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Declaración oficial de James Comey ante la Comisión de Inteligencia del Senado

El documento recrea con lujo de detalles impresionante los encuentros sostenidos entre Comey y Trump.

James Comey rompe el muro de silencio © Adobe of chaos/Flickr
James Comey rompe el muro de silencio Foto © Adobe of chaos/Flickr

Este artículo es de hace 6 años

La declaración del ex director del FBI, James Comey, ante el Comité de Inteligencia del Senado que investiga la posible interferencia del gobierno de Rusia en las elecciones presidenciales celebradas el pasado mes de noviembre en EEUU, confirman en buena medida la inexperiencia política tanto del mandatario Donald Trump como de un grupo de sus asesores más allegados e influyentes.

El documento, dirigido al Presidente Richard Burr, al Senador Mark Warner, y al resto de la Comisión, recrea con lujo de detalles impresionante los encuentros sostenidos entre Comey y Trump.

Esta es, íntegra, la declaración del ex director del FBI.

Presidente Burr, Senador Warner, miembros de la Comisión

Gracias por invitarme a comparecer ante ustedes en el día de hoy. Se me pidió rendir testimonio en el día de hoy para describir mi interacción con el Presidente-Electo y Presidente Donald Trump en asuntos que según entiendo son de interés para ustedes. No he incluido todos los detalles de mis conversaciones con el Presidente, pero, hasta donde puedo recordar, he tratado de incluir información que pudiera ser de relevancia para la Comisión.

Parte del 6 de Enero

Sostuve mi primera reunión con el entonces Presidente-Electo Donald Trump el viernes 6 de enero en un salón de conferencia en la Trump Tower en Nueva York. Estuve allí con otras autoridades de la Comunidad de Inteligencia (CI) para informarles a él y a su nuevo equipo de seguridad nacional acerca de las determinaciones de una evaluación de la CI concerniente a las tentativas de Rusia de interferir en la elección. Al culminar dicho parte, me quedé a solas con el Presidente-Electo para informarla acerca de algunos aspectos personalmente delicados acerca de la información recopilada durante la evaluación.

El liderazgo de la CI considero importante, por múltiples razones, alertar al Presidente entrante de la existencia de este material, aun cuando ese material era licencioso y no había sido corroborado. Entre las razones para ello: 1) sabíamos que los medios estaban a punto de difundir abiertamente acerca de este material y pensamos que la CI no debía ocultarle al Presidente-Electo que sabía de este material y de su inminente publicación; y 2) en tanto y en cuanto había cierto esfuerzo por comprometer al Presidente entrante, el mismo se podía neutralizar con un informe defensivo.

El Director Nacional de Inteligencia me pidió que me encargara personalmente de esta sección del parte debido a la posición que ocupaba y porque dicho material implicaba las responsabilidades de la FBI en material de contra-inteligencia. También acordamos que si yo lo hacía solo se minimizaría una situación potencialmente embarazosa para el Presidente-Electo. Aunque convinimos que tenía sentido que yo presentara el parte, el liderazgo de la FBI y yo mismo estábamos preocupados que dicho parte pudiese conducir a una situación en la cual el nuevo Presidente asumiera su cargo con la incertidumbre de si la FBI estaba realizando una investigación de Contra-Inteligencia acerca de su conducta personal.

Es importante entender que las investigaciones de Contra-Inteligencia que realiza la FBI son diferentes a las actividades investigativas más comúnmente conocidas sobre asuntos criminales. La meta de la FBI en investigaciones de Contra-Inteligencia es entender los recursos técnicos y humanos empleados por potencias foráneas hostiles para influir sobre Estados Unidos o hurtar nuestros secretos. La FBI utiliza dicho conocimiento para neutralizar tales esfuerzos. A veces la neutralización consiste en alertar a alguna persona que estuviera siendo blanco para reclutamiento o influencia por parte de una potencia extranjera.

A veces implica reforzar un sistema de computación que está siendo atacado. A veces implica “convertir” a la persona atacada en un “doble-agente”, o exponer abiertamente ese comportamiento mediante sanciones o mediante la expulsión de funcionarios de inteligencia adscritos a Embajadas. En ocasiones, se efectúan procesos criminales para perturbar las actividades de inteligencia.

