimentos, el incremento de las enfermedades infecciosas, la falta de acceso a sistemas de salud y la falta de recursos para poder mitigar el impacto del cambio climático.
Los mayores efectos del cambio climático en la salud se producirán en el continente africano y en el sudeste de Asia. Se estima que para el año 2080 las personas susceptibles de padecer dengue lleguen a los 6 000 millones.
Pero no es el dengue el único problema a enfrentar. De acuerdo con estudios hechos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que para el año 2030 el cambio climático será la causa de cerca de 48 000 personas por diarreas, 60 000 por paludismo y 95 000 por desnutrición infantil, entre otras tragedias.
Hoy sabemos que algunos agentes infecciosos, vectores (organismos transmisores de enfermedades) y animales que sirven de reservorios son particularmente sensibles a las condiciones del clima. Por ello las epidemias, principalmente relacionadas con vectores, con el agua y los alimentos están reapareciendo. Entre ellas están el paludismo, el dengue, el cólera y los virus que causan infecciones neurológicas.
La mayoría de los virus, parásitos y bacterias no pueden desarrollarse en lugares con temperaturas frías, por debajo de ciertos límites de temperatura, como es el caso del Plasmodium falciparum (uno de los parásitos que producen el paludismo), que requiere temperaturas por encima de los 18 grados centígrados para que pueda reproducirse.
Casi todas estas enfermedades tienen como vectores a artrópodos, que son de sangre fría, y por tanto muy sensibles a las temperaturas del medio ambiente. Un aumento de la temperatura colabora con el incremento de su metabolismo, la producción de huevos y la necesidad de alimentarse y por tanto estos se reproducen mejor.
También las lluvias y las inundaciones crean un medio favorable para su desarrollo. Estas adversidades pueden generar efectos catastróficos con la disminución de las fuentes de alimentación que junto con la deforestación favorecen el desplazamiento de los insectos a zonas habitadas por el hombre y más templadas.
Es por ello que el mundo debe prepararse, como primer paso importante, para implementar intervenciones eficaces que sean capaces de establecer estrategias de adaptación a esos cambios climáticos, desde las cuales defender lo que es más importante, el ser humano.
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