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“La habitación del simulacro”, de Rubén Alpízar, cuestiona el fingimiento

Desde la ironía y la cita postmoderna habituales en su obra, Rubén Alpízar propone la muestra pictórica “La habitación del simulacro”, diatriba del fingimiento

La habitación del simulacro Rubén Alpízar © Cortesía promocional
La habitación del simulacro Rubén Alpízar Foto © Cortesía promocional

Este artículo es de hace 6 años

Desde finales de junio hasta el 28 de julio, en la Galería de Arte Villa Manuela, estará la muestra La habitación del simulacro, exposición personal del artista Rubén Alpízar, uno de los creadores más cuestionadores y contestatarios de las artes visuales en Cuba desde los años noventa hasta ahora.

Según se puede leer en la presentación oficial de La habitación del simulacro, la obra de Alpícar “además de ser leída desde la perspicacia y la singular mofa de cada pieza es disfrutable aún más cuando el creador asume el propio espacio contenedor como hipervínculo perfecto de su poética. De eso se trata La habitación del simulacro, de cómo ese artista, de espíritu burlón y alma (in)quieta –como dijera Antonio Machado-, induce polémica y debates sobre los contextos artísticos y extra-artísticos mediante las lógicas de la simulación del mundo actual”.

Al igual que sus anteriores muestras El vértigo de la libertad (una serie sobre Ícaro), El gran juego, Vivir del cuento, Continuación del mito, El sabor de las lágrimas, o La reconstrucción de los hechos, entre otras, en La habitación del simulacro se sugieren diversos significados, todos anclados en la realidad cubana contemporánea, vista a través de reconocidísimos iconos extraídos del arte renacentista o de la estética pop.

En una entrevista de hace algunos años, Alpízar confesaba que el arte pop siempre fue un referente en su obra: “Se trata de una de las manifestaciones del arte que, en la pintura, siempre llama la atención, es fácil de decodificar, de digerir. Desde siempre me ha llamado la atención el mundo de la publicidad. Como estaba tocando la temática religiosa, recuerdo una revista que anunciaba ropa para sacerdotes, me sorprendí que hubiera revistas y publicidad hasta para eso. Ahí empecé con la idea esta, utilizando los símbolos sacramentales…”

En esa misma entrevista, Alpízar confiesa que el vínculo entre los símbolos comunistas y los religiosos tiene que ver con algo personal, en tanto su familia, por la parte materna, eran Testigos de Jehová, y su padre era comunista, de modo que el choque era esperable, sobre todo cuando había negación a ponerse la pañoleta o saludar la bandera, mientras el padre militaba en el Partido.

“Utilizo los iconos religiosos, y los otros, para hablar un poco de la vida, para hablar de lo que pasa en Cuba —ha dicho Alpízar— pero también de lo que me pasaba a mí, de lo que le pasa al ser humano. (…) Con esos códigos toco temas locales, parto del mito también, ya sea cristiano o grecolatino para hablar de temas como la emigración. Es una cosa que me toca de cerca: se me han ido un montón de amigos, toda mi generación está fuera, quedamos tres o cuatro”.

Alpízar se declara muy influido por Velázquez, y Dalí, la ironía de Goya, el barroco de Brueghel… Su obra pictórica ha sido expuesta, entre otros países, en Argentina, Panamá, Puerto Rico, Colombia, Estados Unidos, España, Canadá, Francia e Italia.

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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.


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Joel del Río

Joel del Río. Periodista, crítico de arte y profesor. Trabaja como redactor de prensa en el ICAIC. Colabora en temas culturales con algunos de los principales medios en Cuba. Ha sido profesor en la FAMCA y la EICTV, de historia del cine y géneros cinematográficos.