Dado que la naturaleza de las naciones hostiles es bien conocida, las investigaciones de Contra-Inteligencia tienden a enfocarse en individuos que la FBI sospecha que puedan ser agentes voluntarios o involuntarios de dicha potencia extranjera. Cuando la FBI tiene razones para creer que un estadounidense ha sido blanco de reclutamiento de una potencia extranjera o está actuando de manera encubierta como agente de una potencia extrajera, la FBI “abre una investigación” sobre ese estadounidense y utiliza autoridades legales para tratar de descubrir más acerca de la naturaleza de cualquier relación con le potencia extranjera en cuestión para poder neutralizarla. En ese contexto, antes de la reunión del 6 de Enero, discute con la directiva de la FBI si debía prepararme para asegurarle al Presidente-Electo Trump que no lo estábamos investigando personalmente a él. Eso era cierto; no teníamos abierto ningún caso de Contra-Inteligencia en torno a él. Coincidimos en que si las circunstancias lo ameritaban yo debía hacerlo.

Durante nuestra reunión a solas en la Trump Tower, en base a la reacción del Presidente-Electo Trump frente al parte y sin que él lo pidiera directamente, yo le di esa garantía.

Me sentí obligado a documentar mi primera conversación con el Presidente-Electo en un memo. Para garantizar la precisión, comencé a escribirlo en una computadora portátil en un vehículo de la FBI frente a la Trump Tower apenas salía de la reunión. Dejar una reseña escrita inmediatamente después de las conversaciones individuales con el Presidente-Electo Trump se convirtió en mi rutina de allí en adelante.

Eso no era algo que ya hacía en el pasado. En dos ocasiones conversé individualmente con el Presidente Obama (y jamás hablamos por teléfono) – una vez en 2015 para discutir asuntos concernientes a asuntos de política sobre labores policiales y la segunda vez, brevemente, cundo él se despidió a fines de 2016. En ninguna de esas circunstancias yo asenté en memos las discusiones. Puedo recordar nueve conversaciones individuales con el Presidente Trump en el curso de cuatro meses, tres en persona y 6 por teléfono.

Cena el 27 de enero

El Presidente y yo cenamos el viernes, 27 de enero a las 6:30 pm en el salón verde de la Casa Blanca. Ese día el me invito a almorzar y esa misma noche me invitó a cenar, diciendo que invitaría a toda mi familia, pero decidí que en esta ocasión iría yo solo, y traería a mi familia una próxima vez. No quedó claro en la conversación quien más estaría en la cena, aunque asumí que habría otros comensales.

Resultó que éramos nosotros dos, sentados ante una mesa ovalada en el centro del Salón Verde. Dos meseros de la Armada nos atendieron, y solo entraban al salón para servir comida y bebidas.

El Presidente comenzó preguntándome si yo quería continuar como Director de la FBI, lo cual me pareció extraño puesto que en dos conversaciones previas él me había dicho que esperaba que siguiera en ese puesto, y yo le aseguré que esa era mi intención.

Él dijo que muchas personas querían mi cargo y que, considerando el abuso al que me vi sometido el año anterior, el entendería si yo decidía dejar el cargo.

Mis instintos me dijeron que esa reunión individual, y la apariencia que esta era nuestra primera conversación sobre mi posición, significaba que la cena era, al menos en parte, un esfuerzo por hacer que yo pidiera continuar en mi trabajo, y establecer algún tipo de relación de subordinación. Eso me inquieto considerablemente, dado que tradicionalmente la FBI ha tenido un estatus independiente dentro del Poder Ejecutivo.

Yo respondí que me encantaba mi trabajo y que tenía la intención de server completes los diez años de mi nombramiento como Director. Y seguidamente, como la situación me incomodó, le dije que yo no era “confiable” en el contexto en el cual los políticos tienden a usar esa palabra, pero que podía tener la certeza que podía contar conmigo para que le dijera la verdad. Agregué que yo no estaba bajo ninguna parcialidad política y que no se podía contar conmigo en el sentido político, una posición que según le dije, era en su mejor interés como Presidente.

Momentos más tarde, el Presidente me dijo, “necesito lealtad, espero lealtad.” Yo no me moví, hablé o cambié en modo alguno mi expresión facial durante el incómodo silencio que vino después. Simplemente nos miramos mutuamente en silencio. La conversación prosiguió, pero hacia el final de la cena el retomo el tema.

En cierto momento, le explique por qué era tan importante que la FBI y el Departamento de Justicia fueran independientes de la Casa Blanca. Le dije que era paradójico: a lo largo de la historia, algunos Presidentes han determinado que como los “problemas” salían del Departamento de Justicia, debían tratar de mantenerlo muy controlado. Pero cuando esos límites se tornan borrosos, a la larga los problemas se hacen más severos y se erosiona la confianza del público en las instituciones y el trabajo que realizan.

Hacia el final de la cena, el Presidente retomó el tema de mi trabajo, diciendo que estaba muy satisfecho que yo quisiera seguir en el cargo y agregó que había escuchado grandes cosas sobre mí de parte de Jim Mathis, Jeff Sessions y muchos otros. Luego agregó, “yo necesito lealtad” yo respondí “en mi siempre encontrará honestidad.” El hizo una pausa y luego dijo, “eso es lo que quiero, lealtad honesta” algo diferente, pero me pareció que no sería productivo insistir en el tema. El termino lealtad honesta ayudo a ponerle fin aúna conversación bastante incomoda y mi explicación dejo en claro que podía esperar de mí.

Durante la reunión, el Presidente se refirió al material vulgar sobre el cual le había informado el 6 de enero, y como lo hizo previamente, expresó su disgusto por las alegaciones y las rechazó con vehemencia. Me dijo que estaba considerando ordenarme que investigara el incidente y demostrara que el mismo no había tenido lugar. Yo le respondí que debería pensarlo cuidadosamente, pues podía dar pie a una narrativa según la cual lo estábamos investigando a él personalmente, lo cual no era el caso, y porque era sumamente difícil probar un negativo. Me dijo que lo pensaría y me pidió que lo pensara.

Como era habitual sobre mis conversaciones con el Presidente Trump, yo escribí un memo detallado acerca de la cena inmediatamente después y lo compartí con el alto mando de la FBI.

14 de febrero, Reunión en la Oficina Oval

El 14 de febrero, fui a la oficina oval para darle al Presidente un parte regular sobre (actividades) anti terrorismo. Él estaba sentado en su escritorio u un grupo de nosotros estábamos sentados en un semicírculo de unas seis sillas mirándolo a él al otro lado del escritorio. El vicePresidente, el Director Adjunto de la CIA, el Director del Centro Nacional Contra el Terrorismo, el Secretario de Seguridad Nacional, el Secretario de Justicia y yo estábamos en ese semicírculo de sillas. Yo estaba directamente frente al Presidente entre el Director Adjunto de la CIA y el Director del CNCT. Había bastantes personas más en el despacho, sentadas detrás de nosotros en sillas y en las poltronas.

El Presidente dió por terminada la presentación del parte agradeciendo al grupo y diciéndoles que quería hablar conmigo a solas, yo me quede en mi silla. Cuando los participantes se aprestaban a salir del despacho, el Secretario de Justicia se quedó cerca de mí, pero el Presidente le dio las gracias diciéndole que quería hablarme a solas.

El último en salir fue Jared Kushner, quien también se quedó cerca de mi silla e intercambio cortesías conmigo.

Cuando se cerró la puerta junto al reloj de piso, y estábamos solos, el Presidente comenzó diciendo: “quiero hablar sobre Mike Flynn.” Flynn había renunciado el día anterior. El Presidente comenzó diciendo que Flynn no había hecho nada indebido al hablar con los rusos, pero que tufo que despedirlo porque le dio información equívoca al Vicepresidente. Agrego que tenía otras preocupaciones acerca de Flynn, pero especificó.

El Presidente hizo una larga serie de comentarios sobre los problemas de filtraciones de información confidencial una inquietud que compartí y sigo compartiendo. Después que hablo algunos minutos sobre las filtraciones de información, Reince Priebus se asomó por la Puerta al lado del Reloj y pude ver que había un grupo de personas detrás de él. El Presidente le hizo señas que cerrara la puerta, diciéndole que terminaría en breve.

La puerta se cerró.

El Presidente retomó el tema de Mike Flynn diciendo “es un buen tipo y ha pasado por muchas cosas”.

Reiteró que Flynn no había hecho nada indebido al hablar con los rusos, pero que le dio información equívoca al vicepresidente.

Después dijo, “espero que vea como apropiado desestimar este asunto, dejar tranquilo a Flynn. Él es un buen tipo, espero que le lo puedan dejar tranquilo”. Yo le respondí que “él es u buen tipo.” (de hecho, yo tuve una experiencia positiva trabajando con Mike Flynn cuando era mi colega como Director de la Dirección de Inteligencia de Defensa cuando yo comenzaba mi gestión al frente de la FBI.) yo no le dije que “dejaría pasar este asunto”.

El Presidente retomó brevemente el tema de las filtraciones. Yo me levanté y salí por la puerta junto al reloj de piso, pasando entre el gran grupo de persas que aguardaba allí, incluyendo al Sr. Priebus y el Vice Presidente.

De inmediato yo preparé un memo no-confidencial sobre la conversación respecto a Flynn y discutí le tema con el alto mando de la FBI. Entendí que el Presidente quería que desistiéramos de investigar a Flynn en relación con declaraciones falsas acerca de sus conversaciones con el Embajador de Rusia en diciembre. No lo interprete como que el Presidente se refiriera a la investigación más amplia sobre Rusia o posibles nexos con su campaña. Puedo estar equivocado, pero me pareció que él se estaba enfocando solo en lo sucedido con la partida de Flynn y la controversia acerca de su versión de sus conversaciones telefónicas. Sea como fuere, fue algo preocupante, dado el papel de la FBI como una entidad investigadora independiente.

El alto mando de la FBI coincidió conmigo en que era importante no contaminar al equipo investigador con la petición del Presidente, que no teníamos intención de acatar. También llegamos a la conclusión que, siendo que esta fue una conversación individual, no había nada que corroborara mi versión de los hechos. Determinamos que no tenía mucho sentido reportárselo al Secretario de Justicia Sessions, quien esperábamos que se recusara de toda participación en investigaciones pertinentes a Rusia. (Él lo hizo dos semanas más tarde) El puesto de Secretario Adjunto de Justicia lo asumió interinamente un Fiscal Estadounidense, quien no estaría mucho tiempo en ese puesto.

Tras discutir el asunto, decidimos mantenerlo bajo estricta reserva, reservando la decisión de que hacer al respecto más adelante a medida que avanzara nuestra investigación. La investigación prosiguió a toda marcha, y ninguno de los miembros del equipo investigador ni los abogados del Departamento de Justicia que lo asistían, fue puesto al tanto de la solicitud del Presidente.

Poco después hable con el Secretario de Justicia Sessions en persona y le exprese las inquietudes del Presidente sobre las fugas (de información). Aproveché la oportunidad para implorarle al secretario de Justicia que en lo adelante evitara cualquier comunicación directa del Presidente conmigo. Le comenté al Secretario de Justicia lo que acababa de ocurrir entre el Presidente y yo, que le pidieron a el que se marchara mientras que yo que era su subalterno me quedaba, que tal cosa era inapropiada y no debería volver a ocurrir. Él no me respondió. Por las razones expuestas, no le mencioné que el Presidente había tocado una potencial investigación de la FBI sobre el General Flynn.

30 de marzo, Conversación Telefónica

En la mañana del 30 de marzo, el Presidente me llamó a la FBI.

El describió la investigación sobre Rusia como una “nube” que afectaba su habilidad para actuar en nombre del país. Él dijo que no tenía nada que ver con Rusia, que no había interactuado con prostitutas en Rusia, y que siempre que estuvo en Rusia asumió que lo estaban grabando. Me pregunto si podíamos “levantar esa nube”. Yo le respondí que estábamos investigando el asunto con toda la celeridad posible, y que habría un considerable beneficio, si no encontrábamos nada, solo por haber hecho bien nuestro trabajo, él estuvo de acuerdo, pero re-enfatizó los problemas que esto le estaba ocasionando.

Después el Presidente preguntó por qué se había efectuado la semana previa una vista del Congreso sobre Rusia, durante la cual, a instancias del Departamento de Justicia, yo había confirmado la investigación sobre la posible coordinación entre Rusia y la campaña de Trump. Yo explique las demandas de información de líderes de ambos partidos en el Congreso, y que incluso el Senador Grassley habia retenido la confirmación del secretario adjunto de Justicia hasta que le informáramos detalladamente acerca de la investigación. Yo expliqué que estábamos informado a líderes del Congreso acerca de cuáles era exactamente los individuos que estábamos investigado y que le había dicho a los líderes del congreso que no estábamos investigando personalmente al Presidente Trump.

Yo le recordé que se la habia dicho anteriormente. El me reiteró “necesitamos llegar a los hechos”. (Yo no le dije al Presidente que la FBI y el Departamento de justicia habían sido reacios a emitir declaraciones públicas de que no teníamos un caso abierto sobre el Presidente Trump por múltiples razones, particularmente porque si algo cambiaba después tendríamos la obligación de hacer correcciones).

El Presidente añadió que si algunos asociados “satélite” de ellos habían hecho algo indebido, sería bueno descubrirlo, pero que él no había hecho Nada malo y nada yo encontrara la forma de hacer saber que no lo estábamos investigando a él.

En un cambio abrupto, el dirigió la conversación al Director Adjunto de la FBI

Andrew McCabe, diciendo que él no había planteado el “asunto de McCabe” porque yo le había dicho que McCabe era honorable, aunque McAuliffe era allegado a los Clinton y le había dado (la esposa del Director Adjunto McCabe) dinero para la campaña. Aunque no entendí por qué el Presidente traía este asunto a colación, le reiteré que McCabe era una persona honorable.

El terminó enfatizando que “la nube” le estaba afectando en su capacidad de cerrar convenios en beneficio del país y que esperaba que yo pudiera encontrar la forma de hacer saber que él no estaba siendo investigado. Le dije que vería que podíamos hacer y que efectuaríamos nuestro trabajo investigativo con toda la celeridad posible.

Inmediatamente después de esta conversación llamé a al Secretario Adjunto de Justicia Interino Dana Boente (siendo que el Secretario de Justicia se había recusado de todo lo que tuviera que ver con la investigación de Rusia), para informarle del contenido de la llamada del Presidente, y le dije que esperaría por sus instrucciones al respecto. No supe nada de él hasta que el Presidente me llamó de nuevo dos semanas más tarde.

Llamada telefónica del 1 de abril

En la mañana del 11 de abril, el Presidente me llamo y me pregunto que habia hecho acerca de su solicitud de hacer saber que él no era personalmente el blanco de ninguna investigación.

Le respondí que le había comunicado su solicitud al Secretario de Justicia Adjunto, pero que no había sabido nada de él. El respondió que “la nube” le estaba afectando la capacidad de hacer su trabajo. Dijo que quizás iba a tener que pedirle a su gente que se acercara al Secretario Adjunto de Justicia. Yo le dije que esa era la forma en que debía manejarse su solicitud. Le dije que el consultor jurídico de la Casa Blanca debía contactar al liderazgo del Departamento de Justicia para presentarle la solicitud, lo cual es el canal tradicional.

Él dijo que lo haría, y añadió, “yo he sido muy leal con usted, muy leal; tenemos eso”. Yo no le respondí no le pregunto qué quería decir con “eso”. Solo le dije que la forma de proceder era que el abogado de la Casa Blanca le hablara al Secretario Adjunto de Justicia Interino. Dijo que lo haría y así termino la llamada.

Esa fue la última vez que hable con el Presidente Trump.

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